Los ciudadanos, en Ucrania, tiraron a un político corrupto a la basura
El PSOE teme que la izquierda se desmotive y que eso le haga perder las elecciones; el PP tiene miedo a que su decadencia se consolide y su caída continúe; Ciudadanos no sabe si los votantes van a abandonarle por sus dudas, bandazos y contradicciones y tienen un miedo atroz a que Rivera se convierta en una candidatura maldita para el pueblo; Unidas Podemos sabe que su declive es imparable y teme que su poder se deteriore todavía más ante la prueba de las urnas; VOX teme que el boicot que sufre le haga perder más votos y teme también que el impulso inicial que le llevó casi al cielo se debilite. Hasta el rey teme que una nuevas elecciones terminen por cansar al pueblo y que el ciudadano piense que la Corona, como la falsa democracia española, es un timo.
Las mentiras tienen el recorrido corto y los engaños y promesas falsas de las campañas electorales no surten el mismo efecto cuando las citas con las urnas no se distancian en el tiempo. Si la gente recuerda lo que le prometieron y no cumplieron, tal vez prefiera quedarse en sus casas para que no le engañen de nuevo y para no ser responsables del gobierno de mediocres y corruptos que, sin duda, subirá al poder.
Pedro Sánchez, al que las encuestas oficiales vaticinan una fácil victoria, oculta que el también siente pánico. Teme que el rechazo a su liderazgo cristalice, que los ciudadanos le culpen de no haber sabido formar un gobierno y que le castiguen cuando las arnas se destapen. Se siente acorralado por dos razones: la primera porque la creciente acusación de fraude electoral le hace un profundo daño a su candidatura; la segunda porque los votos que tiene le convierten en ganador, pero le colocan en el callejón sin salida de tener que pactar con los indeseables (totalitarios, nacionalistas, proetarras y golpistas antiespañoles) para poder gobernar, algo que despierta un recelo creciente en todos los rincones de España, incluso en su propio partido.
El rechazo a los políticos, que ya es espeluznante, puede incrementarse el 10 de noviembre y eso también llena de temor a los poderosos que se sienten inseguros porque la bonanza económica, que hace que los dramas se olviden, se está debilitando y la sombra de una nueva crisis planea por el ambiente, una crisis de la que serán culpados los políticos, con toda razón y justicia.
Pero el mayor temor de todos es que los ciudadanos dejen de ser imbéciles y se den cuenta que la democracia española está tan podrida y deteriorada que no existe y que es un auténtico timo.
Otros miedos que estremecen a la clase política son la existencia de VOX, un partido que se atreve, de manera temeraria, a decir la verdad y a poner al descubierto los grandes dramas y carencias del sistema: corrupción, la estafa de las autonomías, la llegada masiva de delincuentes disfrazados de inmigrantes y refugiados, la injusticia sangrante de las leyes de género, el desamparo de los débiles, el despilfarro, los privilegios desmesurados de los políticos y un largo etcétera que hacen de España una inmensa cloaca consentida y consensuada por los partidos políticos.
Temen, finalmente, que el blindaje que los medios de comunicación proporcionan a los grandes partidos y al sistema, ocultando sus miserias y potenciando sus valores, ya no surta el efecto deseado y que las redes sociales y la capacidad de los nuevos medios libres de Internet para desvelar los engaños y expandir la verdad logren deshacer el engaño y muestren la verdadera naturaleza, depredadora, mediocre y sin nivel, de la clase política tradicional.
Los políticos, atemorizados en estos días previos al voto popular, se esfuerzan por parecer amigables y humildes, ocultando sus fauces y garras afiladas dispuestas siempre a cazar ciudadanos, a expoliarlos y a aprovecharse de privilegios y ventajas que no merecen.
Hasta los más crueles y desleales de la escena, los nacionalistas, independentistas y amigos del terrorismo, sienten miedo a que el pueblo español por fin despierte y los mande a todos a que se ganen la vida con esfuerzo y competitividad, como el resto de la nación, algo que hiela la sangre a los sátrapas y parásitos de la política española.
Francisco Rubiales
Las mentiras tienen el recorrido corto y los engaños y promesas falsas de las campañas electorales no surten el mismo efecto cuando las citas con las urnas no se distancian en el tiempo. Si la gente recuerda lo que le prometieron y no cumplieron, tal vez prefiera quedarse en sus casas para que no le engañen de nuevo y para no ser responsables del gobierno de mediocres y corruptos que, sin duda, subirá al poder.
Pedro Sánchez, al que las encuestas oficiales vaticinan una fácil victoria, oculta que el también siente pánico. Teme que el rechazo a su liderazgo cristalice, que los ciudadanos le culpen de no haber sabido formar un gobierno y que le castiguen cuando las arnas se destapen. Se siente acorralado por dos razones: la primera porque la creciente acusación de fraude electoral le hace un profundo daño a su candidatura; la segunda porque los votos que tiene le convierten en ganador, pero le colocan en el callejón sin salida de tener que pactar con los indeseables (totalitarios, nacionalistas, proetarras y golpistas antiespañoles) para poder gobernar, algo que despierta un recelo creciente en todos los rincones de España, incluso en su propio partido.
El rechazo a los políticos, que ya es espeluznante, puede incrementarse el 10 de noviembre y eso también llena de temor a los poderosos que se sienten inseguros porque la bonanza económica, que hace que los dramas se olviden, se está debilitando y la sombra de una nueva crisis planea por el ambiente, una crisis de la que serán culpados los políticos, con toda razón y justicia.
Pero el mayor temor de todos es que los ciudadanos dejen de ser imbéciles y se den cuenta que la democracia española está tan podrida y deteriorada que no existe y que es un auténtico timo.
Otros miedos que estremecen a la clase política son la existencia de VOX, un partido que se atreve, de manera temeraria, a decir la verdad y a poner al descubierto los grandes dramas y carencias del sistema: corrupción, la estafa de las autonomías, la llegada masiva de delincuentes disfrazados de inmigrantes y refugiados, la injusticia sangrante de las leyes de género, el desamparo de los débiles, el despilfarro, los privilegios desmesurados de los políticos y un largo etcétera que hacen de España una inmensa cloaca consentida y consensuada por los partidos políticos.
Temen, finalmente, que el blindaje que los medios de comunicación proporcionan a los grandes partidos y al sistema, ocultando sus miserias y potenciando sus valores, ya no surta el efecto deseado y que las redes sociales y la capacidad de los nuevos medios libres de Internet para desvelar los engaños y expandir la verdad logren deshacer el engaño y muestren la verdadera naturaleza, depredadora, mediocre y sin nivel, de la clase política tradicional.
Los políticos, atemorizados en estos días previos al voto popular, se esfuerzan por parecer amigables y humildes, ocultando sus fauces y garras afiladas dispuestas siempre a cazar ciudadanos, a expoliarlos y a aprovecharse de privilegios y ventajas que no merecen.
Hasta los más crueles y desleales de la escena, los nacionalistas, independentistas y amigos del terrorismo, sienten miedo a que el pueblo español por fin despierte y los mande a todos a que se ganen la vida con esfuerzo y competitividad, como el resto de la nación, algo que hiela la sangre a los sátrapas y parásitos de la política española.
Francisco Rubiales
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