Votantes socialistas españoles
En España, el socialismo se presuponía derrotado y desprestigiado después de la Guerra Civil, pero fue rescatado con fondos privados por intereses enemigos de España, para debilitarnos. Que se lo pregunten a Felipe González, que lo sabe muy bien. El socialismo es un atentado contra España, un arma del enemigo para destruir nuestra nación.
Nadie se explica que el sanchismo y su líder, en declive, desprestigiados, abucheados y rechazados masivamente en toda España, obtenga tantos votos. Es todo un misterio que cada día se explica más como el resultado de un fraude electoral bien planeado. Muchos españoles creen que que si las elecciones fueran limpias y fiables, sin trucos ni pucherazos ocultos, el sanchismo obtendría menos votos que VOX.
Si no le quieren los obreros, ni las clases medias, ni los autónomos, ni los empresarios, ni los demócratas, ni los cristianos, ni los patriotas, ni los que trabajan y son aplastados por sus impuestos abusivos, ni la gente honrada, ¿Quien vota al mequetrefe Sánchez?
Las cuentas no salen por mucho que sus seguidores se empeñen. En España no hay tantos delincuentes, vagos, inmigrantes ilegales, miembros de la liga LGTBI, corruptos y subvencionados como para que el sanchismo saque más de medio centenar de diputados. ¿De dónde salen los restantes?
Si no fuera porque las instituciones le tienen miedo y porque ni el Rey, ni las Fuerzas Armadas, ni la Justicia, ni nadie en España parece que se atreva a frenar sus desmanes, Pedro Sánchez sería un payaso fracasado que provoca más pena que risa.
Millones de españoles, más que odio empiezan a sentir risa y desprecio por el sanchismo, que ha caído demasiado bajo. Cuando un político es considerado ridículo y causa risa, está perdido.
Cada día son más los españoles que creen que Sánchez, al igual que el francés Macrón, es un empleado de los grandes consorcios de poder internacionales, a los que sirve mientras desprecia y daña a su propio pueblo.
El avance de Sánchez hacia la tiranía es constante y está apoyado por las fuerzas más oscuras y peligrosas del planeta.
No puede salir por España sin que le piten y le abucheen. Ya le ponen en ridículo hasta en el extranjero. Hace tres meses lo humillaron con un abucheo memorable en la Eurocámara. Cualquier político demócrata, ante ese rechazo evidente habría dimitido, pero Sánchez lo aguanta todo, quizás desde una personalidad patológica y seriamente dañada.
Ahora está empeñado en otra fechoría antidemocrática, la reforma de la ley de enjuiciamiento general para que sean los fiscales y no los jueces los que decidan que se instruye y que no y quien es imputado. Se trata de quitar poder al juez, que es, como establece la democracia, independiente, para entregarlo a la Fiscalía, que es un brazo corrompido del Ejecutivo.
El maldito y nocivo sanchismo, en su ruta hacia la dictadura plena, lo quiere controlar todo.
Otros, en las redes sociales, llaman a Sánchez y a su esposa Begoña, acusada de graves delitos de corrupción, "Los Ceaucescu" españoles, por el parecido con la pareja que dominó el comunismo en Rumanía hasta que el pueblo los linchó, tras la caída de la Unión Soviética.
Francisco Rubiales
Nadie se explica que el sanchismo y su líder, en declive, desprestigiados, abucheados y rechazados masivamente en toda España, obtenga tantos votos. Es todo un misterio que cada día se explica más como el resultado de un fraude electoral bien planeado. Muchos españoles creen que que si las elecciones fueran limpias y fiables, sin trucos ni pucherazos ocultos, el sanchismo obtendría menos votos que VOX.
Si no le quieren los obreros, ni las clases medias, ni los autónomos, ni los empresarios, ni los demócratas, ni los cristianos, ni los patriotas, ni los que trabajan y son aplastados por sus impuestos abusivos, ni la gente honrada, ¿Quien vota al mequetrefe Sánchez?
Las cuentas no salen por mucho que sus seguidores se empeñen. En España no hay tantos delincuentes, vagos, inmigrantes ilegales, miembros de la liga LGTBI, corruptos y subvencionados como para que el sanchismo saque más de medio centenar de diputados. ¿De dónde salen los restantes?
Si no fuera porque las instituciones le tienen miedo y porque ni el Rey, ni las Fuerzas Armadas, ni la Justicia, ni nadie en España parece que se atreva a frenar sus desmanes, Pedro Sánchez sería un payaso fracasado que provoca más pena que risa.
Millones de españoles, más que odio empiezan a sentir risa y desprecio por el sanchismo, que ha caído demasiado bajo. Cuando un político es considerado ridículo y causa risa, está perdido.
Cada día son más los españoles que creen que Sánchez, al igual que el francés Macrón, es un empleado de los grandes consorcios de poder internacionales, a los que sirve mientras desprecia y daña a su propio pueblo.
El avance de Sánchez hacia la tiranía es constante y está apoyado por las fuerzas más oscuras y peligrosas del planeta.
No puede salir por España sin que le piten y le abucheen. Ya le ponen en ridículo hasta en el extranjero. Hace tres meses lo humillaron con un abucheo memorable en la Eurocámara. Cualquier político demócrata, ante ese rechazo evidente habría dimitido, pero Sánchez lo aguanta todo, quizás desde una personalidad patológica y seriamente dañada.
Ahora está empeñado en otra fechoría antidemocrática, la reforma de la ley de enjuiciamiento general para que sean los fiscales y no los jueces los que decidan que se instruye y que no y quien es imputado. Se trata de quitar poder al juez, que es, como establece la democracia, independiente, para entregarlo a la Fiscalía, que es un brazo corrompido del Ejecutivo.
El maldito y nocivo sanchismo, en su ruta hacia la dictadura plena, lo quiere controlar todo.
Otros, en las redes sociales, llaman a Sánchez y a su esposa Begoña, acusada de graves delitos de corrupción, "Los Ceaucescu" españoles, por el parecido con la pareja que dominó el comunismo en Rumanía hasta que el pueblo los linchó, tras la caída de la Unión Soviética.
Francisco Rubiales
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