Algo muy gordo debe existir detrás de las relaciones entre la Venezuela y España para que el gobierno de Pedro Sánchez juegue tan fuerte y arriesgue tanto. Santiago Abascal, haciéndose eco de lo que piensan millones de españoles, ha dicho que el Consejo de Ministros español "está en manos de Maduro".
Enviar agentes encapuchados a Bolivia para sacar de la embajada mexicana a colaboradores estrechos del depuesto dictador Evo Morales fue un golpe de mano surrealista y delictivo, por fortuna fracasado, impropio de cualquier gobierno decente y civilizado del mundo. Mis fuentes aseguran que esas maniobras las hacen sólo los gobiernos que se sienten seguros y que han perdido el miedo a las leyes y a sus ciudadanos porque si fallan y trascienden a la opinión pública, como ha ocurrido, los políticos culpables estarían obligados a dimitir en cualquier país decente y democrático, aunque en España, que es ya un país sin democracia y cautivo de los políticos, eso no ocurra.
El gobierno de Sánchez, para obrar como lo está haciendo, bordeando el delito y saltándose todas las cautelas y prudencias en el plano internacional, debe estar desesperado e infectado de pánico porque la comunidad internacional no perdona esas chapuzas mafiosas que violan las normas que regulan las relaciones entre países.
El colmo de la desesperación y la angustia de un gobierno que demuestra estar aterrorizado ha sido la visita nocturna y rocambolesca de la vicepresidenta de Venezuela a Madrid, un contacto prohibido y al margen de las leyes que el gobierno de Sánchez ha intentado ocultar por todos los medios y que, tras haber también fracasado y conocido por la opinión pública, ha constituido, sin la menor duda, una violación española de los tratados internacionales que prohibían la presencia de esa narcoterrorista apestada en suelo europeo.
El ministro Ábalos, asustado e histérico, ha mentido varias veces y el gobierno entero se ha visto nervioso y aterrorizado ante la reacción de la opinión pública. Primero se negó la visita de la número dos de Maduro, después se dijo que no hubo entrevista, después que se produjo un "encuentro fortuito" en el avión venezolano, más tarde se reconoció que la vicepresidenta había atravesado el aeropuerto para tomar otro avión, mientras el gobierno de Sánchez, ocultando la evidencia, niega que la tirana venezolana haya pisado suelo español, violando así la prohibición vigente de entrar en territorio europeo. Ábalos, uno de los mediocres utilizados por Sánchez como peón de briega, repite con arrogancia obscena que a él "no le echa nadie de la política". Sus palabras denotan la vulgaridad y la bajeza que se apoderan de España, poco a poco.
He preguntado que se ve en las cientos de cámaras de vigilancia del aeropuerto, pero, al parecer no hay imágenes, a pesar de que las terminales están minadas de ojos electrónicos. Alguien, muy asustado, debió ordenar que se desconectaran o ha borrado las grabaciones. Hay que estar muy desesperado y asustado para hacer eso, exponiéndose al ridículo y a sanciones internacionales. Los sindicatos policiales no dicen nada y también reflejan un miedo incomprensible a decir la verdad, que conocen perfectamente. He consultado también a periodistas generalmente muy bien informados, a venezolanos que estuvieron con Maduro y que hoy son asilados en España y a ex miembros de la Inteligencia española, sin obtener nada más que comentarios y especulaciones, algunos terribles, como "tal vez estén ocultando una financiación masiva de la izquierda española con dinero del narcotráfico", pero advirtiendo siempre que se trata de comentarios personales y no de información y prohibiéndome seguidamente citar su nombre. Otros me dicen que el gobierno de Maduro está chantajeando claramente a España, pero no me aclaran como y por qué.
Un ex miembro directivo de un think tank de Washington, hoy ya jubilado y dedicado a jugar al golf, me dice que aunque él ya no tiene acceso a la información secreta de máximo rango, como hace un par de años, sabe que Estados Unidos ha ordenado incrementar la vigilancia a España y reforzar su plantilla de agentes y analistas dedicados a escudriñar nuestra nación, convertida hoy en un nido de espías y en la pieza de caza más cotizada por el comunismo mundial.
Otro amigo dedicado al análisis geopolítico y estratégico me dice que España es hoy uno de los principales frentes de la batalla mundial entre la libertad y la tiranía y que el papel de Zapatero y del nuevo PSOE en esta contienda es crucial. Y agrega: "Tened cuidado porque os habéis convertido en un campo de batalla prioritario para países como Cuba, Venezuela, Irán, Rusia y China".
Nadie me ha aportado prueba alguna, pero me han asustado y vuelto loco con insinuaciones y teorías, todas alarmantes e inquietantes, según las cuales algo muy gordo se está cocinando en España, convertido ya en el único país comunista de Europa y de la OTAN. Uno de mis interlocutores destacó que conquistar España para el comunismo siempre ha sido un sueño y hoy es, además, una pieza de altísimo valor estratégico por ser España la encrucijada entre Europa, África y América, una especie de portaaviones gigantesco capaz de amenazar a tres continentes.
Mi opinión personal, después de esta investigación fallida, es que nuestra España se ha convertido en la gran apuesta del neocomunismo mundial, que está decidido a asaltar la democracia. España es ya el espacio donde se despliegan las nuevas armas comunistas: el feminismo, el populismo, la nueva cultura, la prensa comprada y una economía y una política que pretenden, sobre todo, potenciar la fuerza del Estado para dar la puntilla a la democracia y a las libertades y derechos individuales.
