Analizas la última etapa de la Historia española y te extrañas de la existencia de Pedro Sánchez y sus secuaces, todavía dueños del poder ¿De dónde han salido? No pueden ser hijos de aquellos españoles honrados y limpios que dormían con las puertas abiertas y desconocían la corrupción. Más que hijos de España parecen bastardos del diablo.
Es incomprensible, indignante y digno de llanto que el 29 por ciento de los españoles todavía sigan protegiendo y votando, según las últimas encuestas, al psicópata Sánchez, el peor y más dañino enemigo de España.
A un tipo como Sánchez, carcomido por la corrupción, mentiroso, manipulador, avariento, tirano, propagador de odios y divisiones, con su familia y allegados en las puertas de la cárcel y sin una gota de amor a su patria, solo pueden votarlo los que son semejantes a él y algunos desinformados que desconocen lo que está ocurriendo en España.
La Justicia y la Guardia Civil han demostrado hasta la saciedad que el PSOE y el gobierno están hasta las trancas de corrupción. Los casos de Ábalos, Koldo, Begoña, el hermano de Sánchez y otros son tan repugnantes que ya habrían provocado la dimisión de cualquier presidente de gobierno en cualquier rincón del mundo civilizado.
En USA ha ganado el sentido común y en España ganará también, pero habrá que cerrar antes la charcutería del PSOE.
España sería una gran nación si no existiera el sanchismo, que actúa como elemento contaminante y fuerza degradante que propicia que España sea refugio de gobernantes corruptos, totalitarios, ladrones de viviendas, delincuentes de todo tipo y partidos políticos degenerados.
La situación de España es tan grave que puede afirmarse que el más valioso y honrado acto de amor a España en estos tiempos es echar a Pedro Sánchez del poder.
La supervivencia de algo tan tóxico como el sanchismo sólo se explica si se admite que el veneno corrupto del socialismo sanchista, capaz de vender y destrozar España a cambio de poder, ha infectado a una parte importante de la sociedad, que es capaz de votar la suciedad y la tiranía.
Francisco Rubiales
Es incomprensible, indignante y digno de llanto que el 29 por ciento de los españoles todavía sigan protegiendo y votando, según las últimas encuestas, al psicópata Sánchez, el peor y más dañino enemigo de España.
A un tipo como Sánchez, carcomido por la corrupción, mentiroso, manipulador, avariento, tirano, propagador de odios y divisiones, con su familia y allegados en las puertas de la cárcel y sin una gota de amor a su patria, solo pueden votarlo los que son semejantes a él y algunos desinformados que desconocen lo que está ocurriendo en España.
La Justicia y la Guardia Civil han demostrado hasta la saciedad que el PSOE y el gobierno están hasta las trancas de corrupción. Los casos de Ábalos, Koldo, Begoña, el hermano de Sánchez y otros son tan repugnantes que ya habrían provocado la dimisión de cualquier presidente de gobierno en cualquier rincón del mundo civilizado.
En USA ha ganado el sentido común y en España ganará también, pero habrá que cerrar antes la charcutería del PSOE.
España sería una gran nación si no existiera el sanchismo, que actúa como elemento contaminante y fuerza degradante que propicia que España sea refugio de gobernantes corruptos, totalitarios, ladrones de viviendas, delincuentes de todo tipo y partidos políticos degenerados.
La situación de España es tan grave que puede afirmarse que el más valioso y honrado acto de amor a España en estos tiempos es echar a Pedro Sánchez del poder.
La supervivencia de algo tan tóxico como el sanchismo sólo se explica si se admite que el veneno corrupto del socialismo sanchista, capaz de vender y destrozar España a cambio de poder, ha infectado a una parte importante de la sociedad, que es capaz de votar la suciedad y la tiranía.
Francisco Rubiales
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