La misma vuelta al poder de Pedro Sánchez, después de ser defenestrado de la Secretaría General, cuando fue sorprendido haciendo trampas con una urna camuflada, constituyó en si misma un suicidio colectivo del partido, que entonces renunció a la decencia y optó por un líder profundamente manchado. De hecho, poco después del éxito en las primarias, Sánchez convocó el 39 congreso (junio de 2017) que trajo consigo la destrucción del sistema interno y su sustitución por un sistema donde todo el poder se concentra en el secretario general y en las bases, mientras pierden peso y desaparecen como órganos de debate y control los barones y el Comité Federal.
El Sanchismo no es otra cosa que una dictadura interna en un partido configurado a la imagen de un líder, todo un órgano cercano en su estructura al partido nazi de Hitler y al montaje bolchevique realizado por Lenin y Stalin.
Pero donde realmente se practica el suicidio es en el gobierno del propio Sánchez, profundamente marcado por la dictadura personal, sin un ápice de democracia, en alianza con toda la escoria que el sistema ha criado en España: comunistas, amigos de ETA, separatistas, golpistas y mercenarios siempre dispuestos al chantaje, como el PNV.
Para colmo, ese conglomerado de enemigos de España cargados de odio gobiernan de manera arbitraria, repartiendo los recursos con injusticia y desigualdad, perjudicando a las comunidades gobernadas por la derecha y violando así la Constitución, que garantiza la igualdad entre los ciudadanos y pueblos de España.
Si a esto se agrega el asalto a la Justicia, la voracidad fiscal, subiendo impuestos de manera obsesiva cuando el resto del mundo los baja para relanzar la economía, y otras muchas leyes y practicas que empujan a España hacia la pobreza y el fracaso, nos encontramos con un sanchismo que sólo puede ser votado a poyado por la chusma, ya sea de los que odian a España como de los que sueñan con ordeñar el Estado en beneficio propio, viviendo de los privilegios del poder o de las subvenciones y ayudas que el gobierno desparrama entre los suyos.
La verdadera España de Sánchez, la que es el resultado de la depravación del sistema, es una desconocida porque el sanchismo ha comprado a gran parte de los medios de comunicación, sobre todo a las influyentes televisiones, y gracias a ellas oculta su faz manchada de desvergüenza y fracaso, la que construye a diario una España decadente, en retroceso, con su economía arruinada, endeudada hasta las cejas, despilfarradora, injusta y perdiendo prestigio y peso en el mundo.
Si los medios que disfrazan y camuflan todo el mal que el sanchismo esta haciendo dejaran de proteger el mal y permitieran que los españoles vieran la realidad de lo que Sánchez está haciendo, el PSOE, en las próximas elecciones, quedaría como un partido residual, con apenas una veintena de diputados.
Pero la propaganda y el engaño son la gran obra del sanchismo, el único capítulo en el que ha demostrado eficacia y pericia. La cortina de lodo que cubre su obra es tan densa que no permite ver la España real, convertida en un vertedero, donde todo se tergiversa y se camufla, alterando las cifras de la economía, del desempleo, de la deuda, del reparto de los recursos, de las subvenciones arbitrarias y un largo etcétera.
Pero la Historia enseña que no hay mal que cien años dure y que mas pronto que tarde las cortinas que cubren la cochambre son rasgadas por la resistencia de los justos y el propio devenir, dejando al descubierto el paisaje sucio y miserable que esconden.
Ese día, cuando lo que está cubierto de lodo salga a la luz, el sanchismo perecerá y sus líderes pasarán a la Historia como una pandemia maligna, quedando sólo un socialismo residual sólo votado por una sustancia diminuta de la misma chusma que ha cultivado desde el poder.
Entonces se verá con claridad que el suicidio, que tuvo un siniestro preámbulo con el inepto y siniestro Zapatero y continuó vivo durante el desgraciado gobierno de Rajoy, pisó el acelerador del suicidio cuando Sánchez fue elegido secretario general y el socialismo español se clavó un puñal en el pecho permitiéndole cambiar el partido, cuando aquella normativa interna que, a lo largo de 558 artículos y 184 páginas, describía hasta el mínimo detalle el nuevo modelo de partido que había soñado Pedro Sánchez, fue ratificada por unanimidad por el comité federal del PSOE, con sus miembros en pie y entre aplausos.
