
En el "Deep State" español gobiernan Sánchez y una tribu indecente de canallas, corruptos y enemigos de España
La conclusión de Trump y los suyos, ante el panorama deteriorado de Europa, es que "El progresismo, al igual que el comunismo, es enemigo de los pueblos para los que supuestamente gobierna".
Estados Unidos ha decidido desmantelar su Deep State (Estado podrido o profundo) y ya practica detenciones en el FBI, la CIA y la administración.
Si en España se hiciera lo mismo, como debería hacerse, habría que detener primero a Sánchez y a su gobierno y después a los demás chorizos y traidores.
El Deep State es un inmenso excremento en la cúspide del Estado, donde se demuestra que la colusión, la corrupción, el abuso y el amiguismo existen dentro del sistema político estadounidense y constituyen un gobierno oculto dentro del gobierno legítimamente elegido.
El ministro de defensa alemán, muy escaso de neuronas y valores, ha dicho que el discurso del vicepresidente Vance iba “contra la democracia”, cuando en realidad fue contra “un continente muerto de corrupción y vicio”. El diagnóstico erróneo del ministro alemán, compartido por Macrón, Sánchez y la mayoría de los actuales dirigentes europeos, demuestra que el vicio y la miopía política están incrustados en el alma de la política europea actual.
A pesar de los dramas descubiertos en la clase política de países como Gran Bretaña, Francia, Alemania y otros, el español Pedro Sánchez sigue siendo el paradigma de la falsedad progre y de la estafa al pueblo. El tipo mandamás de España dijo que no iba a pactar con Podemos y lo hizo. Dijo que no pactaría con ETA y hoy es su socio prioritario. Dijo que sentaría a Puigdemont en el banquillo y hoy gobierna con él, que no habría indultos y los hubo, que no habría amnistía y la aprobó y que lucharía contra una corrupción que en España es ya una infección terminal.
"Quién sino nosotros va a defender la verdad", acaba de preguntarse el presidente Sánchez, exhibiendo un cinismo aterrador y olvidando que él es un tipo tan rechazado por su pueblo que es pitado y abucheado cada vez que sale de la Moncloa y que se mueve con más guardaespaldas que Donald Trump y Putin juntos.
Francisco Rubiales
(Artículo de colaboración con la Fundación Tercer Milenio)
Estados Unidos ha decidido desmantelar su Deep State (Estado podrido o profundo) y ya practica detenciones en el FBI, la CIA y la administración.
Si en España se hiciera lo mismo, como debería hacerse, habría que detener primero a Sánchez y a su gobierno y después a los demás chorizos y traidores.
El Deep State es un inmenso excremento en la cúspide del Estado, donde se demuestra que la colusión, la corrupción, el abuso y el amiguismo existen dentro del sistema político estadounidense y constituyen un gobierno oculto dentro del gobierno legítimamente elegido.
El ministro de defensa alemán, muy escaso de neuronas y valores, ha dicho que el discurso del vicepresidente Vance iba “contra la democracia”, cuando en realidad fue contra “un continente muerto de corrupción y vicio”. El diagnóstico erróneo del ministro alemán, compartido por Macrón, Sánchez y la mayoría de los actuales dirigentes europeos, demuestra que el vicio y la miopía política están incrustados en el alma de la política europea actual.
A pesar de los dramas descubiertos en la clase política de países como Gran Bretaña, Francia, Alemania y otros, el español Pedro Sánchez sigue siendo el paradigma de la falsedad progre y de la estafa al pueblo. El tipo mandamás de España dijo que no iba a pactar con Podemos y lo hizo. Dijo que no pactaría con ETA y hoy es su socio prioritario. Dijo que sentaría a Puigdemont en el banquillo y hoy gobierna con él, que no habría indultos y los hubo, que no habría amnistía y la aprobó y que lucharía contra una corrupción que en España es ya una infección terminal.
"Quién sino nosotros va a defender la verdad", acaba de preguntarse el presidente Sánchez, exhibiendo un cinismo aterrador y olvidando que él es un tipo tan rechazado por su pueblo que es pitado y abucheado cada vez que sale de la Moncloa y que se mueve con más guardaespaldas que Donald Trump y Putin juntos.
Francisco Rubiales
(Artículo de colaboración con la Fundación Tercer Milenio)
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