La sanidad andaluza es un desastre que resta votos al PP a borbotones. Si a eso se unen las extrañas alianzas del PP de Andalucía con el PSOE y contra VOX y su creciente blandura frente al socialismo, del que cada día parece más cerca, el liderazgo de Moreno Bonilla va en claro declive.
Muchos le consideran el heredero de Feijoo como alternativa blanda y socialdemócrata, opuesta a la estrategia de Ayuso y eso también le resta votos en los ámbitos de la derecha que quieren una oposición de hierro contra el corrupto sanchismo.
Juanma Moreno fue acogido por los andaluces con optimismo y esperanza porque creyeron que su moderación iría acompañada de rigor y determinación ante los vicios que el socialismo había sembrado en esta tierra, pero con el tiempo se ha comprobado que la moderación continúa, pero del rigor y el cambio prometidos frente al desastre socialista, nada de nada.
Muchos vicios socialistas y dirigentes del PSOE siguen activos y marcando la vida de los andaluces, que poco a poco descubren que hay avances, pero demasiado lentos y escasos y que hay aspectos vitales, como la sanidad, que funcionan hasta peor que en el pasado, cuando los chorizos gobernaban.
El Gobierno de Moreno Bonilla, preocupado por su declive y pérdida de votantes, quiere adoptar en Andalucía algunos rasgos nacionalistas, impulsando la identidad andaluza y el «habla andaluza» en centros educativos, un camino complicado y aventurado que nadie sabe como será recibido por los andaluces, demasiado universales y abiertos para parecerse a vascos y catalanes.
Hace poco, Moreno Bonilla sorprendió a todos cuando dijo del PSOE: “Es un partido histórico y necesario en la democracia española”, afirmación que refleja que él está cada día más cerca del socialismo, lo que exaspera a muchos andaluces que votaron por el cambio.
La inacción política se paga caro en Andalucía. Y Juanma la va a pagar muy cara si no reacciona con un vigor que para él sería desconocido. No ha cesado aún a ni uno solo de los responsables del Servicio Andaluz de Salud (SAS), de esos supuestos contratos en fraude de ley señalados por los interventores en sus informes, empezando por toda la estructura económica del SAS,
A Juanma Moreno le falta vigor en todo: en la voluntad de cambiar la Andalucía podrida heredada del socialismo, en su blando trato con el depredador Pedro Sánchez, en su incapacidad para cambiar el deteriorado sistema de funcionarios públicos y un largo etcétera cuyo denominador común es la incapacidad para afrontar con fuerza y determinación los cambios que Andalucía necesita.
Como consecuencia de ese sutil pero permanente deterioro de su imagen y prestigio, algunos en su entorno empiezan a moverse para situarse como herederos de la Presidencia, síntoma evidente de desgaste.
Francisco Rubiales
Muchos le consideran el heredero de Feijoo como alternativa blanda y socialdemócrata, opuesta a la estrategia de Ayuso y eso también le resta votos en los ámbitos de la derecha que quieren una oposición de hierro contra el corrupto sanchismo.
Juanma Moreno fue acogido por los andaluces con optimismo y esperanza porque creyeron que su moderación iría acompañada de rigor y determinación ante los vicios que el socialismo había sembrado en esta tierra, pero con el tiempo se ha comprobado que la moderación continúa, pero del rigor y el cambio prometidos frente al desastre socialista, nada de nada.
Muchos vicios socialistas y dirigentes del PSOE siguen activos y marcando la vida de los andaluces, que poco a poco descubren que hay avances, pero demasiado lentos y escasos y que hay aspectos vitales, como la sanidad, que funcionan hasta peor que en el pasado, cuando los chorizos gobernaban.
El Gobierno de Moreno Bonilla, preocupado por su declive y pérdida de votantes, quiere adoptar en Andalucía algunos rasgos nacionalistas, impulsando la identidad andaluza y el «habla andaluza» en centros educativos, un camino complicado y aventurado que nadie sabe como será recibido por los andaluces, demasiado universales y abiertos para parecerse a vascos y catalanes.
Hace poco, Moreno Bonilla sorprendió a todos cuando dijo del PSOE: “Es un partido histórico y necesario en la democracia española”, afirmación que refleja que él está cada día más cerca del socialismo, lo que exaspera a muchos andaluces que votaron por el cambio.
La inacción política se paga caro en Andalucía. Y Juanma la va a pagar muy cara si no reacciona con un vigor que para él sería desconocido. No ha cesado aún a ni uno solo de los responsables del Servicio Andaluz de Salud (SAS), de esos supuestos contratos en fraude de ley señalados por los interventores en sus informes, empezando por toda la estructura económica del SAS,
A Juanma Moreno le falta vigor en todo: en la voluntad de cambiar la Andalucía podrida heredada del socialismo, en su blando trato con el depredador Pedro Sánchez, en su incapacidad para cambiar el deteriorado sistema de funcionarios públicos y un largo etcétera cuyo denominador común es la incapacidad para afrontar con fuerza y determinación los cambios que Andalucía necesita.
Como consecuencia de ese sutil pero permanente deterioro de su imagen y prestigio, algunos en su entorno empiezan a moverse para situarse como herederos de la Presidencia, síntoma evidente de desgaste.
Francisco Rubiales
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