Sin él pretenderlo y quizás injustamente, su liderazgo se había convertido en dañino para España. Su carácter y su forma de gobernar habían dejado a su partido sin amigos y a la sociedad española sin ilusión ni esperanza. Sin quererlo, sirvió como promotor del nacimiento de Podemos y del auge de Ciudadanos, cuyos éxitos se deben al descontento de los españoles con la política, mientras que su triste derrota y caída ha dado oxígeno a su adversario directo, el PSOE, que estaba al borde del colapso y ahora ya respira gobernando y con el horizonte más despejado.
Rajoy era incapaz de reconocer su enorme culpa en el estigma que hoy marca a su partido, señalado como corrupto por todos. Quizás no sea tan corrupto como el PSOE, pero el PP de Rajoy fue lo bastante torpe para aparecer ante la ciudadanía como el campeón del abuso, la suciedad y el chanchullo.
Si él hubiera seguido al frente del PP, nunca se habría producido la regeneración. Sin él tal vez tampoco, pero al menos es posible.
Rajoy ha dejado tan herido a su partido que perderá la hegemonía en el centro derecha y entrará en un penoso declive si no cambia como un calcetín y emprende una verdadera regeneración, que es lo que millones de españoles esperan. Si no desaparecen con él los Arenas, Cospedal, Soraya y todos los carcamales y cómplices de la última etapa, la regeneración del PP no será ni real ni creíble.
Pero si esa regeneración fuera auténtica y el partido apostara por la ética, la democracia y la decencia, España premiara a ese partido con una resurreccion brillante y con nuevas mayorías absolutas porque, aunque millones de españoles hayan dado la espalda al PP, están deseando volver a confiar en un partido, fuerte situado en el centro derecha liberal, única opción que puede servir de antídoto contra el veneno del populismo radical, la izquierda corrupta e intervencionista y el independentismo nazi.
Los que más echaran de menos a.Rajoy serán sus enemigos, que. Ya no podrán contar con el impulso que les daba desde su forma de gobernar, incapaz de generar ilusión,no, fría, distante,ajena al ciudadano y cargada de arrogancia, pues no hay arrogancia mayor en política que despreciar al ciudadano, que es el ¨soberano¨del sistema, al que Rajoy ha considerado siempre como un simple súbdito.
Francisco Rubiales
Rajoy era incapaz de reconocer su enorme culpa en el estigma que hoy marca a su partido, señalado como corrupto por todos. Quizás no sea tan corrupto como el PSOE, pero el PP de Rajoy fue lo bastante torpe para aparecer ante la ciudadanía como el campeón del abuso, la suciedad y el chanchullo.
Si él hubiera seguido al frente del PP, nunca se habría producido la regeneración. Sin él tal vez tampoco, pero al menos es posible.
Rajoy ha dejado tan herido a su partido que perderá la hegemonía en el centro derecha y entrará en un penoso declive si no cambia como un calcetín y emprende una verdadera regeneración, que es lo que millones de españoles esperan. Si no desaparecen con él los Arenas, Cospedal, Soraya y todos los carcamales y cómplices de la última etapa, la regeneración del PP no será ni real ni creíble.
Pero si esa regeneración fuera auténtica y el partido apostara por la ética, la democracia y la decencia, España premiara a ese partido con una resurreccion brillante y con nuevas mayorías absolutas porque, aunque millones de españoles hayan dado la espalda al PP, están deseando volver a confiar en un partido, fuerte situado en el centro derecha liberal, única opción que puede servir de antídoto contra el veneno del populismo radical, la izquierda corrupta e intervencionista y el independentismo nazi.
Los que más echaran de menos a.Rajoy serán sus enemigos, que. Ya no podrán contar con el impulso que les daba desde su forma de gobernar, incapaz de generar ilusión,no, fría, distante,ajena al ciudadano y cargada de arrogancia, pues no hay arrogancia mayor en política que despreciar al ciudadano, que es el ¨soberano¨del sistema, al que Rajoy ha considerado siempre como un simple súbdito.
Francisco Rubiales
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