El “Convoy por la libertad” de Canadá quizás haya sido el preludio de una protesta mundial contra los gobiernos ineptos, corruptos y abusivos. Los camioneros canadienses se lanzan a la carretera para luchar contra los mandatos de vacunación y consiguen doblegar al gobierno. En otros países de Europa se pretende reproducir el fenómeno, conscientes de que el poder de los camioneros, dejando al mundo sin mercancías y con las carreteras y calles colapsadas, es enorme.
La alucinante declaración del primer ministro canadiense, Justin Trudeau (“¡Los periodistas no pueden atacar al gobierno sabiendo que les hemos pagado 600 millones de dólares!") demuestra lo nervioso que está el poder ante el pueblo y el miedo que tienen a una posible rebelión ciudadana. Sabíamos que pagaban dinero a los periodistas, pero reconocerlo en público es toda una novedad estremecedora.
Los pagos a los medos de prensa para que apoyen a los gobiernos se han extendido por medio mundo como una malsana y antidemocrática costumbre del poder. Los fondos utilizados son los que aporta el ciudadano con sus impuestos, fondos que son mal utilizados (malversados) en numerosos países, lo que constituye otra injusticia digna de ser rechazada por la ciudadanía libre.
En Europa, sobre todo en Bruselas, se preparan convoys de la libertad similares al canadiense, , pero con un objetivo más amplio. Además de luchar contra las restricciones abusivas de los gobiernos con motivo del COVID, en Europa se amplia el ataque a la corrupción, ineficacia y descaro de los políticos, que cometen abusos y son incapaces de adoptar las medidas necesarias para contrarrestar dramas como el encarecimiento de la energía, la inflación, los impuestos abusivos y otros muchos.
El descontento crece por todas partes y se tiene la sensación de que algo grande se está preparando como reacción contra un mundo donde el ciudadano común padece indefensión y todo tipo de dramas, mientras los políticos viven en burbujas de lujo e impunidad, sin rendir cuentas jamás por sus fracasos, errores y por el daño que causan cada vez mayores.
Todo está a punto para que llegue un visionario con capacidad de comunicar y levante a las masas contra la suciedad política que envuelve nuestras vidas, alteradas no sólo por la pandemia, sino también por la corrupción y el fracaso de los gobernantes, que cumplen el papel de liquidadores de los valores y las libertades.
Los camioneros son conscientes de su poder y de que pueden ser la fuerza decisiva en una protesta mundial sobre el pésimo liderazgo político que padece el mundo. Si los camioneros, por un día, no se presentan a trabajar, todo se apaga y se produciría un repentino descarrilamiento masivo de la economía. Si en lugar de detenerse un único día, los camiones se paran durante una semana, en señal de protesta, la potencia del desastre sería insoportable. No cabe duda de que los camioneros son la fuerza de trabajadores más poderosa del planeta, más incluso que la policía, los bomberos y las fuerzas armadas juntas.
Francisco Rubiales
La alucinante declaración del primer ministro canadiense, Justin Trudeau (“¡Los periodistas no pueden atacar al gobierno sabiendo que les hemos pagado 600 millones de dólares!") demuestra lo nervioso que está el poder ante el pueblo y el miedo que tienen a una posible rebelión ciudadana. Sabíamos que pagaban dinero a los periodistas, pero reconocerlo en público es toda una novedad estremecedora.
Los pagos a los medos de prensa para que apoyen a los gobiernos se han extendido por medio mundo como una malsana y antidemocrática costumbre del poder. Los fondos utilizados son los que aporta el ciudadano con sus impuestos, fondos que son mal utilizados (malversados) en numerosos países, lo que constituye otra injusticia digna de ser rechazada por la ciudadanía libre.
En Europa, sobre todo en Bruselas, se preparan convoys de la libertad similares al canadiense, , pero con un objetivo más amplio. Además de luchar contra las restricciones abusivas de los gobiernos con motivo del COVID, en Europa se amplia el ataque a la corrupción, ineficacia y descaro de los políticos, que cometen abusos y son incapaces de adoptar las medidas necesarias para contrarrestar dramas como el encarecimiento de la energía, la inflación, los impuestos abusivos y otros muchos.
El descontento crece por todas partes y se tiene la sensación de que algo grande se está preparando como reacción contra un mundo donde el ciudadano común padece indefensión y todo tipo de dramas, mientras los políticos viven en burbujas de lujo e impunidad, sin rendir cuentas jamás por sus fracasos, errores y por el daño que causan cada vez mayores.
Todo está a punto para que llegue un visionario con capacidad de comunicar y levante a las masas contra la suciedad política que envuelve nuestras vidas, alteradas no sólo por la pandemia, sino también por la corrupción y el fracaso de los gobernantes, que cumplen el papel de liquidadores de los valores y las libertades.
Los camioneros son conscientes de su poder y de que pueden ser la fuerza decisiva en una protesta mundial sobre el pésimo liderazgo político que padece el mundo. Si los camioneros, por un día, no se presentan a trabajar, todo se apaga y se produciría un repentino descarrilamiento masivo de la economía. Si en lugar de detenerse un único día, los camiones se paran durante una semana, en señal de protesta, la potencia del desastre sería insoportable. No cabe duda de que los camioneros son la fuerza de trabajadores más poderosa del planeta, más incluso que la policía, los bomberos y las fuerzas armadas juntas.
Francisco Rubiales
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