
Existe en España una verdad sobrecogedora de la que no se habla públicamente porque se trata de un asqueroso signo de corrupción y bajeza política que exaspera al poder: las dos organizaciones más delictivas de España, después de la banda criminal ETA, son el PSOE y el PP, tanto por el número de militantes y cargos condenados como por el de investigados y bajo sospecha seria de delito.
Ambos partidos son pura cochambre ética, una realidad inquietante y sucia que cierra las puertas de un futuro limpio e impide que exista una democracia en España.
La corrupción se extiende como una mancha de aceite por el mapa de España y, a juzgar por el principio de que lo que se ve es apenas el 10 por ciento de la realidad, el número de corruptos en la política española debe superar la cifra de cien mil.
Esa masa de golfos y sinvergüenzas se engullen o despilfarran cada año casi el 10 por ciento del PIB de la nación, todo un freno para el progreso, la prosperidad y la fortaleza de la nación.
Ese partido en el poder que se autoproclama "progresista" es justo lo contrario: el mayor freno al progreso real de la nación española. Por desgracia, el PSOE es seguido de cerca en la carrera de corrupción por otros partidos como el PP, los comunistas totalitarios y los nacionalismos delictivos que protegen a Sánchez, odian a España y luchan por destruirla.
Los dos grandes partidos de España (PSOE y PP) han perdido solidez ideológica en los últimos años, hasta el punto de que sus militantes y cuadros están hoy unidos no tanto por las ideas como por los privilegios y el dinero que sus partidos les proporcionan.
Toda esa amalgama de corrupción, impunidad, privilegios, dinero y poder hacen de España, sin la menor duda, el mayor paraíso europeo para golfos y sinvergüenzas.
Del mismo modo que la miel atrae a las moscas, la corrupción atrae a la delincuencia mundial. España es hoy uno de los focos mundiales más pujantes para el blanqueo de dinero sucio, el tráfico y consumo de drogas, las inversiones mafiosas, el refugio de delincuentes internacionales, la trata de blancas, los concursos amañados y la delincuencia callejera en sus más variadas e imaginativas facetas.
La corrupción, el despilfarro y el clientelismo consumen tanto dinero que España está hoy mendigando en Europa fondos para pagar su necesario rearme, ante el estupor de sus socios, que no entienden como un país que recibe tanto turismo y que crece a un ritmo envidiable no tiene dinero para comprar armas porque los políticos corruptos lo gastan todo en comprar votos para mantenerse en el poder.
Francisco Rubiales
Ambos partidos son pura cochambre ética, una realidad inquietante y sucia que cierra las puertas de un futuro limpio e impide que exista una democracia en España.
La corrupción se extiende como una mancha de aceite por el mapa de España y, a juzgar por el principio de que lo que se ve es apenas el 10 por ciento de la realidad, el número de corruptos en la política española debe superar la cifra de cien mil.
Esa masa de golfos y sinvergüenzas se engullen o despilfarran cada año casi el 10 por ciento del PIB de la nación, todo un freno para el progreso, la prosperidad y la fortaleza de la nación.
Ese partido en el poder que se autoproclama "progresista" es justo lo contrario: el mayor freno al progreso real de la nación española. Por desgracia, el PSOE es seguido de cerca en la carrera de corrupción por otros partidos como el PP, los comunistas totalitarios y los nacionalismos delictivos que protegen a Sánchez, odian a España y luchan por destruirla.
Los dos grandes partidos de España (PSOE y PP) han perdido solidez ideológica en los últimos años, hasta el punto de que sus militantes y cuadros están hoy unidos no tanto por las ideas como por los privilegios y el dinero que sus partidos les proporcionan.
Toda esa amalgama de corrupción, impunidad, privilegios, dinero y poder hacen de España, sin la menor duda, el mayor paraíso europeo para golfos y sinvergüenzas.
Del mismo modo que la miel atrae a las moscas, la corrupción atrae a la delincuencia mundial. España es hoy uno de los focos mundiales más pujantes para el blanqueo de dinero sucio, el tráfico y consumo de drogas, las inversiones mafiosas, el refugio de delincuentes internacionales, la trata de blancas, los concursos amañados y la delincuencia callejera en sus más variadas e imaginativas facetas.
La corrupción, el despilfarro y el clientelismo consumen tanto dinero que España está hoy mendigando en Europa fondos para pagar su necesario rearme, ante el estupor de sus socios, que no entienden como un país que recibe tanto turismo y que crece a un ritmo envidiable no tiene dinero para comprar armas porque los políticos corruptos lo gastan todo en comprar votos para mantenerse en el poder.
Francisco Rubiales
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