Francisco Rubiales
Enviar agentes encapuchados a Bolivia para sacar de la embajada mexicana a colaboradores estrechos del depuesto dictador Evo Morales fue un golpe de mano surrealista y delictivo, por fortuna fracasado, impropio de cualquier gobierno decente y civilizado del mundo. Mis fuentes aseguran que esas maniobras las hacen sólo los gobiernos que se sienten seguros y que han perdido el miedo a las leyes y a sus ciudadanos porque si fallan y trascienden a la opinión pública, como ha ocurrido, los políticos culpables estarían obligados a dimitir en cualquier país decente y democrático, aunque en España, que es ya un país sin democracia y cautivo de los políticos, eso no ocurra.
El gobierno de Sánchez, para obrar como lo está haciendo, bordeando el delito y saltándose todas las cautelas y prudencias en el plano internacional, debe estar desesperado e infectado de pánico porque la comunidad internacional no perdona esas chapuzas mafiosas que violan las normas que regulan las relaciones entre países.
El colmo de la desesperación y la angustia de un gobierno que demuestra estar aterrorizado ha sido la visita nocturna y rocambolesca de la vicepresidenta de Venezuela a Madrid, un contacto prohibido y al margen de las leyes que el gobierno de Sánchez ha intentado ocultar por todos los medios y que, tras haber también fracasado y conocido por la opinión pública, ha constituido, sin la menor duda, una violación española de los tratados internacionales que prohibían la presencia de esa narcoterrorista apestada en suelo europeo.
El ministro Ábalos, asustado e histérico, ha mentido varias veces y el gobierno entero se ha visto nervioso y aterrorizado ante la reacción de la opinión pública. Primero se negó la visita de la número dos de Maduro, después se dijo que no hubo entrevista, después que se produjo un "encuentro fortuito" en el avión venezolano, más tarde se reconoció que la vicepresidenta había atravesado el aeropuerto para tomar otro avión, mientras el gobierno de Sánchez, ocultando la evidencia, niega que la tirana venezolana haya pisado suelo español, violando así la prohibición vigente de entrar en territorio europeo. Ábalos, uno de los mediocres utilizados por Sánchez como peón de briega, repite con arrogancia obscena que a él "no le echa nadie de la política". Sus palabras denotan la vulgaridad y la bajeza que se apoderan de España, poco a poco.
He preguntado que se ve en las cientos de cámaras de vigilancia del aeropuerto, pero, al parecer no hay imágenes, a pesar de que las terminales están minadas de ojos electrónicos. Alguien, muy asustado, debió ordenar que se desconectaran o ha borrado las grabaciones. Hay que estar muy desesperado y asustado para hacer eso, exponiéndose al ridículo y a sanciones internacionales. Los sindicatos policiales no dicen nada y también reflejan un miedo incomprensible a decir la verdad, que conocen perfectamente. He consultado también a periodistas generalmente muy bien informados, a venezolanos que estuvieron con Maduro y que hoy son asilados en España y a ex miembros de la Inteligencia española, sin obtener nada más que comentarios y especulaciones, algunos terribles, como "tal vez estén ocultando una financiación masiva de la izquierda española con dinero del narcotráfico", pero advirtiendo siempre que se trata de comentarios personales y no de información y prohibiéndome seguidamente citar su nombre. Otros me dicen que el gobierno de Maduro está chantajeando claramente a España, pero no me aclaran como y por qué.
Un ex miembro directivo de un think tank de Washington, hoy ya jubilado y dedicado a jugar al golf, me dice que aunque él ya no tiene acceso a la información secreta de máximo rango, como hace un par de años, sabe que Estados Unidos ha ordenado incrementar la vigilancia a España y reforzar su plantilla de agentes y analistas dedicados a escudriñar nuestra nación, convertida hoy en un nido de espías y en la pieza de caza más cotizada por el comunismo mundial.
Otro amigo dedicado al análisis geopolítico y estratégico me dice que España es hoy uno de los principales frentes de la batalla mundial entre la libertad y la tiranía y que el papel de Zapatero y del nuevo PSOE en esta contienda es crucial. Y agrega: "Tened cuidado porque os habéis convertido en un campo de batalla prioritario para países como Cuba, Venezuela, Irán, Rusia y China".
Nadie me ha aportado prueba alguna, pero me han asustado y vuelto loco con insinuaciones y teorías, todas alarmantes e inquietantes, según las cuales algo muy gordo se está cocinando en España, convertido ya en el único país comunista de Europa y de la OTAN. Uno de mis interlocutores destacó que conquistar España para el comunismo siempre ha sido un sueño y hoy es, además, una pieza de altísimo valor estratégico por ser España la encrucijada entre Europa, África y América, una especie de portaaviones gigantesco capaz de amenazar a tres continentes.
Mi opinión personal, después de esta investigación fallida, es que nuestra España se ha convertido en la gran apuesta del neocomunismo mundial, que está decidido a asaltar la democracia. España es ya el espacio donde se despliegan las nuevas armas comunistas: el feminismo, el populismo, la nueva cultura, la prensa comprada y una economía y una política que pretenden, sobre todo, potenciar la fuerza del Estado para dar la puntilla a la democracia y a las libertades y derechos individuales.
Francisco Rubiales
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