El globalismo ha incrementado la inseguridad y los crímenes, llenado las cárceles, generado inseguridad en la sociedad, creado guettos y barrios conflictivos en los que grupos de inmigrantes imponen su ley y también ha separado las razas y las culturas, en lugar de integrarlas. Las estadísticas, aunque los políticos lo nieguen, demuestran que el globalismo y la multiculturalidad son verdaderos fracasos.
Bajo las alas tramposas del globalismo abusivo, los políticos han incrementado su poder, se han alejado del pueblo y han cometido más abusos y corrupciones que nunca antes, mientras el mundo se ha deteriorado para el ciudadano, que se siente desamparado, impotente y falto de certezas, ilusiones y esperanzas.
La mejor explicación del triunfo de Donald Trump en Estados Unidos es la reacción airada de la sociedad norteamericana contra el buenismo, la hipocresía, el globalismo y el multiculturalismo, una cultura de izquierdas, importada de Europa y auspiciada por la socialdemocracia, representada en Estados Unidos por los demócratas, los Clinton y los Obama.
Contrariamente a lo esperado y a pesar de los muchos errores del presidente, los partidarios de Trump crecen y ya se habla de su posible victoria en las próximas elecciones. Aunque las tensiones en el mundo han crecido desde la llegada de Trump al poder, también han crecido la economía norteamericana y la confianza de los ciudadanos en su propio país, que ahora se hace más fuerte y hegemónico.
En otros muchos países donde el globalismo y la multiculturalidad han fracasado, los partidos patrióticos, clasificados por los políticos tradicionales y por los medios sometidos como de "extrema derecha", están creciendo, impulsados por el apoyo de un pueblo que está harto de los políticos hipócritas que dicen amar al pueblo cuando sólo se aman a si mismos, que proclaman la igualdad cuando sólo se benefician ellos.
Las actuales sociedades multiculturales deben ser rediseñadas porque no funcionan y las fronteras van a cerrarse de nuevo para impedir que lleguen demasiados inmigrantes sin los controles adecuados, sin valores positivos y con oleadas incluidas de delincuentes, tipos llenos de odio que rechazan la integración y vagos dispuestos a vivir únicamente de los subsidios.
Francisco Rubiales
Bajo las alas tramposas del globalismo abusivo, los políticos han incrementado su poder, se han alejado del pueblo y han cometido más abusos y corrupciones que nunca antes, mientras el mundo se ha deteriorado para el ciudadano, que se siente desamparado, impotente y falto de certezas, ilusiones y esperanzas.
La mejor explicación del triunfo de Donald Trump en Estados Unidos es la reacción airada de la sociedad norteamericana contra el buenismo, la hipocresía, el globalismo y el multiculturalismo, una cultura de izquierdas, importada de Europa y auspiciada por la socialdemocracia, representada en Estados Unidos por los demócratas, los Clinton y los Obama.
Contrariamente a lo esperado y a pesar de los muchos errores del presidente, los partidarios de Trump crecen y ya se habla de su posible victoria en las próximas elecciones. Aunque las tensiones en el mundo han crecido desde la llegada de Trump al poder, también han crecido la economía norteamericana y la confianza de los ciudadanos en su propio país, que ahora se hace más fuerte y hegemónico.
En otros muchos países donde el globalismo y la multiculturalidad han fracasado, los partidos patrióticos, clasificados por los políticos tradicionales y por los medios sometidos como de "extrema derecha", están creciendo, impulsados por el apoyo de un pueblo que está harto de los políticos hipócritas que dicen amar al pueblo cuando sólo se aman a si mismos, que proclaman la igualdad cuando sólo se benefician ellos.
Las actuales sociedades multiculturales deben ser rediseñadas porque no funcionan y las fronteras van a cerrarse de nuevo para impedir que lleguen demasiados inmigrantes sin los controles adecuados, sin valores positivos y con oleadas incluidas de delincuentes, tipos llenos de odio que rechazan la integración y vagos dispuestos a vivir únicamente de los subsidios.
Francisco Rubiales
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