La escalada en la guerra de Ucrania continúa y el conflicto con los rusos, perdiendo ahora, es cada día más peligroso por temor a una reacción desesperada de Putin, tentado de utilizar sus armas atómicas para exterminar al enemigo.
Las torturas y asesinatos de civiles por parte de los soldados rusos reflejan desesperación y una especie de locura que sólo se produce en los grupos humanos desquiciados por el miedo y la derrota. Los soldados rusos, asustados y sin moral, asesinan como perros rabiosos.
"En el siglo XXI, estos ataques contra la población civil son impensables y aborrecibles" ha declara Jan Lipavsky, ministro de Exteriores de la República Checa, país que preside la Unión Europea y que ha solicitado una investigación oficial sobre los crímenes rusos.
La desmoralización de los rusos es un fenómeno inesperado, pero lógico. Las guerras caprichosas, que sólo responden al deseo de los políticos, como la de Ucrania, tienen poco futuro porque los soldados no quieren morir sin una razón poderosa para exponer la vida. Los ucranianos están motivados porque defienden su existencia como nación y su libertad, pero los rosos carecen de ánimo para el combate y eso se traduce en cobardía, escaso empuje y ataques sin potencia.
Ante la contraofensiva de los ucranianos, los soldados rusos se disfrazaban de civiles y escapaban del frente montados en bicicletas robadas o simplemente corriendo, ofreciendo un espectáculo vergonzante para el temible Ejercito Rojo, que adquirió fama y prestigio mundial después de su aplastante victoria sobre los nazis, en la II Guerra Mundial.
La guerra de Ucrania está demostrando al mundo que las guerras modernas ya no son posibles únicamente porque la deseen los que mandan. Los soldados tienen que estar fuertemente motivados o lucharan sin eficacia, intentando preservar sus vidas, sin arrojo ni valor.
Se trata de una gran noticia para la civilización humana porque a partir del conflicto de Ucrania las guerras de capricho serán escasas y los políticos canallas tendrán que recurrir a máquinas para agredir.
Francisco Rubiales
Las torturas y asesinatos de civiles por parte de los soldados rusos reflejan desesperación y una especie de locura que sólo se produce en los grupos humanos desquiciados por el miedo y la derrota. Los soldados rusos, asustados y sin moral, asesinan como perros rabiosos.
"En el siglo XXI, estos ataques contra la población civil son impensables y aborrecibles" ha declara Jan Lipavsky, ministro de Exteriores de la República Checa, país que preside la Unión Europea y que ha solicitado una investigación oficial sobre los crímenes rusos.
La desmoralización de los rusos es un fenómeno inesperado, pero lógico. Las guerras caprichosas, que sólo responden al deseo de los políticos, como la de Ucrania, tienen poco futuro porque los soldados no quieren morir sin una razón poderosa para exponer la vida. Los ucranianos están motivados porque defienden su existencia como nación y su libertad, pero los rosos carecen de ánimo para el combate y eso se traduce en cobardía, escaso empuje y ataques sin potencia.
Ante la contraofensiva de los ucranianos, los soldados rusos se disfrazaban de civiles y escapaban del frente montados en bicicletas robadas o simplemente corriendo, ofreciendo un espectáculo vergonzante para el temible Ejercito Rojo, que adquirió fama y prestigio mundial después de su aplastante victoria sobre los nazis, en la II Guerra Mundial.
La guerra de Ucrania está demostrando al mundo que las guerras modernas ya no son posibles únicamente porque la deseen los que mandan. Los soldados tienen que estar fuertemente motivados o lucharan sin eficacia, intentando preservar sus vidas, sin arrojo ni valor.
Se trata de una gran noticia para la civilización humana porque a partir del conflicto de Ucrania las guerras de capricho serán escasas y los políticos canallas tendrán que recurrir a máquinas para agredir.
Francisco Rubiales
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