Pedro Sánchez, implacable, desalmado, sin amor a España, dictador y entregado en cuerpo y alma al globalismo, se comporta como un claro enemigo de España
España, como patria común de los españoles y como Estado protector de la ciudadanía ya no existe. Solo queda un gobierno que quiere mantenerse en el poder como sea y una oposición del PP débil y escasamente fiable, incapaz de derrotar en las urnas a la coalición de los corruptos y marxistas, unida a los nacionalistas que odian a España. Sánchez y el PSOE nos han asesinado la patria y nadie ha sido capaz de defenderla, ni los civiles, ni los uniformes.
España ya no cuida de sus hijos. No existe como patria de los españoles y protectora de la ciudadanía. El PSOE nos ha asesinado la patria y nadie ha sido capaz de defenderla, sean coronados, civiles, togados o uniformados. Los españoles, desamparados por el Estado, sufren delincuencia callejera, sus casas son okupadas y Hacienda los acribilla a impuestos, mientras los servicios básicos se deterioran, empezando por la sanidad. Al gobierno sólo le interesa el poder y se despreocupa de los ciudadanos y de las empresas.
España es la puta de Europa. Siempre fue promiscua e infiel, pero con Zapatero se hizo puta profesional y creó muchos burdeles con dinero público. Hoy se prostituye con Marruecos, Unión Europea, comunismo internacional, OTAN, agenda 2030 y con quien caiga. Con Sánchez es viciosa.
Los territorios "no amigos" del gobierno del Estado son maltratados, pero los territorios "amigos" del gobierno del Estado todo lo contrario. La injusticia y la desigualdad campean por la vida política sin que ocurra nada. Las leyes no se aplican a los poderosos y los jueces están devaluados.
Lo que queda en España es una especie de "mafia" político-territorial que se dedica a disfrutar del botín del poder.
El deterioro nuclear del PSOE tuvo lugar cuando aceptó como Secretario General a un Pedro Sánchez que había sido expulsado de la dirección del partido por realizar trampas con una urna ilegal. Cuando un partido acepta como jefe a un corrupto, es porque está dispuesto a seguirlo.
Ha empobrecido al pueblo, lo ha infectado de odio, ha resucitado el pasado bélico para despertar rencores, ha eliminado delitos para beneficiar a sus socios delincuentes, gobierna con la chusma, miente, reparte de manera injusta los recursos públicos entre las regiones, ha asaltado la Justicia, ha indultado a delincuentes golpistas y ha convertido a España en una nación que no escucha a su pueblo, sin respeto a la voluntad popular, prostituta, al servicio del globalismo y de los poderes oscuros que mueven los hilos sin dar la cara.
El drama de España y el martirio de su pueblo, una de las operaciones políticas más tristes y dolorosos de la historia contemporánea de Europa, comenzó cuando el socialista Zapatero decidió romper el acuerdo de perdón y concordia que sellaron los españoles al abrazar la democracia, tras la muerte de Franco, y recurrió e resucitar los fantasmas del odio y de la Guerra Civil, dividiendo de nuevo a España en dos bandos enfrentados.
Con Sánchez, ese odio y división han alcanzado el cenit, al que se ha unido el maltrato a los españoles y la instauración de una tiranía sin democracia, sin respeto al Estado de Derecho y sin valores ni principios.
i siquiera tienen peso en los criterios dictatoriales del socialismo corrupto de Pedro Sánchez la opinión de los viejos socialistas que cimentaron el poder del partido tras la muerte de Franco. Sánchez y sus cipayos ya llaman "traidores" a Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo y a muchos otros que se oponen a la brutal decadencia y maldad que anida dentro del PSOE.
El resultado de todos estos dramas del socialismo corrupto de Sánchez es un país en decadencia, dividido, sometido a un tirano e infectado de corrupción, odio y abandono de la ciudadanía.
