
Van a imponer la ley, a dominar el mundo y a arrasar al que se resista. Un mundo de pistoleros con el revolver al cinto.
Las campanas tocan a duelo porque el mundo de la paz, la justicia, la libertad, la ley y el orden se muere, asesinado por la peor raza existente en la tierra, la de los políticos. Lo peor del planeta se ha apoderado del poder y del destino de los pueblos y han utilizado la fuerza de los estados para llenar el mundo de bajeza, corrupción, inseguridad y abuso.
Pero a los políticos les quedaba un paso que dar y lo están dando ya: el de la imposición de la fuerza como ley máxima del planeta.
Es muy probable que los tres países más fuertes decidan repartirse el mundo. La única razón que explica ese asalto brutal al viejo orden es que Estados Unidos, Rusia y China tienen los arsenales llenos de armas mortíferas.
La llegada de Trump al poder ha abierto las puertas a un mundo deleznable, sin igualdad, sin equilibrios, sin derechos humanos y sin justicia ni libertad.
La entrega a Rusia de trozos importantes de Ucrania, la expulsión de los palestinos de Gaza, la "recuperación" del control del Canal de Panamá, el intento de convertir a Canadá en otro estado de la Unión, las aspiraciones de rapiña sobre Groenlandia y el acoso a Europa y a los viejos aliados de la OTAN son signos alarmantes que anticipan la llegada de un mundo de cuatreros y forajidos.
Lo que los vientos anticipan es un mundo donde los depredadores tienen derecho a la caza y en el que la única ley válida será la fuerza.
Los débiles serán presas y tendrán que acostumbrarse a vivir en la selva, a merced de depredadores carnívoros.
Creíamos que Donald Trump representaba el fin de la lamentable cultura woke y del mundo injusto e hipócrita creado por los socialistas y las derechas contaminadas de marxismo, pero, además de eso, que es realmente una valiosa conquista, Trump también ha comenzado a enseñar los dientes y a demostrar que su naturaleza es depredadora: aranceles vengativos, poblaciones como la de Gaza expulsadas de sus tierras ancestrales, conquistas consagradas por la fuerza (las de Rusia en Ucrania), poderes aliados ignorados y represaliados, como la Unión Europea, y grandes organizaciones y foros mundiales de cooperación abandonados, como la OMS y pronto quizás también la OTAN y la ONU, entre otros.
A los países débiles no les quedaría otra opción que someterse a alguno de los tres gigantes y vivir como satélites en un mundo sin dignidad, justicia ni decencia.
La selva parece que ha entrado en la escena y lo ha hecho para quedarse, después de que los tres grandes han descubierto que les sale más rentable repartirse el mundo que pelearse entre ellos.
Es el mundo amenazante de los depredadores, un mundo realmente asqueroso.
Francisco Rubiales
Pero a los políticos les quedaba un paso que dar y lo están dando ya: el de la imposición de la fuerza como ley máxima del planeta.
Es muy probable que los tres países más fuertes decidan repartirse el mundo. La única razón que explica ese asalto brutal al viejo orden es que Estados Unidos, Rusia y China tienen los arsenales llenos de armas mortíferas.
La llegada de Trump al poder ha abierto las puertas a un mundo deleznable, sin igualdad, sin equilibrios, sin derechos humanos y sin justicia ni libertad.
La entrega a Rusia de trozos importantes de Ucrania, la expulsión de los palestinos de Gaza, la "recuperación" del control del Canal de Panamá, el intento de convertir a Canadá en otro estado de la Unión, las aspiraciones de rapiña sobre Groenlandia y el acoso a Europa y a los viejos aliados de la OTAN son signos alarmantes que anticipan la llegada de un mundo de cuatreros y forajidos.
Lo que los vientos anticipan es un mundo donde los depredadores tienen derecho a la caza y en el que la única ley válida será la fuerza.
Los débiles serán presas y tendrán que acostumbrarse a vivir en la selva, a merced de depredadores carnívoros.
Creíamos que Donald Trump representaba el fin de la lamentable cultura woke y del mundo injusto e hipócrita creado por los socialistas y las derechas contaminadas de marxismo, pero, además de eso, que es realmente una valiosa conquista, Trump también ha comenzado a enseñar los dientes y a demostrar que su naturaleza es depredadora: aranceles vengativos, poblaciones como la de Gaza expulsadas de sus tierras ancestrales, conquistas consagradas por la fuerza (las de Rusia en Ucrania), poderes aliados ignorados y represaliados, como la Unión Europea, y grandes organizaciones y foros mundiales de cooperación abandonados, como la OMS y pronto quizás también la OTAN y la ONU, entre otros.
A los países débiles no les quedaría otra opción que someterse a alguno de los tres gigantes y vivir como satélites en un mundo sin dignidad, justicia ni decencia.
La selva parece que ha entrado en la escena y lo ha hecho para quedarse, después de que los tres grandes han descubierto que les sale más rentable repartirse el mundo que pelearse entre ellos.
Es el mundo amenazante de los depredadores, un mundo realmente asqueroso.
Francisco Rubiales
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