Tristeza y dolor en los señoritos andaluces derrotados
Mientras los dueños del poder, los subvencionados y los amantes del Estado fuerte se lamentan y lloran por su derrota, los demócratas y los andaluces de bien saborean la esperanza y abren puertas y ventanas para que el maldito cortijo se airee, entre el sol y se mueran los bichos y ácaros. Después de casi cuatro décadas de socialismo, el cambio suena a revolución y parece un sueño. Algunos hasta proponen celebrar cada 9 de enero como el "día de la liberación".
El socialismo andaluz ha tenido casi 40 años para sacar Andalucía de la pobreza y el atraso pero han sido incapaces de lograrlo, a pesar de gobernar la tierra potencialmente más rica de España y de haber recibido más de 100.000 millones de euros, regalados por Europa, para estimular el desarrollo, gastados mal o empleados en otros fines ocultos, probablemente en financiar la inmensa red clientelar, la única gran obra del socialismo andaluz desde la muerte del dictador.
Es probable que los andaluces queden sorprendidos y deslumbrados cuando lleguen los cambios y descubran que el nuevo camino es mucho más próspero, libre y democrático, con menos impuestos, menos intervencionismo del gobierno, más empresas, más puestos de trabajo y menos poder político agobiante, incrustado en cada rincón de la vida. Habrá más igualdad y mejores servicios públicos y hasta la educación y la sanidad, de las que tanto alardeaban los señoritos, mejorarán sustancialmente, no porque se produzcan milagros con el nuevo gobierno, sino porque está demostrado en todo el planeta, cientos de veces, que el socialismo conduce a la miseria y las políticas liberales a la prosperidad y el avance, como ha ocurrido en Singapur, Eslovenia y otros muchos países.
Pronto descubrirán los andaluces que en un marco institucional liberal no hay cabida para la corrupción ni a las conexiones entre políticos y empresarios o grupos de interés para crear leyes a su favor, que les permita enriquecerse, mientras el resto se mantiene en la pobreza por no poder acceder a dicha riqueza. Si comparan Cuba con Canadá descubrirán que hace medio siglo los más ricos de Cuba eran los Castro y que hoy siguen siendo los Castro los más millonarios de la isla, rodeados de millones de indigentes. En Canadá, Estados Unidos y muchos países libres del dogal socialista, la riqueza se crea, fluye y los que se hacen ricos cada día son más y cambian sus lugares en la cumbre, mientras el pueblo, con libertad, empleo y dinero, es más libre, feliz y tiene opciones reales de crecimiento y avance.
Las medidas de gobierno pactadas entre el PP y Ciudadanos tienen un claro tinte liberal y se orientan más hacia el beneficio de los ciudadanos y de la economía y la creación de empleo que hacia el dominio y el control del poder. Esa es la gran diferencia entre los que llegan y los que se marchan del cortijo. Los acuerdos entre el PP y VOX, pactados para poder investir al nuevo gobierno, tocan puntos claves que constituían graves injusticias y aberraciones del antiguo régimen, muchas de ellas impuestas por el poder en contra de la voluntad popular.
Es inconcebible que los andaluces hayamos tardado casi 40 años en sacudirnos el yugo. Sin saberlo, hemos sido sometidos a un experimento de ingeniería política aterrador y profundamente injusto, que consistía en crear un Estado fuerte y tan poderoso que pudiera hacer lo que quisiera sin oposición y en aprovechar todo ese poder para perpetuarse en el gobierno, generando clientes dependientes, distribuyendo subvenciones, ocupando la sociedad civil hasta sus últimos espacios y convirtiendo a los ciudadanos en ganado ovino asustado, atolondrado e incapaz de reclamar sus derechos y rebelarse. Si no eras amigo del poder, tenías dificultades para encontrar trabajo, recibir ayudas y hacer negocios, pero si eras de la cuerda y, sobre todo, si tenías el carné del partido, las puertas se abrían, tenías un lugar entre los capataces del cortijo y la vida era más fácil.
Lógicamente, todo ese montaje, ya derrotado por la Historia cuando se derribó el Muro de Berlín, condujo a Andalucía hacia la pobreza y el atraso, espantando al dinero inversor y a las empresas, al mismo tiempo de que el grueso del dinero se empleaba en mantener el enorme y seboso Estado socialista, sin dejar apenas dinero disponible para inversiones y para financiar unos servicios fundamentales que se sometieron a recortes continuos y a deterioro, bajo la excusa de la crisis.
Toda esta Andalucía, dotada del gobierno regional más intervencionista y menos liberal de toda Europa, se derrumba ahora sin que nadie, salvo los dueños del cortijo, sus capataces, familiares y amigos, derramen una sola lágrima, después de 40 años siendo los nuevos señoritos andaluces, dueños del poder, del dinero, de los puestos de trabajo y de los recursos. Para encontrar en Europa algo parecido a lo que fue Andalucía hasta ayer, 9 de enero de 2019, hay que remontarse a una de aquellas repúblicas soviéticas en tiempos de Leónidas Breznev, donde la nomenclatura del partido comunista era la dueña de todo, incluso de la vida y hacienda de sus súbditos.
