Tengo un amigo, profesor universitario, que afirma que el "Zapaterismo" morirá de "Golfería", la misma enfermedad que acabó con el "Felipismo", pero agrega que ese mal afecta ya a todos los partidos políticos, sin excepción, en mayor o menor intensidad, "porque la enfermedad ha invadido ya el sistema".
Basta echar una mirada a la actualidad para convencerse de que la arrogancia, el abuso de poder, la mentira y otras "golferías" políticas son ya costumbre en el sector público y reflejo de una enfermedad que se ha convertido en "epidemia" y vuelto crónica en la política: viaje privado de Zapatero a Berlín utilizando medios oficiales; van a conceder el Tercer Grado a Rafael Vera sin que haya mostrado arrepentimiento alguno, ni haya devuelto los 645 millones de pesetas que robó de los fondos públicos; la Fiscalía del estado vuelve la cara para no ver las tropelías y abusos de los etarras; las fuerzas de seguridad organizan orgías sexuales con inmigrantes sin papeles, torturan y hasta llega a asesinar en algunos cuarteles; el Gobierno traslada a Madrid diez veces más inmigrantes sin papeles que a Barcelona; Izquierda Unida readmite al alcalde de la ciudad de Camas, sólo porque puede serlo de nuevo en las próximas elecciones, a pesar de las graves acusaciones de corrupción que pesan sobre él; el Partido Andalucista readmite al concejal de Marbella Carlos Fernández, a pesar de que se encuentra en "busca y captura"; el PSOE anda a la caza de transfugas en muchos municipios andaluces, un método que les resulta rentable y barato para copar ayuntamientos; el PP, aunque parezca incomprensible, indultó a Rafael Vera durante su etapa de gobierno e instauró la "arrogancia" como forma de gobernar durante el segundo mandato de Aznar, etc., etc.
Con la golfería como comportamiento habitual, los partidos políticos no sólo se desprestigian y convierten la gestión del poder en una cloaca, sino que, además, degradan la democracia hasta extremos preocupantes y convencen a los ciudadanos de que los cada día más denostados "políticos" merecen el desprecio y la rebeldía de la gente honrada y libre.
Basta echar una mirada a la actualidad para convencerse de que la arrogancia, el abuso de poder, la mentira y otras "golferías" políticas son ya costumbre en el sector público y reflejo de una enfermedad que se ha convertido en "epidemia" y vuelto crónica en la política: viaje privado de Zapatero a Berlín utilizando medios oficiales; van a conceder el Tercer Grado a Rafael Vera sin que haya mostrado arrepentimiento alguno, ni haya devuelto los 645 millones de pesetas que robó de los fondos públicos; la Fiscalía del estado vuelve la cara para no ver las tropelías y abusos de los etarras; las fuerzas de seguridad organizan orgías sexuales con inmigrantes sin papeles, torturan y hasta llega a asesinar en algunos cuarteles; el Gobierno traslada a Madrid diez veces más inmigrantes sin papeles que a Barcelona; Izquierda Unida readmite al alcalde de la ciudad de Camas, sólo porque puede serlo de nuevo en las próximas elecciones, a pesar de las graves acusaciones de corrupción que pesan sobre él; el Partido Andalucista readmite al concejal de Marbella Carlos Fernández, a pesar de que se encuentra en "busca y captura"; el PSOE anda a la caza de transfugas en muchos municipios andaluces, un método que les resulta rentable y barato para copar ayuntamientos; el PP, aunque parezca incomprensible, indultó a Rafael Vera durante su etapa de gobierno e instauró la "arrogancia" como forma de gobernar durante el segundo mandato de Aznar, etc., etc.
Con la golfería como comportamiento habitual, los partidos políticos no sólo se desprestigian y convierten la gestión del poder en una cloaca, sino que, además, degradan la democracia hasta extremos preocupantes y convencen a los ciudadanos de que los cada día más denostados "políticos" merecen el desprecio y la rebeldía de la gente honrada y libre.