El presidente andaluz copia a Madrid y suprime el Impuesto del Patrimonio, provocando una tormenta en el codicioso y avaro socialismo español
Aquella frase de Zapatero, cuando dijo que "Bajar impuestos es de izquierda" es aborrecida por el codicioso sanchismo, consciente de que solo comprando votos, medios de comunicación, recursos de propaganda y voluntades puede aspirar a ganar unas elecciones y conservar su poder. La prueba de esa enfermedad maligna del socialismo español es que el gobierno de España es el único que ha subido y sube impuestos cuando el resto de los países europeos los baja para reactivar la economía, postrada por la crisis del coronavirus y la actual inflación.
Pero el presidente Moreno Bonilla ha enervado y enrabietado a la izquierda española porque no se ha limitado a anunciar el fin de ese impuesto ladrón, sino que ha invitado a los empresarios del resto de España, en especial a los catalanes y a los de las autonomías regidas por los socialistas, donde los impuestos son más altos y depredadores, a que se trasladen a Andalucía, que ya es la segunda región española con menor presión fiscal, después de Madrid., argumentando que Andalucía, sin robar sus herencias ni su patrimonio a los ciudadanos, tiene, además, una envidiable calidad de vida y recibe a los emprendedores con los brazos abiertos y agradecimiento.
No va a producirse una desbandada de víctimas de la codicia de Sánchez emigrando hasta Andalucía, pero la mayoría de los ciudadanos se sienten explotados por un sanchismo que exige austeridad y privaciones al pueblo, mientras que Sánchez y los suyos viven a cuerpo de rey, rodeados de privilegios y lujos costosos.
El sanchismo se ha sentido herido y, desde su soberbia y codicia, en lugar de sumarse a la corriente general de reducir los impuestos para ayudar a los ciudadanos, se han sentido heridos y ahora quieren "armonizar" la fiscalidad en toda España impidiendo lo que ellos llaman "competencia fiscal", cuando en realidad lo que desean en seguir expoliando a la ciudadanía y llenándose los bolsillos.
Lo que ha hecho Moreno Bonilla ha sido un perfecto y oportuno golpe al avariento sanchismo, precisamente en plena precampaña para las elecciones autonómicas y municipales, en las que el PSOE se juega perder o conservar la gran fuerza que le dan las alcaldías, diputaciones y los gobiernos regionales que controla.
Moreno, con un sorprendente descaro y frescura, se ha dirigido al expoliado empresario catalán, víctima de impuestos tan indecentes como los de Sucesiones y Patrimonio, diciéndoles "Aquí está vuestra tierra".
Nadie duda que los catalanes y vascos, que hasta ahora eran los beneficiados y ricos, presionarán a Pedro Sánchez para que aplaste las iniciativas de bajadas de impuestos que está lanzando la derecha española, siguiendo los pasos del resto de Europa. Lo harán porque temen que las regiones con fiscalidad benévola, como Madrid y Andalucía, las sobrepasen y sean las más prósperas y agradables para vivir.
En tiempos del emperador Trajano los impuestos representaban el 5 por ciento del dinero en manos de los ciudadanos. En la Edad Media subió hasta un diez por ciento o un 12 en los peores casos. Sin embargo, la izquierda actual los ha elevado casi a la mitad de los ingresos reales, una barbaridad política y económica porque está demostrado que los impuestos elevados empobrecen a los pueblos y sólo enriquecen a los que gobiernan.
La España de Pedro Sánchez es uno de los veinte países que cobran más impuestos del mundo y con esa sucia etiqueta nadie puede ganar unas elecciones en Europa, salvo que haga trampas.
Francisco Rubiales
Pero el presidente Moreno Bonilla ha enervado y enrabietado a la izquierda española porque no se ha limitado a anunciar el fin de ese impuesto ladrón, sino que ha invitado a los empresarios del resto de España, en especial a los catalanes y a los de las autonomías regidas por los socialistas, donde los impuestos son más altos y depredadores, a que se trasladen a Andalucía, que ya es la segunda región española con menor presión fiscal, después de Madrid., argumentando que Andalucía, sin robar sus herencias ni su patrimonio a los ciudadanos, tiene, además, una envidiable calidad de vida y recibe a los emprendedores con los brazos abiertos y agradecimiento.
No va a producirse una desbandada de víctimas de la codicia de Sánchez emigrando hasta Andalucía, pero la mayoría de los ciudadanos se sienten explotados por un sanchismo que exige austeridad y privaciones al pueblo, mientras que Sánchez y los suyos viven a cuerpo de rey, rodeados de privilegios y lujos costosos.
El sanchismo se ha sentido herido y, desde su soberbia y codicia, en lugar de sumarse a la corriente general de reducir los impuestos para ayudar a los ciudadanos, se han sentido heridos y ahora quieren "armonizar" la fiscalidad en toda España impidiendo lo que ellos llaman "competencia fiscal", cuando en realidad lo que desean en seguir expoliando a la ciudadanía y llenándose los bolsillos.
Lo que ha hecho Moreno Bonilla ha sido un perfecto y oportuno golpe al avariento sanchismo, precisamente en plena precampaña para las elecciones autonómicas y municipales, en las que el PSOE se juega perder o conservar la gran fuerza que le dan las alcaldías, diputaciones y los gobiernos regionales que controla.
Moreno, con un sorprendente descaro y frescura, se ha dirigido al expoliado empresario catalán, víctima de impuestos tan indecentes como los de Sucesiones y Patrimonio, diciéndoles "Aquí está vuestra tierra".
Nadie duda que los catalanes y vascos, que hasta ahora eran los beneficiados y ricos, presionarán a Pedro Sánchez para que aplaste las iniciativas de bajadas de impuestos que está lanzando la derecha española, siguiendo los pasos del resto de Europa. Lo harán porque temen que las regiones con fiscalidad benévola, como Madrid y Andalucía, las sobrepasen y sean las más prósperas y agradables para vivir.
En tiempos del emperador Trajano los impuestos representaban el 5 por ciento del dinero en manos de los ciudadanos. En la Edad Media subió hasta un diez por ciento o un 12 en los peores casos. Sin embargo, la izquierda actual los ha elevado casi a la mitad de los ingresos reales, una barbaridad política y económica porque está demostrado que los impuestos elevados empobrecen a los pueblos y sólo enriquecen a los que gobiernan.
La España de Pedro Sánchez es uno de los veinte países que cobran más impuestos del mundo y con esa sucia etiqueta nadie puede ganar unas elecciones en Europa, salvo que haga trampas.
Francisco Rubiales
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