Por el momento es difícil saber si Trump es un salvador o un ganster, un reformador del mundo o un matón de barrio. Lo único que es evidente es que ha declarado la guerra comercial al mundo entero y ese cambio será toda una conmoción planetaria.
En el pasado, los aranceles y agresiones al comercio fueron la principal causa de las guerras.
Nadie discute que el mundo woke, hipócrita y belicoso de los socialistas y de las derechas contaminada de marxismo no merezca ser derruido, pero sí es discutible que tenga que hacerse desde la depredación y el matonismo, blanqueando a criminales como el ruso Putin y amenazando a sus viejos aliados de la OTAN con dejarlos abandonados al pillaje de los rusos.
Trump comenzó su mandato instalando la esperanza en la política mundial, pero también ha abierto las puertas al saqueo y la opresión de los fuertes sobre los débiles, un planteamiento ético nuevo y cargado de amenazas y maldad.
El miembro republicano por Tennessee de la Cámara de Representantes, Andy Ogles, define como nadie la naturaleza de los Estados Unidos bajo el gobierno de Trump: «somos, muy francamente, el depredador dominante».
"Trump es esencialmente un depredador” y un “sociópata exitoso”, dice el psiquiatra retirado de Harvard Lance M. Dodes que con ese diagnóstico se suma a una serie de expertos que cuestionan el estado mental del presidente estadounidense.
No sabemos todavía con seguridad si es un enviado del cielo para acabar con la miseria de las izquierdas globalistas corruptas o un vulgar matón lleno de peligro que tiene a mano el botón rojo de los misiles nucleares.
Algunos enemigos de la pocilga woke y marxista me han criticado por cuestionar a Trump. Les he respondido que Trump ha logrado que a la esperanza inicial que representaba agreguemos también el recelo, la desconfianza y la sospecha. Además, les he dicho que sus aranceles son una brutalidad inasumible, que el mal no puede combatirse con mal y que el deber de todo demócrata, sobre todo si se es periodista, es criticar lo que está mal y es contrario a la libertad, venga de donde venga.
Lo que merece Trump, por ahora, es recibir contrapartidas que le hagan reflexionar y mucha vigilancia. Hay que seguir sus pasos para discernir si solo está removiendo y agitando el mundo sucio que nos rodea o lo está depredando.
Francisco Rubiales
En el pasado, los aranceles y agresiones al comercio fueron la principal causa de las guerras.
Nadie discute que el mundo woke, hipócrita y belicoso de los socialistas y de las derechas contaminada de marxismo no merezca ser derruido, pero sí es discutible que tenga que hacerse desde la depredación y el matonismo, blanqueando a criminales como el ruso Putin y amenazando a sus viejos aliados de la OTAN con dejarlos abandonados al pillaje de los rusos.
Trump comenzó su mandato instalando la esperanza en la política mundial, pero también ha abierto las puertas al saqueo y la opresión de los fuertes sobre los débiles, un planteamiento ético nuevo y cargado de amenazas y maldad.
El miembro republicano por Tennessee de la Cámara de Representantes, Andy Ogles, define como nadie la naturaleza de los Estados Unidos bajo el gobierno de Trump: «somos, muy francamente, el depredador dominante».
"Trump es esencialmente un depredador” y un “sociópata exitoso”, dice el psiquiatra retirado de Harvard Lance M. Dodes que con ese diagnóstico se suma a una serie de expertos que cuestionan el estado mental del presidente estadounidense.
No sabemos todavía con seguridad si es un enviado del cielo para acabar con la miseria de las izquierdas globalistas corruptas o un vulgar matón lleno de peligro que tiene a mano el botón rojo de los misiles nucleares.
Algunos enemigos de la pocilga woke y marxista me han criticado por cuestionar a Trump. Les he respondido que Trump ha logrado que a la esperanza inicial que representaba agreguemos también el recelo, la desconfianza y la sospecha. Además, les he dicho que sus aranceles son una brutalidad inasumible, que el mal no puede combatirse con mal y que el deber de todo demócrata, sobre todo si se es periodista, es criticar lo que está mal y es contrario a la libertad, venga de donde venga.
Lo que merece Trump, por ahora, es recibir contrapartidas que le hagan reflexionar y mucha vigilancia. Hay que seguir sus pasos para discernir si solo está removiendo y agitando el mundo sucio que nos rodea o lo está depredando.
Francisco Rubiales
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