
Sánchez es un infractor de la ley que promueve injusticias y desigualdades y como tal será la Justicia quien le ajuste cuentas y le haga caer.
Él ha conseguido tejer una red brutal de poderes absolutos y controles mafiosos y antidemocráticos que le hace prácticamente invencible e impune en España.
Controla y administra la mentira, el miedo, la división y el enfrentamiento. Tiene sometidos al Rey, a las Fuerzas Armadas, al Congreso, a la mayoría de los medios de comunicación y a los partidos indeseables que odian a España, desde comunistas a separatistas y ex terroristas. Además, controla resortes decisivos del poder, como el escrutinio electoral, que le permite robar escaños, el Banco de España, la radio y la televisión pública, los sindicatos, el servicio de correos, los sondeos de opinión del CIS y muchas otras organizaciones, empresas y recursos, previamente corrompidos y ocupados por sus amigos y cómplices.
El sanchismo ha inventado una nueva ruta que conduce hacia el Estado totalitario sin verter sangre, sin ejercer demasiada violencia, sin torturas descaradas, pero con métodos tan crueles como la marginación, la persecución, el acoso fiscal, el asesinato progresivo de la democracia, la violación permanente de la Constitución y los derechos humanos básicos, la compra de voluntades, la manipulación informativa, el uso del dinero público en comprar votos y muchas arbitrariedades, aberraciones y brutalidades antidemocráticas y promotoras de la más sucia tiranía.
Es una variante de la ruta cubana, la que emplearon Hugo Chaves y Daniel Ortega para esclavizar a sus pueblos, pero adaptada al mundo próspero y democrático occidental. Se trata, como establece el modelo cubano, de nunca abandonar el poder una vez que se conquista, preferiblemente por las urnas, practicando todo tipo de trucos y suciedades, incluyendo la corrupción de las fuerzas armadas, la ocupación del poder judicial y el pucherazo electoral, para permanecer eternamente al mando.
Pero Sánchez se está encontrando en España con una resistencia inesperada, sobre todo de la Justicia y de parte importante de la ciudadanía, que le rechaza, le pita, le abuchea y le odia.
La respuesta de Sánchez a esa resistencia es de manual y consiste en envilecer la sociedad con delincuencia y medidas frustrantes y destructivas para desanimar a la resistencia y demostrarle cada día que no existe esperanza de victoria en la lucha contra el poder político.
Esa respuesta de Sánchez a los que resisten incluye la protección a los ladrones de viviendas, la constante subida de impuestos, muchos de ellos confiscatorios, el acoso silencioso a los críticos y a las empresas, la subida del alquiler de viviendas, el uso del miedo como arma del poder, como ha ocurrido con el COVID y con catástrofes como la de Valencia, el empobrecimiento constante de la población, la liquidación de las clases medias y otras muchas brutalidades.
El entramado mafioso creado por Sánchez es enormemente eficaz y, ante la cobardía y castración de las grandes instituciones defensivas de España, como la Corona, la Prensa Libre, las Fuerza Armadas y parte de la Justicia, impide la regeneración.
Las dos únicas vías que quedan abiertas para la lucha por la libertad y la decencia son la resistencia ciudadana y la Justicia española y Europea, que esperamos que se conviertan en la tumba del peor sátrapa que ha padecido España en el poder desde la expulsión de los sarracenos.
Francisco Rubiales
Él ha conseguido tejer una red brutal de poderes absolutos y controles mafiosos y antidemocráticos que le hace prácticamente invencible e impune en España.
Controla y administra la mentira, el miedo, la división y el enfrentamiento. Tiene sometidos al Rey, a las Fuerzas Armadas, al Congreso, a la mayoría de los medios de comunicación y a los partidos indeseables que odian a España, desde comunistas a separatistas y ex terroristas. Además, controla resortes decisivos del poder, como el escrutinio electoral, que le permite robar escaños, el Banco de España, la radio y la televisión pública, los sindicatos, el servicio de correos, los sondeos de opinión del CIS y muchas otras organizaciones, empresas y recursos, previamente corrompidos y ocupados por sus amigos y cómplices.
El sanchismo ha inventado una nueva ruta que conduce hacia el Estado totalitario sin verter sangre, sin ejercer demasiada violencia, sin torturas descaradas, pero con métodos tan crueles como la marginación, la persecución, el acoso fiscal, el asesinato progresivo de la democracia, la violación permanente de la Constitución y los derechos humanos básicos, la compra de voluntades, la manipulación informativa, el uso del dinero público en comprar votos y muchas arbitrariedades, aberraciones y brutalidades antidemocráticas y promotoras de la más sucia tiranía.
Es una variante de la ruta cubana, la que emplearon Hugo Chaves y Daniel Ortega para esclavizar a sus pueblos, pero adaptada al mundo próspero y democrático occidental. Se trata, como establece el modelo cubano, de nunca abandonar el poder una vez que se conquista, preferiblemente por las urnas, practicando todo tipo de trucos y suciedades, incluyendo la corrupción de las fuerzas armadas, la ocupación del poder judicial y el pucherazo electoral, para permanecer eternamente al mando.
Pero Sánchez se está encontrando en España con una resistencia inesperada, sobre todo de la Justicia y de parte importante de la ciudadanía, que le rechaza, le pita, le abuchea y le odia.
La respuesta de Sánchez a esa resistencia es de manual y consiste en envilecer la sociedad con delincuencia y medidas frustrantes y destructivas para desanimar a la resistencia y demostrarle cada día que no existe esperanza de victoria en la lucha contra el poder político.
Esa respuesta de Sánchez a los que resisten incluye la protección a los ladrones de viviendas, la constante subida de impuestos, muchos de ellos confiscatorios, el acoso silencioso a los críticos y a las empresas, la subida del alquiler de viviendas, el uso del miedo como arma del poder, como ha ocurrido con el COVID y con catástrofes como la de Valencia, el empobrecimiento constante de la población, la liquidación de las clases medias y otras muchas brutalidades.
El entramado mafioso creado por Sánchez es enormemente eficaz y, ante la cobardía y castración de las grandes instituciones defensivas de España, como la Corona, la Prensa Libre, las Fuerza Armadas y parte de la Justicia, impide la regeneración.
Las dos únicas vías que quedan abiertas para la lucha por la libertad y la decencia son la resistencia ciudadana y la Justicia española y Europea, que esperamos que se conviertan en la tumba del peor sátrapa que ha padecido España en el poder desde la expulsión de los sarracenos.
Francisco Rubiales
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