Que nadie crea que el futuro será un paseo militar sobre una tierra conquistada porque los subvencionados y los capataces se resistirán y los antiguos señoritos pondrán piedras en el camino y palos en las ruedas, pero nunca se ha podido frenar el verdadero progreso cuando es el pueblo mismo quien lo defiende.
Bienvenido sea el cambio liberador.
Francisco Rubiales
El socialismo andaluz ha tenido casi 40 años para sacar Andalucía de la pobreza y el atraso pero han sido incapaces de lograrlo, a pesar de gobernar la tierra potencialmente más rica de España y de haber recibido más de 100.000 millones de euros, regalados por Europa, para estimular el desarrollo, gastados mal o empleados en otros fines ocultos, probablemente en financiar la inmensa red clientelar, la única gran obra del socialismo andaluz desde la muerte del dictador.
Es probable que los andaluces queden sorprendidos y deslumbrados cuando lleguen los cambios y descubran que el nuevo camino es mucho más próspero, libre y democrático, con menos impuestos, menos intervencionismo del gobierno, más empresas, más puestos de trabajo y menos poder político agobiante, incrustado en cada rincón de la vida. Habrá más igualdad y mejores servicios públicos y hasta la educación y la sanidad, de las que tanto alardeaban los señoritos, mejorarán sustancialmente, no porque se produzcan milagros con el nuevo gobierno, sino porque está demostrado en todo el planeta, cientos de veces, que el socialismo conduce a la miseria y las políticas liberales a la prosperidad y el avance, como ha ocurrido en Singapur, Eslovenia y otros muchos países.
Pronto descubrirán los andaluces que en un marco institucional liberal no hay cabida para la corrupción ni a las conexiones entre políticos y empresarios o grupos de interés para crear leyes a su favor, que les permita enriquecerse, mientras el resto se mantiene en la pobreza por no poder acceder a dicha riqueza. Si comparan Cuba con Canadá descubrirán que hace medio siglo los más ricos de Cuba eran los Castro y que hoy siguen siendo los Castro los más millonarios de la isla, rodeados de millones de indigentes. En Canadá, Estados Unidos y muchos países libres del dogal socialista, la riqueza se crea, fluye y los que se hacen ricos cada día son más y cambian sus lugares en la cumbre, mientras el pueblo, con libertad, empleo y dinero, es más libre, feliz y tiene opciones reales de crecimiento y avance.
Las medidas de gobierno pactadas entre el PP y Ciudadanos tienen un claro tinte liberal y se orientan más hacia el beneficio de los ciudadanos y de la economía y la creación de empleo que hacia el dominio y el control del poder. Esa es la gran diferencia entre los que llegan y los que se marchan del cortijo. Los acuerdos entre el PP y VOX, pactados para poder investir al nuevo gobierno, tocan puntos claves que constituían graves injusticias y aberraciones del antiguo régimen, muchas de ellas impuestas por el poder en contra de la voluntad popular.
Es inconcebible que los andaluces hayamos tardado casi 40 años en sacudirnos el yugo. Sin saberlo, hemos sido sometidos a un experimento de ingeniería política aterrador y profundamente injusto, que consistía en crear un Estado fuerte y tan poderoso que pudiera hacer lo que quisiera sin oposición y en aprovechar todo ese poder para perpetuarse en el gobierno, generando clientes dependientes, distribuyendo subvenciones, ocupando la sociedad civil hasta sus últimos espacios y convirtiendo a los ciudadanos en ganado ovino asustado, atolondrado e incapaz de reclamar sus derechos y rebelarse. Si no eras amigo del poder, tenías dificultades para encontrar trabajo, recibir ayudas y hacer negocios, pero si eras de la cuerda y, sobre todo, si tenías el carné del partido, las puertas se abrían, tenías un lugar entre los capataces del cortijo y la vida era más fácil.
Lógicamente, todo ese montaje, ya derrotado por la Historia cuando se derribó el Muro de Berlín, condujo a Andalucía hacia la pobreza y el atraso, espantando al dinero inversor y a las empresas, al mismo tiempo de que el grueso del dinero se empleaba en mantener el enorme y seboso Estado socialista, sin dejar apenas dinero disponible para inversiones y para financiar unos servicios fundamentales que se sometieron a recortes continuos y a deterioro, bajo la excusa de la crisis.
Toda esta Andalucía, dotada del gobierno regional más intervencionista y menos liberal de toda Europa, se derrumba ahora sin que nadie, salvo los dueños del cortijo, sus capataces, familiares y amigos, derramen una sola lágrima, después de 40 años siendo los nuevos señoritos andaluces, dueños del poder, del dinero, de los puestos de trabajo y de los recursos. Para encontrar en Europa algo parecido a lo que fue Andalucía hasta ayer, 9 de enero de 2019, hay que remontarse a una de aquellas repúblicas soviéticas en tiempos de Leónidas Breznev, donde la nomenclatura del partido comunista era la dueña de todo, incluso de la vida y hacienda de sus súbditos.
Que nadie crea que el futuro será un paseo militar sobre una tierra conquistada porque los subvencionados y los capataces se resistirán y los antiguos señoritos pondrán piedras en el camino y palos en las ruedas, pero nunca se ha podido frenar el verdadero progreso cuando es el pueblo mismo quien lo defiende.
Bienvenido sea el cambio liberador.
Francisco Rubiales
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