El Papa Francisco ha dicho que los corruptos son "el anticristo", adoradores de sí mismos que sólo piensan en ellos y consideran que no necesitan de Dios. Si los cristianos creen en ese mensaje del pontífice, deben también asumir el deber de oponerse al anticristo y luchar contra sus obras: los partidos políticos, la injusticia, la tiranía, la mentira, la corrupción política y el abuso de poder en todo el planeta.
El Pontífice ha recordado la parábola que habla de la de aquellos que quieren adueñarse de la viña y han roto relaciones con Dios.
"Esas personas, poco a poco han roto esa relación con Dios y dicen: nosotros no necesitamos a ese patrón, que no venga a molestarnos. Esos son los corruptos, aquellos que eran pecadores como todos nosotros, pero han dado un paso adelante, se han consolidado en el pecado", ha asegurado Francisco.
El pontífice, como cientos de millones de ciudadanos honrados del mundo, debe estar asustado ante el avance de la maldad, el hundimiento de los valores y la cantidad de sinvergüenzas, canallas y delincuentes que se han apoderado del Estado en numerosos países.
La figura de Putin y su invasión de Ucrania ha llegado para demostrar que nuestro mundo está dominado por gente peligrosa y letal.
Pero Putin es sólo la punta visible del iceberg. Al frente de los gobiernos hay decenas de" putines" corruptos que se enriquecen ilícitamente, que reparten los bienes públicos entre sus amigos, que aprueban leyes inicuas, que patrocinan a las mafias, que generan dolor en su entorno y que escandalizan con sus comportamientos brutales como asesinos de la democracia y del bien común.
El acierto del papa es haber incluido en el concepto "corruptos" a toda la fauna malvada que está gobernando el mundo, muchas veces desde las sombras. Es fácil coincidir con el pontífice cuando afirma que los corruptos apartan al ser humano del camino de los valores, de la religión y de todo lo positivo, cumpliendo al pie de la letra el papel que los textos sagrados reservan al "anticristo", un ser, una entidad o un conjunto de seres cuya misión es propiciar el mal.
Anticristos son aquellos líderes y magnates que esparcen la semilla del mal, sobre todo los que asesinan la libertad, esclavizan a sus pueblos y concentran en ellos todo el poder y los privilegios, causando en su entorno la desolación, la pobreza y la muerte.
Extendiendo el concepto y haciéndolo descender sobre nuestra vida diaria, el anticristo es el conjunto de poderosos de la tierra y sus organizaciones, incluyendo a los políticos, sus partidos, los magnates, sus organizaciones y todos sus vasallos, dedicados a sembrar el mal y la desgracia en el mundo.
Recuerdo una cena con el viejo presidente italiano Sandro Pertini, a finales de 1982, siendo yo corresponsal de prensa en Roma, cuando me dijo que "a veces los peores llegan al poder y se dedican a destruir el mundo y a esclavizar a sus pueblos" y agregó que cuando eso ocurre, "el mundo entero se pone en peligro y reina el diablo".
Aquel viejo sabio se refería, seguramente, a la Italia corrupta de su época, podrida por partidos como la Democracia Cristiana, el Socialista (PCI) y el comunista (PCI), pero él se encargó de advertir que "Esa desgracia le puede ocurrir a cualquier país y al mundo entero".
Hoy ocurre en demasiados países y podemos ver al "Anticristo", sin careta ni disfraz, en Rusia, Estados Unidos, Gran Bretaña, España y decenas de otras naciones donde reinan la corrupción, el abuso de poder, la injusticia y la maldad.
Francisco Rubiales
El Pontífice ha recordado la parábola que habla de la de aquellos que quieren adueñarse de la viña y han roto relaciones con Dios.
"Esas personas, poco a poco han roto esa relación con Dios y dicen: nosotros no necesitamos a ese patrón, que no venga a molestarnos. Esos son los corruptos, aquellos que eran pecadores como todos nosotros, pero han dado un paso adelante, se han consolidado en el pecado", ha asegurado Francisco.
El pontífice, como cientos de millones de ciudadanos honrados del mundo, debe estar asustado ante el avance de la maldad, el hundimiento de los valores y la cantidad de sinvergüenzas, canallas y delincuentes que se han apoderado del Estado en numerosos países.
La figura de Putin y su invasión de Ucrania ha llegado para demostrar que nuestro mundo está dominado por gente peligrosa y letal.
Pero Putin es sólo la punta visible del iceberg. Al frente de los gobiernos hay decenas de" putines" corruptos que se enriquecen ilícitamente, que reparten los bienes públicos entre sus amigos, que aprueban leyes inicuas, que patrocinan a las mafias, que generan dolor en su entorno y que escandalizan con sus comportamientos brutales como asesinos de la democracia y del bien común.
El acierto del papa es haber incluido en el concepto "corruptos" a toda la fauna malvada que está gobernando el mundo, muchas veces desde las sombras. Es fácil coincidir con el pontífice cuando afirma que los corruptos apartan al ser humano del camino de los valores, de la religión y de todo lo positivo, cumpliendo al pie de la letra el papel que los textos sagrados reservan al "anticristo", un ser, una entidad o un conjunto de seres cuya misión es propiciar el mal.
Anticristos son aquellos líderes y magnates que esparcen la semilla del mal, sobre todo los que asesinan la libertad, esclavizan a sus pueblos y concentran en ellos todo el poder y los privilegios, causando en su entorno la desolación, la pobreza y la muerte.
Extendiendo el concepto y haciéndolo descender sobre nuestra vida diaria, el anticristo es el conjunto de poderosos de la tierra y sus organizaciones, incluyendo a los políticos, sus partidos, los magnates, sus organizaciones y todos sus vasallos, dedicados a sembrar el mal y la desgracia en el mundo.
Recuerdo una cena con el viejo presidente italiano Sandro Pertini, a finales de 1982, siendo yo corresponsal de prensa en Roma, cuando me dijo que "a veces los peores llegan al poder y se dedican a destruir el mundo y a esclavizar a sus pueblos" y agregó que cuando eso ocurre, "el mundo entero se pone en peligro y reina el diablo".
Aquel viejo sabio se refería, seguramente, a la Italia corrupta de su época, podrida por partidos como la Democracia Cristiana, el Socialista (PCI) y el comunista (PCI), pero él se encargó de advertir que "Esa desgracia le puede ocurrir a cualquier país y al mundo entero".
Hoy ocurre en demasiados países y podemos ver al "Anticristo", sin careta ni disfraz, en Rusia, Estados Unidos, Gran Bretaña, España y decenas de otras naciones donde reinan la corrupción, el abuso de poder, la injusticia y la maldad.
Francisco Rubiales
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