
Marruecos, el mayor comprador de armas estadounidenses en África, dispondrá del sistema de defensa aérea Patriot
Merece la pena analizar la advertencia del ex jefe del Estado Mayor del Ejército español, que lanza a la España cobarde y adormilada una alerta de alarma con grave contenido de verdad. "Marruecos es una amenaza directa para España y acabará en un conflicto armado".
Muchísimos suicidas insensatos critican el rearme de España y el capitán de los insensatos, Pedro Sánchez, dice que no le gusta la palabra "rearme" y que prefiere hablar de "seguridad".
Seguramente no le gusta porque rearme es comprar armas y engrosar efectivos y recursos para la guerra, mientras que la seguridad puede incluir hasta los sueldos de los policías, los coches patrulla y hasta las alarmas que se instalen en las viviendas de los ministros.
Sin embargo, pocos países de Europa están tan amenazados de guerra como España, que tiene dos enemigos altamente peligrosos; la Rusia de Putin y el Marruecos del sultán corrupto que nos odia.
España es un país tan deteriorado moralmente, tan cobarde y tan pésimamente gobernado que se niega a reconocer que tiene de vecino a un país enemigo, Marruecos, con el que tarde o temprano tendrá que enfrentarse en un conflicto armado. En lugar de prepararse para esa contienda, que es la única amenaza grave y real en nuestro horizonte inmediato, el gobierno español cierra los ojos,
El argumento más sólido en favor del rearme de España es que Marruecos se está rearmando intensamente, adquiriendo equipos y armas de última generación, como sólo lo hace quien se prepara para la guerra.
España, como país con una posición geoestratégica clave en el Mediterráneo, enfrenta desafíos de seguridad que no pueden ser ignorados, especialmente en relación con Marruecos. La historia reciente ha mostrado tensiones recurrentes entre ambos países, como las disputas por Ceuta, Melilla y las aguas territoriales, además de la presión migratoria que a menudo se utiliza como herramienta política. Aunque la diplomacia ha sido el enfoque principal para gestionar estas fricciones, el creciente fortalecimiento militar de Marruecos, respaldado por inversiones en armamento moderno y alianzas estratégicas, sugiere que España debería reconsiderar su capacidad defensiva. Rearmarse no implica una postura beligerante, sino garantizar una disuasión creíble que proteja sus intereses soberanos frente a posibles amenazas emergentes en la región.
Por otro lado, el rearmamento español también respondería a un contexto global más amplio, donde la estabilidad en el norte de África y el Sahel se deteriora, afectando directamente a Europa. Marruecos, aunque aliado en temas como el control migratorio, mantiene una postura ambivalente que podría volverse más asertiva si percibe debilidad en sus vecinos. Unas fuerzas armadas españolas modernizadas y bien equipadas no solo reforzarían la seguridad nacional, sino que también enviarían un mensaje claro de compromiso con la defensa de sus fronteras y su papel en la OTAN. Invertir en tecnología militar, vigilancia marítima y capacidades de respuesta rápida sería una medida prudente para equilibrar la relación con Marruecos, preservando la paz mediante la preparación y no la confrontación.
Francisco Rubiales
Muchísimos suicidas insensatos critican el rearme de España y el capitán de los insensatos, Pedro Sánchez, dice que no le gusta la palabra "rearme" y que prefiere hablar de "seguridad".
Seguramente no le gusta porque rearme es comprar armas y engrosar efectivos y recursos para la guerra, mientras que la seguridad puede incluir hasta los sueldos de los policías, los coches patrulla y hasta las alarmas que se instalen en las viviendas de los ministros.
Sin embargo, pocos países de Europa están tan amenazados de guerra como España, que tiene dos enemigos altamente peligrosos; la Rusia de Putin y el Marruecos del sultán corrupto que nos odia.
España es un país tan deteriorado moralmente, tan cobarde y tan pésimamente gobernado que se niega a reconocer que tiene de vecino a un país enemigo, Marruecos, con el que tarde o temprano tendrá que enfrentarse en un conflicto armado. En lugar de prepararse para esa contienda, que es la única amenaza grave y real en nuestro horizonte inmediato, el gobierno español cierra los ojos,
El argumento más sólido en favor del rearme de España es que Marruecos se está rearmando intensamente, adquiriendo equipos y armas de última generación, como sólo lo hace quien se prepara para la guerra.
España, como país con una posición geoestratégica clave en el Mediterráneo, enfrenta desafíos de seguridad que no pueden ser ignorados, especialmente en relación con Marruecos. La historia reciente ha mostrado tensiones recurrentes entre ambos países, como las disputas por Ceuta, Melilla y las aguas territoriales, además de la presión migratoria que a menudo se utiliza como herramienta política. Aunque la diplomacia ha sido el enfoque principal para gestionar estas fricciones, el creciente fortalecimiento militar de Marruecos, respaldado por inversiones en armamento moderno y alianzas estratégicas, sugiere que España debería reconsiderar su capacidad defensiva. Rearmarse no implica una postura beligerante, sino garantizar una disuasión creíble que proteja sus intereses soberanos frente a posibles amenazas emergentes en la región.
Por otro lado, el rearmamento español también respondería a un contexto global más amplio, donde la estabilidad en el norte de África y el Sahel se deteriora, afectando directamente a Europa. Marruecos, aunque aliado en temas como el control migratorio, mantiene una postura ambivalente que podría volverse más asertiva si percibe debilidad en sus vecinos. Unas fuerzas armadas españolas modernizadas y bien equipadas no solo reforzarían la seguridad nacional, sino que también enviarían un mensaje claro de compromiso con la defensa de sus fronteras y su papel en la OTAN. Invertir en tecnología militar, vigilancia marítima y capacidades de respuesta rápida sería una medida prudente para equilibrar la relación con Marruecos, preservando la paz mediante la preparación y no la confrontación.
Francisco Rubiales
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