Por el horizonte de España se aproximan nuevos impuestos y más recortes y reformas autoritarias, obra de una clase política que no está dispuesta a cumplir los deseos más básicos e intensos de los españoles, que son el fin de la corrupción, un intenso adelgazamiento del Estado, menos impuestos, mejores servicios y más ahorro por parte de una clase política despilfarradora, que se endeuda de manera demencial, condenando a los españoles a ser esclavos del gran capital para las próximas tres generaciones.
La experiencia y la inteligencia nos dicen que el enemigo del progreso es la clase política o el Estado de partidos, pero no queremos darnos cuenta. Ellos han construido un Estado a su medida, no a la medida del ciudadano, que cuida más los intereses de los políticos que los del pueblo, adaptado a sus necesidades y privilegios, un estado de partidos oligárquicos, dentro de un sistema sin separación de poderes ni representación, que tiene muchos rasgos dictatoriales.
Parecen fuertes, pero son débiles. Son fuertes si nos enfrentamos a ellos con violencia porque entonces se sentirían legitimados para arrojarnos encima a las fuerzas policiales y militares, pero son débiles, sorprendentemente débiles, ante una actuación ciudadana de protesta y boicot pacífica, responsable y civilizada.
Tenemos un mecanismo pacífico y legal que es mucho más contundente y eficaz que cualquier revolución armada, que todas las algaradas callejeras y manifestaciones de protesta. Se trata de decir "NO", de negarse a votar a los partidos que nos han destrozado la nación, sobre todo al PSOE, el PP y sus socios comunistas y de la escoria nacionalista vasca y catalana.
En las próximas elecciones hay que votar a partidos nuevos, que no se hayan manchado con la corrupción y el abuso de poder, o quedarnos en caso practicando una abstención masiva que evidencie el descontento del pueblo con la morralla política.
Votar a los responsables del desastre es acudir al matadero voluntariamente. El bipartidismo y la escoria comunista y nacionalista no merecen un sólo voto. Las próximas elecciones deben convertirse en el puñetazo en la mesa que dan los ciudadanos españoles ante la desvergüenza e ignominia que representa la clase política, las más inepta, antidemocrática, corrupta y desprestigiada de toda Europa.
No se trata de un golpe de efecto, sino de abrir las puertas a una regeneración, más necesaria para España que el aire que se respira. Una regeneración de la que surgirá una democracia verdadera, sin corruptos en el poder, sin partidos dictatoriales que anteponen sus intereses al bien común, sin líderes mediocres y fracasados que dominan la escena, con un Estado de todos, desalojados de okupas sin ética ni valores.
Francisco Rubiales
La experiencia y la inteligencia nos dicen que el enemigo del progreso es la clase política o el Estado de partidos, pero no queremos darnos cuenta. Ellos han construido un Estado a su medida, no a la medida del ciudadano, que cuida más los intereses de los políticos que los del pueblo, adaptado a sus necesidades y privilegios, un estado de partidos oligárquicos, dentro de un sistema sin separación de poderes ni representación, que tiene muchos rasgos dictatoriales.
Parecen fuertes, pero son débiles. Son fuertes si nos enfrentamos a ellos con violencia porque entonces se sentirían legitimados para arrojarnos encima a las fuerzas policiales y militares, pero son débiles, sorprendentemente débiles, ante una actuación ciudadana de protesta y boicot pacífica, responsable y civilizada.
Tenemos un mecanismo pacífico y legal que es mucho más contundente y eficaz que cualquier revolución armada, que todas las algaradas callejeras y manifestaciones de protesta. Se trata de decir "NO", de negarse a votar a los partidos que nos han destrozado la nación, sobre todo al PSOE, el PP y sus socios comunistas y de la escoria nacionalista vasca y catalana.
En las próximas elecciones hay que votar a partidos nuevos, que no se hayan manchado con la corrupción y el abuso de poder, o quedarnos en caso practicando una abstención masiva que evidencie el descontento del pueblo con la morralla política.
Votar a los responsables del desastre es acudir al matadero voluntariamente. El bipartidismo y la escoria comunista y nacionalista no merecen un sólo voto. Las próximas elecciones deben convertirse en el puñetazo en la mesa que dan los ciudadanos españoles ante la desvergüenza e ignominia que representa la clase política, las más inepta, antidemocrática, corrupta y desprestigiada de toda Europa.
No se trata de un golpe de efecto, sino de abrir las puertas a una regeneración, más necesaria para España que el aire que se respira. Una regeneración de la que surgirá una democracia verdadera, sin corruptos en el poder, sin partidos dictatoriales que anteponen sus intereses al bien común, sin líderes mediocres y fracasados que dominan la escena, con un Estado de todos, desalojados de okupas sin ética ni valores.
Francisco Rubiales
Comentarios: