Sánchez demostró ayer, delante de toda España, que no tiene dignidad, ni decencia, ni altura suficiente para gobernar nuestra nación. Prefirió pagar un precio humillante por los siete votos de Puigdemont antes de obtener gratis los votos del PP, con el que se niega a negociar porque es su adversario electoral de más peso y potencia.
Al final han sobrevivido 29 medidas, que incluyen la revalorización de las pensiones conforme al IPC, las ayudas a los municipios afectados por la DANA, las ayudas al transporte público gratuito o las ayudas a los afectados del volcán de la Isla de la Palma. También se cederá finalmente el inmueble de París al PNV.
El nuevo decreto ómnibus que pretende sacar adelante el Gobierno de Pedro Sánchez incluye una medida adicional que no figuraba en el anterior, que es la creación de un sistema público de avales y garantías para propietarios y también para inquilinos. Es decir, que el Estado pagará a los propietarios si no cumplen con los pagos los inquilinos, y que los propios inquilinos contarán con avales estatales para alquilar.
La medida, insólita, indecente y sin precedentes, significa que los ciudadanos españoles, con nuestros impuestos, pagaremos las rentas que los okupas y morosos se nieguen a abonar.
Lo grave del espectáculo es que Sánchez ha demostrado, una vez más, pero esta vez en público y sin disimulo, que es un pelele en manos del prófugo catalán y que carece por completo de decencia, honor y dignidad. Sánchez no es presidente del gobierno, sino delegado de Puigdemont en la Moncloa.
Las humillaciones, las mentiras, los vaivenes, el caos y los cambios de criterio de Sánchez humillan a España y demuestran la inmensa bajeza del gobierno socialista, rehén de sus aliados, que son la peor escoria del país, desde comunistas totalitarios a ex terroristas y mercenarios chantajistas vascos y catalanes.
Ayer quedó claro que la España actual que gobierna Puigdemont a través de Sánchez es un lamentable remedo de falsa democracia y de liderazgo indigno, cambiante y sometido a caprichos e injusticias, que no merece el respeto de los españoles de bien ni de la comunidad internacional.
Francisco Rubiales
Al final han sobrevivido 29 medidas, que incluyen la revalorización de las pensiones conforme al IPC, las ayudas a los municipios afectados por la DANA, las ayudas al transporte público gratuito o las ayudas a los afectados del volcán de la Isla de la Palma. También se cederá finalmente el inmueble de París al PNV.
El nuevo decreto ómnibus que pretende sacar adelante el Gobierno de Pedro Sánchez incluye una medida adicional que no figuraba en el anterior, que es la creación de un sistema público de avales y garantías para propietarios y también para inquilinos. Es decir, que el Estado pagará a los propietarios si no cumplen con los pagos los inquilinos, y que los propios inquilinos contarán con avales estatales para alquilar.
La medida, insólita, indecente y sin precedentes, significa que los ciudadanos españoles, con nuestros impuestos, pagaremos las rentas que los okupas y morosos se nieguen a abonar.
Lo grave del espectáculo es que Sánchez ha demostrado, una vez más, pero esta vez en público y sin disimulo, que es un pelele en manos del prófugo catalán y que carece por completo de decencia, honor y dignidad. Sánchez no es presidente del gobierno, sino delegado de Puigdemont en la Moncloa.
Las humillaciones, las mentiras, los vaivenes, el caos y los cambios de criterio de Sánchez humillan a España y demuestran la inmensa bajeza del gobierno socialista, rehén de sus aliados, que son la peor escoria del país, desde comunistas totalitarios a ex terroristas y mercenarios chantajistas vascos y catalanes.
Ayer quedó claro que la España actual que gobierna Puigdemont a través de Sánchez es un lamentable remedo de falsa democracia y de liderazgo indigno, cambiante y sometido a caprichos e injusticias, que no merece el respeto de los españoles de bien ni de la comunidad internacional.
Francisco Rubiales
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