Dice que ha entrado la extrema derecha en España, pero lo que ha entrado de verdad, con su caída, es la esperanza
Ni siquiera se han dado cuenta de que los partidarios de Pedro Sánchez en Andalucía se han quedado en sus casas y se han abstenido para impedir que Susana Díaz se fortaleciera con una victoria. Ese descenso enorme de votos socialistas se debe al hartazgo de los ciudadanos y al boicot del sanchismo. Si no lo entienden así es porque están más muertos de lo que parece.
Todo es torpe, confuso e imbécil en la reacción de los socialistas derrotados. Su intento de conservar el poder encabezando una "cruzada" de los constitucionalistas contra VOX es una patraña demente cargada de surrealismo y de absurdo porque ellos saben que VOX ni es anticonstitucional, ni extrema derecha, sino una derecha nueva, patriota, no contaminada de socialdemocrácia y capaz de amar a España y de señalar, sin miedo, los grandes dramas de la nación, que tanto la izquierda como la derecha han ocultado, llenándose de oprobio.
Son ellos, los socialistas, los que se amparan en el anticonstitucionalismo y la antidemocracia engañando a los ciudadanos, explotándolos y gobernando España gracias al apoyo vergonzante de partidos anticonstitucionales como los golpistas catalanes, los proetarras de BILDU y los totalitarios y antidemócratas comunistas de Podemos.
La izquierda ha perdido la cordura y esa es la clave de lo que ha ocurrido en Andalucía. Podemos es otra formación que no ha entendido nada porque al aliarse con Izquierda Unida y hacerse comunista perdió la mejor baza que tenía, que era la capacidad de congregar a millones de españoles de todas las creencias e ideologías, descontentos con la corrupción, la ineficacia y el abuso. Al hacerse comunista, Podemos cerró el paso a las clases medias y a los demócratas, autocondenándose a ser una fuerza política marginal.
Anoche, cuando analizaba lo ocurrido ante el televisor, yo alucinaba y me indignaba porque ni los periodistas, que son otra tribu embotada y embrutecida por la sumisión al poder y la traición a la verdad, ni los políticos, verdaderos cadáveres ambulantes, sabían interpretar la realidad y entender los códigos de su derrota, que ha tenido tres pilares: el primero es el hartazgo de los ciudadanos, cansados de la corrupción, las hipocresías, las mentiras, los abusos de poder y los privilegios inmerecidos del socialismo andaluz; el segundo ha sido la traición de los partidarios de Pedro Sánchez, que se abstuvieron para provocar la derrota de Susana y debilitarla para que no pueda disputar el liderazgo socialista al "sanchismo"; y el tercer pilar es el desprecio arrogante del socialismo andaluz a luchas populares que han calado en la sociedad, como la de las plataformas que combaten contra el odioso impuesto de sucesiones y la que encabeza el doctor Spiriman contra la podredumbre y decadencia de la Sanidad Pública andaluza.
La derrota se veía venir, pero el poder socialista era tan grande que no nos atrevíamos a verla con todas sus consecuencias. No supimos ver que el socialismo andaluz estaba muerto, ni que el pueblo estaba demasiado harto de injusticias, abusos, atraso económico y mal gobierno.
Lo importante no es quien ha ganado, sino quien ha perdido en Andalucía, donde un gigante imponente, el gobierno más intervencionista y corrupto de Europa, embrutecido, injusto e insensible, ha sido derribado por el pueblo.
Los que han ganado tienen ahora que saber gestionar su victoria, para lo que tendrán que recurrir a una grandeza que quizás no tengan, pero ese es otro capítulo de la gran novela de la Andalucía del presente, una tierra que servirá de guía al resto de España y que si supiera sacar partido a lo que ocurrió ayer, no tardaría más de cinco o seis años en colocarse como una de las regiones más prósperas y pujantes de España, arrojando por la borda la insensatez, la ineficacia, el intervencionismo marxista y la torpeza corrupta que ha dominado la vida andaluza y la ha castrado durante las últimas cuatro décadas.
Francisco Rubiales
Todo es torpe, confuso e imbécil en la reacción de los socialistas derrotados. Su intento de conservar el poder encabezando una "cruzada" de los constitucionalistas contra VOX es una patraña demente cargada de surrealismo y de absurdo porque ellos saben que VOX ni es anticonstitucional, ni extrema derecha, sino una derecha nueva, patriota, no contaminada de socialdemocrácia y capaz de amar a España y de señalar, sin miedo, los grandes dramas de la nación, que tanto la izquierda como la derecha han ocultado, llenándose de oprobio.
Son ellos, los socialistas, los que se amparan en el anticonstitucionalismo y la antidemocracia engañando a los ciudadanos, explotándolos y gobernando España gracias al apoyo vergonzante de partidos anticonstitucionales como los golpistas catalanes, los proetarras de BILDU y los totalitarios y antidemócratas comunistas de Podemos.
La izquierda ha perdido la cordura y esa es la clave de lo que ha ocurrido en Andalucía. Podemos es otra formación que no ha entendido nada porque al aliarse con Izquierda Unida y hacerse comunista perdió la mejor baza que tenía, que era la capacidad de congregar a millones de españoles de todas las creencias e ideologías, descontentos con la corrupción, la ineficacia y el abuso. Al hacerse comunista, Podemos cerró el paso a las clases medias y a los demócratas, autocondenándose a ser una fuerza política marginal.
Anoche, cuando analizaba lo ocurrido ante el televisor, yo alucinaba y me indignaba porque ni los periodistas, que son otra tribu embotada y embrutecida por la sumisión al poder y la traición a la verdad, ni los políticos, verdaderos cadáveres ambulantes, sabían interpretar la realidad y entender los códigos de su derrota, que ha tenido tres pilares: el primero es el hartazgo de los ciudadanos, cansados de la corrupción, las hipocresías, las mentiras, los abusos de poder y los privilegios inmerecidos del socialismo andaluz; el segundo ha sido la traición de los partidarios de Pedro Sánchez, que se abstuvieron para provocar la derrota de Susana y debilitarla para que no pueda disputar el liderazgo socialista al "sanchismo"; y el tercer pilar es el desprecio arrogante del socialismo andaluz a luchas populares que han calado en la sociedad, como la de las plataformas que combaten contra el odioso impuesto de sucesiones y la que encabeza el doctor Spiriman contra la podredumbre y decadencia de la Sanidad Pública andaluza.
La derrota se veía venir, pero el poder socialista era tan grande que no nos atrevíamos a verla con todas sus consecuencias. No supimos ver que el socialismo andaluz estaba muerto, ni que el pueblo estaba demasiado harto de injusticias, abusos, atraso económico y mal gobierno.
Lo importante no es quien ha ganado, sino quien ha perdido en Andalucía, donde un gigante imponente, el gobierno más intervencionista y corrupto de Europa, embrutecido, injusto e insensible, ha sido derribado por el pueblo.
Los que han ganado tienen ahora que saber gestionar su victoria, para lo que tendrán que recurrir a una grandeza que quizás no tengan, pero ese es otro capítulo de la gran novela de la Andalucía del presente, una tierra que servirá de guía al resto de España y que si supiera sacar partido a lo que ocurrió ayer, no tardaría más de cinco o seis años en colocarse como una de las regiones más prósperas y pujantes de España, arrojando por la borda la insensatez, la ineficacia, el intervencionismo marxista y la torpeza corrupta que ha dominado la vida andaluza y la ha castrado durante las últimas cuatro décadas.
Francisco Rubiales
Comentarios: