
Imagen de Ayuso, presentada como heroína que se asemeja a Agustina de Aragón en la lucha contra los enemigos de España.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha sabido identificarse con el sentir mayoritario de los madrileños, un pueblo que en gran parte ha decidido pararle los pies al dictador Sánchez y que ha derrotado ampliamente al PSOE en las urnas, tras haber asumido que ese partido encarna como ningún otro la corrupción, el abuso de poder y el asesinato de la libertad y la democracia en España.
Ayuso es ya la más fuerte candidata a sustituir al flácido y blandengue Feijóo, cuya oposición al sanchismo es demasiado débil y torpe para causar daño al dictador socialista. Millones de españoles creen que con Ayuso liderando la derecha, Sánchez y su corte de aliados corruptos y enemigos de España no tendrían futuro. Pero, por ahora, el partido prefiere tener como líder a un gallina.
Algunos se preguntan cuál es el secreto del éxito de Ayuso en su lucha contra Sánchez. Es muy sencillo: ella sabe que con los tiranos no se dialoga ni se negocia y que la única medicina que esos desalmados entienden es el ataque implacable y continuo, algo que desconoce el pusilánime Feijóo.
Ayuso cree que con los tiranos no hay diálogo posible, mientras que Feijóo se empeña en ser aliado en las sombras del sanchismo y su cómplice en suciedades como el poyo a los ladrones de viviendas (okupas), la actitud condescendiente con los separatistas y la inmigración ilegal que está inundando las calles de las ciudades españolas de delincuencia e inseguridad.
También es partidaria de entenderse con VOX, partido al que Feijóo ha declarado la guerra y al que odia más que al socialismo corrupto de Sánchez.
Ayuso denuncia que Sánchez está obsesionado con Franco y que su política prioritaria no es el bien común sino permanecer en el poder, como sea. Afirma también que Sánchez quiere matarla políticamente y asegura que el tirano socialista, rebosante de odio, está incapacitado para gobernar.
También acusa al sanchismo de utilizar programas informáticos sofisticados y desconocidos para la mayoría, que les sirven para borrar conversaciones comprometidas, mensajes y pruebas de los teléfonos y para librarse así del castigo judicial que les amenaza por sus corrupciones y abusos. Afirma que sus conversaciones con Sánchez sobre la pandemia han desaparecido de su teléfono móvil.
La presidenta de Madrid es consciente de que ella representa en España la punta de lanza contra el dictador Sánchez y sabe que ese lucha le proporciona los votos de los demócratas y de las personas que quieren cambio y regeneración, que son cada día más.
Cientos de miles de personas en la derecha española piden que Ayuso lidere la batalla contra el sanchismo y sus aliados que odian a España, ya que está mucho más capacitada que Feijóo para ganar esa batalla, como lo demuestra el hecho palpable de que el PSOE está hecho trizas en Madrid, donde ha sido relegado a ser la tercera fuerza.
Madrid, una comunidad abierta, acogedora, moderna y la más próspera y económicamente pujante de España, tras haber sobrepasado a Cataluña, es ya la vanguardia en la lucha contra el sanchismo y la mayor esperanza de cambio y regeneración frente a las mafias socialistas y separatistas que gobiernan sin valores ni respeto a la Constitución.
Francisco Rubiales
Ayuso es ya la más fuerte candidata a sustituir al flácido y blandengue Feijóo, cuya oposición al sanchismo es demasiado débil y torpe para causar daño al dictador socialista. Millones de españoles creen que con Ayuso liderando la derecha, Sánchez y su corte de aliados corruptos y enemigos de España no tendrían futuro. Pero, por ahora, el partido prefiere tener como líder a un gallina.
Algunos se preguntan cuál es el secreto del éxito de Ayuso en su lucha contra Sánchez. Es muy sencillo: ella sabe que con los tiranos no se dialoga ni se negocia y que la única medicina que esos desalmados entienden es el ataque implacable y continuo, algo que desconoce el pusilánime Feijóo.
Ayuso cree que con los tiranos no hay diálogo posible, mientras que Feijóo se empeña en ser aliado en las sombras del sanchismo y su cómplice en suciedades como el poyo a los ladrones de viviendas (okupas), la actitud condescendiente con los separatistas y la inmigración ilegal que está inundando las calles de las ciudades españolas de delincuencia e inseguridad.
También es partidaria de entenderse con VOX, partido al que Feijóo ha declarado la guerra y al que odia más que al socialismo corrupto de Sánchez.
Ayuso denuncia que Sánchez está obsesionado con Franco y que su política prioritaria no es el bien común sino permanecer en el poder, como sea. Afirma también que Sánchez quiere matarla políticamente y asegura que el tirano socialista, rebosante de odio, está incapacitado para gobernar.
También acusa al sanchismo de utilizar programas informáticos sofisticados y desconocidos para la mayoría, que les sirven para borrar conversaciones comprometidas, mensajes y pruebas de los teléfonos y para librarse así del castigo judicial que les amenaza por sus corrupciones y abusos. Afirma que sus conversaciones con Sánchez sobre la pandemia han desaparecido de su teléfono móvil.
La presidenta de Madrid es consciente de que ella representa en España la punta de lanza contra el dictador Sánchez y sabe que ese lucha le proporciona los votos de los demócratas y de las personas que quieren cambio y regeneración, que son cada día más.
Cientos de miles de personas en la derecha española piden que Ayuso lidere la batalla contra el sanchismo y sus aliados que odian a España, ya que está mucho más capacitada que Feijóo para ganar esa batalla, como lo demuestra el hecho palpable de que el PSOE está hecho trizas en Madrid, donde ha sido relegado a ser la tercera fuerza.
Madrid, una comunidad abierta, acogedora, moderna y la más próspera y económicamente pujante de España, tras haber sobrepasado a Cataluña, es ya la vanguardia en la lucha contra el sanchismo y la mayor esperanza de cambio y regeneración frente a las mafias socialistas y separatistas que gobiernan sin valores ni respeto a la Constitución.
Francisco Rubiales
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