Un país como la España del presente no está capacitado para votar en democracia, ni es capaz de elegir a los mejores. El odio imperante nubla las mentes y las elecciones se convertirán en exhibiciones conflictivas de cuchilladas, rencores y venganzas.
Los demócratas están deseosos de castigar a los políticos, a los que acusan de haber destrozado la convivencia y los viejos valores. Los pobres, animados por el gobierno, odian a los ricos, Los ladrones de viviendas (okupas) son ya una plaga que se siente protegida por el gobierno y los propietarios acusan al poder político de complicidad con la delincuencia.
Mientras tanto, los precios de las viviendas y alquileres escalan y se tornan imposibles, en las calles y plazas se dispara la delincuencia, en gran parte protagonizada por inmigrantes extranjeros, parte de los cuales llegan sin filtros ni controles y sin ánimo de integrarse y trabajar, anhelando vivir de las pagas y ayudas que les otorga el gobierno comunista-socialista.
Vascos y catalanes son masivamente rechazados por el desprecio a España que demuestran y por culpa de un gobierno que los ha llenado de ventajas y privilegios. Los políticos vascos y catalanes son los españoles más desleales, pero son tratados mejor que los leales y cumplidores de Andalucía, Extremadura, Castilla y otras regiones porque el corrupto gobierno de Sánchez necesita sus voto para conservar el poder.
El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, es la principal encarnación de la corrupción y del mal gobierno. Su familia más cercana y sus colaboradores principales están con un pie en la cárcel, mientras su gobierno coloniza todo lo que puede, se apodera de las instituciones claves, miente, engaña, compra medios de prensa y periodistas y acosa a los jueces y periodistas independientes y críticos.
La sociedad española, por culpa de los políticos y por cobardía del propio pueblo, está seriamente envilecida y la corrupción es ya un sucio espectáculo teatral con funciones diarias.
Algunas empresas y muchos profesionales de primer nivel huyen al extranjero en busca de países con más seguridad jurídica y una fiscalidad más justa, donde no se sientan expoliados por el gobierno, como les ocurre en España.
Todo este caos y descalabro de la ilusión, la esperanza y el optimismo se produce en un ambiente ensombrecido por la mentira, el abuso de poder la decadencia y la inseguridad jurídica, enfermedades que, a la larga, siempre son letales en las democracias.
La sanidad y la educación están retrocediendo y son las primeras víctimas de la corrupción e ineficacia de los políticos.
Los hombres creen que las mujeres están siendo favorecidas por las leyes. Muchos jóvenes temen casarse y las mujeres empiezan a no encontrar parejas para formar una familia. El ambiente en muchos hogares está enrarecido por factores como las opiniones políticas enfrentadas y la incapacidad que tienen los hijos para independizarse y formar su propia familia.
Mientras tanto, los políticos viven en la abundancia y se hacen pronto millonarios. La gente habla de las viviendas de lujo adquiridas por políticos y de las cuentas que tienen en paraísos fiscales.
Los poderosos hace mucho tiempo que dejaron de ser ejemplares y se han convertido en escándalos andantes que envían a la sociedad española un mensaje claro: quien no se hace rico es imbécil.
España está emputecida y los emputecedores principales son los malditos políticos.
Francisco Rubiales
Los demócratas están deseosos de castigar a los políticos, a los que acusan de haber destrozado la convivencia y los viejos valores. Los pobres, animados por el gobierno, odian a los ricos, Los ladrones de viviendas (okupas) son ya una plaga que se siente protegida por el gobierno y los propietarios acusan al poder político de complicidad con la delincuencia.
Mientras tanto, los precios de las viviendas y alquileres escalan y se tornan imposibles, en las calles y plazas se dispara la delincuencia, en gran parte protagonizada por inmigrantes extranjeros, parte de los cuales llegan sin filtros ni controles y sin ánimo de integrarse y trabajar, anhelando vivir de las pagas y ayudas que les otorga el gobierno comunista-socialista.
Vascos y catalanes son masivamente rechazados por el desprecio a España que demuestran y por culpa de un gobierno que los ha llenado de ventajas y privilegios. Los políticos vascos y catalanes son los españoles más desleales, pero son tratados mejor que los leales y cumplidores de Andalucía, Extremadura, Castilla y otras regiones porque el corrupto gobierno de Sánchez necesita sus voto para conservar el poder.
El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, es la principal encarnación de la corrupción y del mal gobierno. Su familia más cercana y sus colaboradores principales están con un pie en la cárcel, mientras su gobierno coloniza todo lo que puede, se apodera de las instituciones claves, miente, engaña, compra medios de prensa y periodistas y acosa a los jueces y periodistas independientes y críticos.
La sociedad española, por culpa de los políticos y por cobardía del propio pueblo, está seriamente envilecida y la corrupción es ya un sucio espectáculo teatral con funciones diarias.
Algunas empresas y muchos profesionales de primer nivel huyen al extranjero en busca de países con más seguridad jurídica y una fiscalidad más justa, donde no se sientan expoliados por el gobierno, como les ocurre en España.
Todo este caos y descalabro de la ilusión, la esperanza y el optimismo se produce en un ambiente ensombrecido por la mentira, el abuso de poder la decadencia y la inseguridad jurídica, enfermedades que, a la larga, siempre son letales en las democracias.
La sanidad y la educación están retrocediendo y son las primeras víctimas de la corrupción e ineficacia de los políticos.
Los hombres creen que las mujeres están siendo favorecidas por las leyes. Muchos jóvenes temen casarse y las mujeres empiezan a no encontrar parejas para formar una familia. El ambiente en muchos hogares está enrarecido por factores como las opiniones políticas enfrentadas y la incapacidad que tienen los hijos para independizarse y formar su propia familia.
Mientras tanto, los políticos viven en la abundancia y se hacen pronto millonarios. La gente habla de las viviendas de lujo adquiridas por políticos y de las cuentas que tienen en paraísos fiscales.
Los poderosos hace mucho tiempo que dejaron de ser ejemplares y se han convertido en escándalos andantes que envían a la sociedad española un mensaje claro: quien no se hace rico es imbécil.
España está emputecida y los emputecedores principales son los malditos políticos.
Francisco Rubiales
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