Franco, usado como "cortina de humo", está siendo elevado a los altares por Pedro Sánchez, que ya ha logrado hacerlo un héroe de la nación. Cada ataque contra franco procedente del sanchismo es un empujón hacia la gloria del militar que gobernó España con mano dura durante casi cuarenta años.
El espectáculo de un dictador atacando a otro dictador es lamentable y triste. Franco fue un dictador coronado por el éxito, que hizo de España uno de los países más prósperos y pujantes del planeta, mientras que el dictador Sánchez está enterrando el prestigio de España y empujando al país en la corrupción, delincuencia, división, odio endeudamiento, injusticia y desprestigio.
Utilizar a Franco para tapar las propias miserias y fracasos es un error porque esa política hace grande al viejo dictador y agrega bajeza, suciedad y cobardía al sanchismo del presente.
El recurso a la división, el enfrentamiento y el guerracivilismo es otro error sanchista, una irresponsabilidad y una inmensa inmoralidad corrupta.
Ningún español, salvo él propio Sánchez y algunos miembros de su cuadrilla de insensatos, tiene interés alguno en resucitar la memoria de Franco y de aquella Guerra Civil que destrozó a España y la llenó de cadáveres.
Franco, en su tumba, avanzaba hacia el olvido, pero llegaron Zapatero y Sánchez, dos socialistas descerebrados y más dictadores que el viejo general, para sacarlo de la tumba y convertirlo en un arma política arrojadiza.
Sánchez va a acusar de franquistas tanto al PP como a VOX, creyendo que de ese modo les restará votos y logrará ganar las próximas elecciones, pero se equivoca porque sólo conseguirá convertir a Franco en un héroe y acentuar su declive como político rechazado y odiado por su pueblo, que ya no le permite salir a las calles, donde siempre es abucheado y pitado por mareas de ciudadanos indignados.
La nueva cortina de humo sanchista contra Franco se agrega a la enorme retahíla de mentiras e insultos que ya ha utilizado contra el dictador, al que está haciendo grande.
El pueblo, ante los ataques a Franco los compara y de esa comparación sale perdiendo el nuevo tirano Sánchez, más transgresor, más hipócrita, más corrupto, igualmente enemigo de la democracia y de la libertad.
La España de Sánchez, gracias a su obsesión antifranquista, aparece ante el ciudadano con toda su desnudez obscena, atacando la independencia judicial, colonizando las grandes instituciones, sometiendo y castrando al Ejército, comprando medios de comunicación y periodistas, mintiendo a diario, endeudando el país, perdiendo prestigio en el mundo y alzando contra él a millones de españoles, la parte más digna, decente y democrática de la nación, la que le desprecia por ser un cobarde desalmado que, para mantenerse en el país, vende la patria y apuesta por la división, el odio y el rencor.
Francisco Rubiales
El espectáculo de un dictador atacando a otro dictador es lamentable y triste. Franco fue un dictador coronado por el éxito, que hizo de España uno de los países más prósperos y pujantes del planeta, mientras que el dictador Sánchez está enterrando el prestigio de España y empujando al país en la corrupción, delincuencia, división, odio endeudamiento, injusticia y desprestigio.
Utilizar a Franco para tapar las propias miserias y fracasos es un error porque esa política hace grande al viejo dictador y agrega bajeza, suciedad y cobardía al sanchismo del presente.
El recurso a la división, el enfrentamiento y el guerracivilismo es otro error sanchista, una irresponsabilidad y una inmensa inmoralidad corrupta.
Ningún español, salvo él propio Sánchez y algunos miembros de su cuadrilla de insensatos, tiene interés alguno en resucitar la memoria de Franco y de aquella Guerra Civil que destrozó a España y la llenó de cadáveres.
Franco, en su tumba, avanzaba hacia el olvido, pero llegaron Zapatero y Sánchez, dos socialistas descerebrados y más dictadores que el viejo general, para sacarlo de la tumba y convertirlo en un arma política arrojadiza.
Sánchez va a acusar de franquistas tanto al PP como a VOX, creyendo que de ese modo les restará votos y logrará ganar las próximas elecciones, pero se equivoca porque sólo conseguirá convertir a Franco en un héroe y acentuar su declive como político rechazado y odiado por su pueblo, que ya no le permite salir a las calles, donde siempre es abucheado y pitado por mareas de ciudadanos indignados.
La nueva cortina de humo sanchista contra Franco se agrega a la enorme retahíla de mentiras e insultos que ya ha utilizado contra el dictador, al que está haciendo grande.
El pueblo, ante los ataques a Franco los compara y de esa comparación sale perdiendo el nuevo tirano Sánchez, más transgresor, más hipócrita, más corrupto, igualmente enemigo de la democracia y de la libertad.
La España de Sánchez, gracias a su obsesión antifranquista, aparece ante el ciudadano con toda su desnudez obscena, atacando la independencia judicial, colonizando las grandes instituciones, sometiendo y castrando al Ejército, comprando medios de comunicación y periodistas, mintiendo a diario, endeudando el país, perdiendo prestigio en el mundo y alzando contra él a millones de españoles, la parte más digna, decente y democrática de la nación, la que le desprecia por ser un cobarde desalmado que, para mantenerse en el país, vende la patria y apuesta por la división, el odio y el rencor.
Francisco Rubiales
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