España tiene una crisis institucional monstruosa y una economía que depende demasiado de las ayudas europeas. Pedro Sánchez conduce a su país hacia el precipicio y es un rotundo fracasado, pero los millones que gasta en propaganda y en comprar voluntades corruptas ocultan esa realidad.
Intenta presumir de crecimiento económico y reducción del desempleo, pero se trata de otra mentira porque el crecimiento basado en ayudas no es sostenible si no hay reformas estructurales.
España atraviesa una crisis profunda, con una deuda histórica y una creciente desconfianza del ciudadano en las instituciones.
Sánchez ha convertido España en un insano campo de batalla ideológico, lleno de odio e irregularidades corruptas. El deterioro es tan profundo que la gestión de Sánchez está siendo vista con preocupación en Europa.
Uno de los mayores desastres del sanchismo es el acoso a los jueces que se atreven a plantarle cara y a imputar a sus familiares y colaboradores por corrupción y abuso de poder. Ha impulsado reformas que facilitan la corrupción y debilitan la Justicia, desde indultos a delincuentes políticos a rebaja de penas a corruptos.
Si usted pregunta a los jueces españoles íntegros si han sido presionados por la administración sanchista, le responderán con un SÍ rotundo y le citarán las reformas en las leyes y la presión mediática a los jueces honrados, toda una vergüenza en democracia.
La lista de las irregularidades y brutalidades antidemocráticas del sanchismo es inmensa, pero entre los muchos dramas creados destaca la manipulación de la información, el asesinato de la verdad y la compra descarada de periodistas y medios. A pesar de las denuncias de periodistas que son marginados y acosados por no someterse a las mentiras del sanchismo, Sánchez, con descaro de tirano impune, presume de transparencia y de libertad de prensa.
Su imagen está altamente deteriorada en Europa y el mundo. España, bajo su mandato, está marginada y casi aislada. Ni siquiera es invitada ya a los foros donde se discuten las estrategias y medidas que afectan al mundo, sobre todo a Europa.
Intenta vender un relato de estabilidad, pero la realidad es otra. El país está crispado, dividido y muy deteriorado, con crecimiento del odio y de la delincuencia y con las grandes instituciones desprestigiadas por permitir la decadencia brutal sin reaccionar, incluyendo la Monarquía y las Fuerzas Armadas.
La única gran resistencia antisanchista está en el Poder Judicial y en los reductos de ciudadanos decentes que se niegan a sumergirse en las cloacas del sanchismo. El resto, incluyendo al principal partido de la oposición, se muestra impotente y penosamente incapaz de plantar cara al gran corrupto de la Moncloa.
Su liderazgo es cuestionado incluso dentro de su propio espacio político y el Parlamento Europeo ha sido testigo de ello.
La realidad es que no existe en toda Europa un dirigente político más rechazado y odiado por su pueblo que Sánchez, que vive dentro de una burbuja de miedo que le convierte en un tipo acosado, rodeado de guardaespaldas y con pánico a ser pitado y abucheado en las calles.
España tiene un disfraz eficiente que le hace parecer un país próspero y feliz, pero la verdad oculta es que retrocede, se envilece y está siendo destrozado por sus propios gobernantes.
Francisco Rubiales
Intenta presumir de crecimiento económico y reducción del desempleo, pero se trata de otra mentira porque el crecimiento basado en ayudas no es sostenible si no hay reformas estructurales.
España atraviesa una crisis profunda, con una deuda histórica y una creciente desconfianza del ciudadano en las instituciones.
Sánchez ha convertido España en un insano campo de batalla ideológico, lleno de odio e irregularidades corruptas. El deterioro es tan profundo que la gestión de Sánchez está siendo vista con preocupación en Europa.
Uno de los mayores desastres del sanchismo es el acoso a los jueces que se atreven a plantarle cara y a imputar a sus familiares y colaboradores por corrupción y abuso de poder. Ha impulsado reformas que facilitan la corrupción y debilitan la Justicia, desde indultos a delincuentes políticos a rebaja de penas a corruptos.
Si usted pregunta a los jueces españoles íntegros si han sido presionados por la administración sanchista, le responderán con un SÍ rotundo y le citarán las reformas en las leyes y la presión mediática a los jueces honrados, toda una vergüenza en democracia.
La lista de las irregularidades y brutalidades antidemocráticas del sanchismo es inmensa, pero entre los muchos dramas creados destaca la manipulación de la información, el asesinato de la verdad y la compra descarada de periodistas y medios. A pesar de las denuncias de periodistas que son marginados y acosados por no someterse a las mentiras del sanchismo, Sánchez, con descaro de tirano impune, presume de transparencia y de libertad de prensa.
Su imagen está altamente deteriorada en Europa y el mundo. España, bajo su mandato, está marginada y casi aislada. Ni siquiera es invitada ya a los foros donde se discuten las estrategias y medidas que afectan al mundo, sobre todo a Europa.
Intenta vender un relato de estabilidad, pero la realidad es otra. El país está crispado, dividido y muy deteriorado, con crecimiento del odio y de la delincuencia y con las grandes instituciones desprestigiadas por permitir la decadencia brutal sin reaccionar, incluyendo la Monarquía y las Fuerzas Armadas.
La única gran resistencia antisanchista está en el Poder Judicial y en los reductos de ciudadanos decentes que se niegan a sumergirse en las cloacas del sanchismo. El resto, incluyendo al principal partido de la oposición, se muestra impotente y penosamente incapaz de plantar cara al gran corrupto de la Moncloa.
Su liderazgo es cuestionado incluso dentro de su propio espacio político y el Parlamento Europeo ha sido testigo de ello.
La realidad es que no existe en toda Europa un dirigente político más rechazado y odiado por su pueblo que Sánchez, que vive dentro de una burbuja de miedo que le convierte en un tipo acosado, rodeado de guardaespaldas y con pánico a ser pitado y abucheado en las calles.
España tiene un disfraz eficiente que le hace parecer un país próspero y feliz, pero la verdad oculta es que retrocede, se envilece y está siendo destrozado por sus propios gobernantes.
Francisco Rubiales
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