Ahora, en vísperas de que el socialismo corrompido avance de manera suicida hacia la ruptura, aprobando una amnistía que es contraria a la Constitución y un referendo de autodeterminación que todavía es más ilegal e indecente, gran parte del pueblo español, postrado y oprimido e impotente, mira con la esperanza de que intervengan y salven la nación hacia el monarca, los jueces, las fuerzas armadas y la sociedad civil, sin que ninguna de esas fuerzas, señaladas por la Constitución como defensivas de la nación española, de señales de vida.
Francisco Rubiales
España ya no cuida de sus hijos. No existe como patria de los españoles y protectora de la ciudadanía. El PSOE nos ha asesinado la patria y nadie ha sido capaz de defenderla, sean coronados, civiles, togados o uniformados. Los españoles, desamparados por el Estado, sufren delincuencia callejera, sus casas son okupadas y Hacienda los acribilla a impuestos, mientras los servicios básicos se deterioran, empezando por la sanidad. Al gobierno sólo le interesa el poder y se despreocupa de los ciudadanos y de las empresas.
España es la puta de Europa. Siempre fue promiscua e infiel, pero con Zapatero se hizo puta profesional y creó muchos burdeles con dinero público. Hoy se prostituye con Marruecos, Unión Europea, comunismo internacional, OTAN, agenda 2030 y con quien caiga. Con Sánchez es viciosa.
Los territorios "no amigos" del gobierno del Estado son maltratados, pero los territorios "amigos" del gobierno del Estado todo lo contrario. La injusticia y la desigualdad campean por la vida política sin que ocurra nada. Las leyes no se aplican a los poderosos y los jueces están devaluados.
Lo que queda en España es una especie de "mafia" político-territorial que se dedica a disfrutar del botín del poder.
El deterioro nuclear del PSOE tuvo lugar cuando aceptó como Secretario General a un Pedro Sánchez que había sido expulsado de la dirección del partido por realizar trampas con una urna ilegal. Cuando un partido acepta como jefe a un corrupto, es porque está dispuesto a seguirlo.
Ha empobrecido al pueblo, lo ha infectado de odio, ha resucitado el pasado bélico para despertar rencores, ha eliminado delitos para beneficiar a sus socios delincuentes, gobierna con la chusma, miente, reparte de manera injusta los recursos públicos entre las regiones, ha asaltado la Justicia, ha indultado a delincuentes golpistas y ha convertido a España en una nación que no escucha a su pueblo, sin respeto a la voluntad popular, prostituta, al servicio del globalismo y de los poderes oscuros que mueven los hilos sin dar la cara.
El drama de España y el martirio de su pueblo, una de las operaciones políticas más tristes y dolorosos de la historia contemporánea de Europa, comenzó cuando el socialista Zapatero decidió romper el acuerdo de perdón y concordia que sellaron los españoles al abrazar la democracia, tras la muerte de Franco, y recurrió e resucitar los fantasmas del odio y de la Guerra Civil, dividiendo de nuevo a España en dos bandos enfrentados.
Con Sánchez, ese odio y división han alcanzado el cenit, al que se ha unido el maltrato a los españoles y la instauración de una tiranía sin democracia, sin respeto al Estado de Derecho y sin valores ni principios.
i siquiera tienen peso en los criterios dictatoriales del socialismo corrupto de Pedro Sánchez la opinión de los viejos socialistas que cimentaron el poder del partido tras la muerte de Franco. Sánchez y sus cipayos ya llaman "traidores" a Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo y a muchos otros que se oponen a la brutal decadencia y maldad que anida dentro del PSOE.
El resultado de todos estos dramas del socialismo corrupto de Sánchez es un país en decadencia, dividido, sometido a un tirano e infectado de corrupción, odio y abandono de la ciudadanía.
Ahora, en vísperas de que el socialismo corrompido avance de manera suicida hacia la ruptura, aprobando una amnistía que es contraria a la Constitución y un referendo de autodeterminación que todavía es más ilegal e indecente, gran parte del pueblo español, postrado y oprimido e impotente, mira con la esperanza de que intervengan y salven la nación hacia el monarca, los jueces, las fuerzas armadas y la sociedad civil, sin que ninguna de esas fuerzas, señaladas por la Constitución como defensivas de la nación española, de señales de vida.
Francisco Rubiales
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