A partir de entonces, España comenzó a ser descuartizada.
Francisco Rubiales
El Sanchismo no es otra cosa que una dictadura interna en un partido configurado a la imagen de un líder, todo un órgano cercano en su estructura al partido nazi de Hitler y al montaje bolchevique realizado por Lenin y Stalin.
Pero donde realmente se practica el suicidio es en el gobierno del propio Sánchez, profundamente marcado por la dictadura personal, sin un ápice de democracia, en alianza con toda la escoria que el sistema ha criado en España: comunistas, amigos de ETA, separatistas, golpistas y mercenarios siempre dispuestos al chantaje, como el PNV.
Para colmo, ese conglomerado de enemigos de España cargados de odio gobiernan de manera arbitraria, repartiendo los recursos con injusticia y desigualdad, perjudicando a las comunidades gobernadas por la derecha y violando así la Constitución, que garantiza la igualdad entre los ciudadanos y pueblos de España.
Si a esto se agrega el asalto a la Justicia, la voracidad fiscal, subiendo impuestos de manera obsesiva cuando el resto del mundo los baja para relanzar la economía, y otras muchas leyes y practicas que empujan a España hacia la pobreza y el fracaso, nos encontramos con un sanchismo que sólo puede ser votado a poyado por la chusma, ya sea de los que odian a España como de los que sueñan con ordeñar el Estado en beneficio propio, viviendo de los privilegios del poder o de las subvenciones y ayudas que el gobierno desparrama entre los suyos.
La verdadera España de Sánchez, la que es el resultado de la depravación del sistema, es una desconocida porque el sanchismo ha comprado a gran parte de los medios de comunicación, sobre todo a las influyentes televisiones, y gracias a ellas oculta su faz manchada de desvergüenza y fracaso, la que construye a diario una España decadente, en retroceso, con su economía arruinada, endeudada hasta las cejas, despilfarradora, injusta y perdiendo prestigio y peso en el mundo.
Si los medios que disfrazan y camuflan todo el mal que el sanchismo esta haciendo dejaran de proteger el mal y permitieran que los españoles vieran la realidad de lo que Sánchez está haciendo, el PSOE, en las próximas elecciones, quedaría como un partido residual, con apenas una veintena de diputados.
Pero la propaganda y el engaño son la gran obra del sanchismo, el único capítulo en el que ha demostrado eficacia y pericia. La cortina de lodo que cubre su obra es tan densa que no permite ver la España real, convertida en un vertedero, donde todo se tergiversa y se camufla, alterando las cifras de la economía, del desempleo, de la deuda, del reparto de los recursos, de las subvenciones arbitrarias y un largo etcétera.
Pero la Historia enseña que no hay mal que cien años dure y que mas pronto que tarde las cortinas que cubren la cochambre son rasgadas por la resistencia de los justos y el propio devenir, dejando al descubierto el paisaje sucio y miserable que esconden.
Ese día, cuando lo que está cubierto de lodo salga a la luz, el sanchismo perecerá y sus líderes pasarán a la Historia como una pandemia maligna, quedando sólo un socialismo residual sólo votado por una sustancia diminuta de la misma chusma que ha cultivado desde el poder.
Entonces se verá con claridad que el suicidio, que tuvo un siniestro preámbulo con el inepto y siniestro Zapatero y continuó vivo durante el desgraciado gobierno de Rajoy, pisó el acelerador del suicidio cuando Sánchez fue elegido secretario general y el socialismo español se clavó un puñal en el pecho permitiéndole cambiar el partido, cuando aquella normativa interna que, a lo largo de 558 artículos y 184 páginas, describía hasta el mínimo detalle el nuevo modelo de partido que había soñado Pedro Sánchez, fue ratificada por unanimidad por el comité federal del PSOE, con sus miembros en pie y entre aplausos.
A partir de entonces, España comenzó a ser descuartizada.
Francisco Rubiales
Comentarios: