La foto de Macarena Olona con Maio Conde fue todo un bombazo sorprendente que alimentaba el criterio de que la ex diputada había roto con VOX
VOX no se está muriendo todavía, pero ha perdido fuelle, ha dejado de crecer y si no corrige su rumbo empezará pronto a desmoronarse. Siendo una pasión ilusionante orientada a regenerar España, VOX podía haber crecido sin parar hasta conquistar el poder, pero como partido no puede ser más que la tercera o cuarta fuerza de España.
VOX no ha sabido gestionar su fulgurante crecimiento. La dirección nacional ha sentido vértigo ante las incorporaciones masivas, ha temido a la lluvia de infiltrados y ha tomado decisiones erróneas que han provocado la fuga de miles de simpatizantes, militantes y cuadros, cada uno de los cuales se ha transformado en crítico o adversario, provocando un deterioro serio.
La cúspide de VOX siempre ha tenido miedo de su militancia. Se les han ofrecido ideas e iniciativas para crecer y casi siempre las ha rechazado. Una de ellas proponía la creación de estructuras ciudadanas de apoyo, en las que podrían encuadrarse personas que tienen problemas para militar directamente en un partido político, pero que igualmente estarían empujando y aportando energía. Abascal y los suyos siempre han optado por controlar el proceso con mano de hierro y sin posibles competencias.
El centralismo no tiene por qué ser un error, pero el verticalismo duro casi siempre genera decepciones y fugas, sobre todo en un movimiento ciudadano como era VOX en los momentos de fuerte expansión.
Paralelamente, la dirección se ha blindado y convertido en un coto cerrado, el único que toma decisiones. La consecuencia es la frustración de miles de seguidores, cuadros y militantes, desde concejales a diputados autonómicos y militantes destacados.
La verdad es que gestionar un movimiento de masas en crecimiento, lleno de esperanza e ilusión, es muy difícil, pero podría haberse evitado romperlo tan ponto y con tan poco tacto.
El caso de Macarena Olona ha representado la puntilla. Era obvio que se había producido un encontronazo entre ella y la dirección nacional, tras los decepcionantes resultados de las elecciones andaluzas, pero ambas partes ocultaron la verdad y, en algunos casos, hasta mintieron a la sociedad y a la militancia. Tenían que haber explicado claramente lo que ocurría en lugar de recurrir al engaño y la opacidad, como hacen el resto de los partidos políticos corrompidos de España.
La salida de Macarena Olona ha representado el golpe mas duro recibido por VOX desde su creación, no por la deserción de ella, sino por el ocultamiento general de la verdad. La gente ha comprobado que VOX ya se comporta como el resto de los partidos y eso le ha hecho daño porque su militancia es distinta a la que reúnen partidos como PSOE, PP, Podemos y los nacionalismos. Los seguidores de VOX no son fanáticos del partido que viven de lo que el partido les aporta en puestos de trabajo y privilegios, sino españoles ilusionados y deseosos de regeneración.
Olona tampoco ha dado la talla. Ella no debió haberse olvidado tan fácilmente de su promesa de permanecer en Andalucía defendiendo su programa como diputada autonómica. Su fuga huele a rabieta porque el partido no accedió a sus deseos y eso también pertenece a la vieja política, la que practican el PP, el PSOE, Podemos y los nacionalismos fanatizados.
A personas como los seguidores de VOX, lo que más les ofende es comprobar que sus políticos son como los demás y que las mentiras y engaños tienen cabida también en el nuevo partido de las ilusiones y el verdadero cambio.
Abascal y los suyos se han equivocado si concebían a VOX como un impulso regenerador con capacidad de conquistar España, que nutre sus filas con ciudadanos decentes, defensores de los valores y la ética, patriotas y decepcionados, pero han acertado si lo que quieren es un partido político más, que ocupe el especio de la derecha más radical.
Pero si lo que quieren es ser sólo un partido de derecha radical, entonces que se olviden del poder y de aglutinar a lo mejor de la nación, que huirá de VOX y seguirá siendo la mas hermosa y esperanzadora tribu solitaria y no encuadrada de españoles libres, frustrados y decepcionados por la asquerosa política.
¿Hay solución? Si, pero es dura y escasamente probable. Macarena Olona debe reconocer que su huida despavorida de Andalucía fue una traición a los que le votaron y un paso en falso, mientras que VOX debe repescarla como dirigente y cambiar su comportamiento, regresando a los orígenes, cuando VOX era la mas grande esperanza de la política española y el ariete imparable que golpeaba a los corruptos y a los grandes dramas de España: corrupción, inmigración descontrolada, abuso de poder, desprecio a la familia, marginación legal de los varones, abuso del sistema autonómico, despilfarro y un largo etcétera.
Ah, y una aclaración: a pesar de sus errores, VOX, por sus ideas y por su historia limpia, sigue siendo para mi la mejor opción, si hay que elegir en España.
Francisco Rubiales
VOX no ha sabido gestionar su fulgurante crecimiento. La dirección nacional ha sentido vértigo ante las incorporaciones masivas, ha temido a la lluvia de infiltrados y ha tomado decisiones erróneas que han provocado la fuga de miles de simpatizantes, militantes y cuadros, cada uno de los cuales se ha transformado en crítico o adversario, provocando un deterioro serio.
La cúspide de VOX siempre ha tenido miedo de su militancia. Se les han ofrecido ideas e iniciativas para crecer y casi siempre las ha rechazado. Una de ellas proponía la creación de estructuras ciudadanas de apoyo, en las que podrían encuadrarse personas que tienen problemas para militar directamente en un partido político, pero que igualmente estarían empujando y aportando energía. Abascal y los suyos siempre han optado por controlar el proceso con mano de hierro y sin posibles competencias.
El centralismo no tiene por qué ser un error, pero el verticalismo duro casi siempre genera decepciones y fugas, sobre todo en un movimiento ciudadano como era VOX en los momentos de fuerte expansión.
Paralelamente, la dirección se ha blindado y convertido en un coto cerrado, el único que toma decisiones. La consecuencia es la frustración de miles de seguidores, cuadros y militantes, desde concejales a diputados autonómicos y militantes destacados.
La verdad es que gestionar un movimiento de masas en crecimiento, lleno de esperanza e ilusión, es muy difícil, pero podría haberse evitado romperlo tan ponto y con tan poco tacto.
El caso de Macarena Olona ha representado la puntilla. Era obvio que se había producido un encontronazo entre ella y la dirección nacional, tras los decepcionantes resultados de las elecciones andaluzas, pero ambas partes ocultaron la verdad y, en algunos casos, hasta mintieron a la sociedad y a la militancia. Tenían que haber explicado claramente lo que ocurría en lugar de recurrir al engaño y la opacidad, como hacen el resto de los partidos políticos corrompidos de España.
La salida de Macarena Olona ha representado el golpe mas duro recibido por VOX desde su creación, no por la deserción de ella, sino por el ocultamiento general de la verdad. La gente ha comprobado que VOX ya se comporta como el resto de los partidos y eso le ha hecho daño porque su militancia es distinta a la que reúnen partidos como PSOE, PP, Podemos y los nacionalismos. Los seguidores de VOX no son fanáticos del partido que viven de lo que el partido les aporta en puestos de trabajo y privilegios, sino españoles ilusionados y deseosos de regeneración.
Olona tampoco ha dado la talla. Ella no debió haberse olvidado tan fácilmente de su promesa de permanecer en Andalucía defendiendo su programa como diputada autonómica. Su fuga huele a rabieta porque el partido no accedió a sus deseos y eso también pertenece a la vieja política, la que practican el PP, el PSOE, Podemos y los nacionalismos fanatizados.
A personas como los seguidores de VOX, lo que más les ofende es comprobar que sus políticos son como los demás y que las mentiras y engaños tienen cabida también en el nuevo partido de las ilusiones y el verdadero cambio.
Abascal y los suyos se han equivocado si concebían a VOX como un impulso regenerador con capacidad de conquistar España, que nutre sus filas con ciudadanos decentes, defensores de los valores y la ética, patriotas y decepcionados, pero han acertado si lo que quieren es un partido político más, que ocupe el especio de la derecha más radical.
Pero si lo que quieren es ser sólo un partido de derecha radical, entonces que se olviden del poder y de aglutinar a lo mejor de la nación, que huirá de VOX y seguirá siendo la mas hermosa y esperanzadora tribu solitaria y no encuadrada de españoles libres, frustrados y decepcionados por la asquerosa política.
¿Hay solución? Si, pero es dura y escasamente probable. Macarena Olona debe reconocer que su huida despavorida de Andalucía fue una traición a los que le votaron y un paso en falso, mientras que VOX debe repescarla como dirigente y cambiar su comportamiento, regresando a los orígenes, cuando VOX era la mas grande esperanza de la política española y el ariete imparable que golpeaba a los corruptos y a los grandes dramas de España: corrupción, inmigración descontrolada, abuso de poder, desprecio a la familia, marginación legal de los varones, abuso del sistema autonómico, despilfarro y un largo etcétera.
Ah, y una aclaración: a pesar de sus errores, VOX, por sus ideas y por su historia limpia, sigue siendo para mi la mejor opción, si hay que elegir en España.
Francisco Rubiales
Comentarios: