Dos periodistas andaluces, Francisco Rosell y Javier Caraballo, director y redactor jefe de "El Mundo" de Andalucía, respectivamente, se sentarán el próximo 19 de noviembre en el banquillo de la Audiencia de Sevilla, tras haber tenido que depositar fianzas escandalosamente millonarias, acusados por la cúpula del PSOE, con el presidente de la Junta, Manuel Chaves, a la cabeza.
Serán juzgados por la publicación en "El Mundo" del supuesto caso de espionaje al presidente de la Caja San Fernando, Juan Manuel López Benjumea, también imputado, que, según los acusados, fue ordenado por el poder gobernante.
El juicio, de alto contenido político, dividirá todavía más al ya prufundamente resquebrajado periodismo andaluz, que, salvo escasas excepciones, ha abandonado masivamente la independencia y el servicio a la verdad para tomar partido y alinearse con alguno de los grandes partidos políticos.
La mayor parte de los periodistas andaluces está en las filas del poder, donde algunos luchan por mantener su independencia en condiciones muy difíciles, mientras que la mayoría ha aceptado voluntariamente someterse al pensamiento dominante, ayudando con sus conocimientos y habilidades al PSOE, el partido gobernante.
Otros, aunque muchos menos, están en medios críticos con el poder y próximos a la oposición.
Los que han tomado partido realizan labores profesionales propias de los comisarios políticos, lo que significa ver y criticar los defectos y errores del adversario, mientras se silencian los del bando propio.
Muy pocos periodistas quedan que mantengan la independencia necesaria para criticar a ambos bandos y cumplir así con los deberes genuinos del periodismo libre, que sólo debe aliarse con la democracia y con la ciudadanía, manteniendo siempre la capacidad de criticar a los grandes poderes y de fiscalizar al gobierno, vitales para la salud de la democracia.
El hecho de que el máximo representante de los colegios de periodistas andaluces (FAAP) haya aplaudido el procesamiento de Rosell y Caraballo desde las páginas de "El País" demuestra hasta donde han llegado el "alineamiento", la división y los odios acumulados.
Aunque no existen estadísticas fiables, no es aventurado afirmar que al menos ocho de cada diez periodistas andaluces militan en el bando del poder y están influidos por el pensamiento dominante. La Junta de Andalucía es, con mucha diferencia, la primera empresa periodística de la comunidad y el primer empleador de periodistas. Son miles los que trabajan en gabinetes, empresas y medios de comunicación públicos o adictos al poder que gobierna.
Desde Voto en Blanco abogamos por la prevalencia de la libertad de expresión y de información, máximos valores en democracia, frente a políticos heridos o cabreados. También reclamamos la independencia de los periodistas y la recuperación de los principios y valores que otorgan dignidad y sentido al periodismo en democracia: la independencia y la capacidad crítica, imprescindibles para defender la verdad y para cumplir la misión de fiscalizar a un poder gobernante que, sin ser criticado y fiscalizado a través de la información libre y la verdad, tiende, irremediablemente, al totalitarismo.
Serán juzgados por la publicación en "El Mundo" del supuesto caso de espionaje al presidente de la Caja San Fernando, Juan Manuel López Benjumea, también imputado, que, según los acusados, fue ordenado por el poder gobernante.
El juicio, de alto contenido político, dividirá todavía más al ya prufundamente resquebrajado periodismo andaluz, que, salvo escasas excepciones, ha abandonado masivamente la independencia y el servicio a la verdad para tomar partido y alinearse con alguno de los grandes partidos políticos.
La mayor parte de los periodistas andaluces está en las filas del poder, donde algunos luchan por mantener su independencia en condiciones muy difíciles, mientras que la mayoría ha aceptado voluntariamente someterse al pensamiento dominante, ayudando con sus conocimientos y habilidades al PSOE, el partido gobernante.
Otros, aunque muchos menos, están en medios críticos con el poder y próximos a la oposición.
Los que han tomado partido realizan labores profesionales propias de los comisarios políticos, lo que significa ver y criticar los defectos y errores del adversario, mientras se silencian los del bando propio.
Muy pocos periodistas quedan que mantengan la independencia necesaria para criticar a ambos bandos y cumplir así con los deberes genuinos del periodismo libre, que sólo debe aliarse con la democracia y con la ciudadanía, manteniendo siempre la capacidad de criticar a los grandes poderes y de fiscalizar al gobierno, vitales para la salud de la democracia.
El hecho de que el máximo representante de los colegios de periodistas andaluces (FAAP) haya aplaudido el procesamiento de Rosell y Caraballo desde las páginas de "El País" demuestra hasta donde han llegado el "alineamiento", la división y los odios acumulados.
Aunque no existen estadísticas fiables, no es aventurado afirmar que al menos ocho de cada diez periodistas andaluces militan en el bando del poder y están influidos por el pensamiento dominante. La Junta de Andalucía es, con mucha diferencia, la primera empresa periodística de la comunidad y el primer empleador de periodistas. Son miles los que trabajan en gabinetes, empresas y medios de comunicación públicos o adictos al poder que gobierna.
Desde Voto en Blanco abogamos por la prevalencia de la libertad de expresión y de información, máximos valores en democracia, frente a políticos heridos o cabreados. También reclamamos la independencia de los periodistas y la recuperación de los principios y valores que otorgan dignidad y sentido al periodismo en democracia: la independencia y la capacidad crítica, imprescindibles para defender la verdad y para cumplir la misión de fiscalizar a un poder gobernante que, sin ser criticado y fiscalizado a través de la información libre y la verdad, tiende, irremediablemente, al totalitarismo.
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