El PSOE ha logrado colar en una ley orgánica, la de reforma del Código Penal, un ataque directo y desmedido al PP, acusando al Gobierno de Mariano Rajoy de haber liderado “un proceso constante y sistemático de desmantelamiento de las libertades”, aprovechando la anterior crisis financiera “como oportunidad” para cercenar el derecho de protesta contra las políticas económicas del Ejecutivo.
Esta afirmación se completa con otra dura arremetida contra la reforma laboral aprobada bajo el mandato de Mariano Rajoy de la que afirma que "prácticamente excluyó la negociación colectiva de los trabajadores y que devaluó o directamente eliminó otros muchos de sus derechos".
El asunto constituye todo un escándalo de amplio espectro que refleja el profundo deterioro de la democracia española, la bajeza de algunos partidos políticos, la escasa seriedad de la tramitación de las leyes en el Parlamento y la debilidad de la Corona, que ha plasmado la firma del Rey en un texto fuera de lugar que no merece figurar en el órgano oficial de un Estado serio y decente.
El PP ha protestado con dureza y exige la retirada de ese texto, pero debería reconocer cierta culpa en este espinoso asunto por no haber revisado bien ni haber dado una batalla clara contra el polémico texto durante su tramitación parlamentaria, dado que el BOE reproduce el texto original registrado por el Grupo Socialista el pasado mes de septiembre. A lo largo de todo el trámite parlamentario en ambas Cámaras no sufrió modificación alguna pese a que hubo dos grupos -PP y Vox- que presentaron enmiendas a la totalidad con texto alternativo y varias formaciones más presentaron enmiendas parciales.
Lo más grave del caso quizás sea la firma del monarca, que refleja fragilidades y grietas en el ejercicio del poder de la Corona por haber depositado la firma del rey en un texto que no tiene solvencia democrática suficiente ni decencia política. Al plasmar su firma, algunos juristas interpretarán que el Monarca comparte el criterio socialista de que el PP ataca las libertades en España.
Se trata de un paso más en el deterioro de la política española que crispa todavía más la lucha entre partidos y escandaliza a una ciudadanía que, marginada y vejada por sus políticos, ya soporta demasiados abusos, arbitrariedades y bajezas de los partidos y políticos que dicen representar al pueblo español.
Francisco Rubiales
Esta afirmación se completa con otra dura arremetida contra la reforma laboral aprobada bajo el mandato de Mariano Rajoy de la que afirma que "prácticamente excluyó la negociación colectiva de los trabajadores y que devaluó o directamente eliminó otros muchos de sus derechos".
El asunto constituye todo un escándalo de amplio espectro que refleja el profundo deterioro de la democracia española, la bajeza de algunos partidos políticos, la escasa seriedad de la tramitación de las leyes en el Parlamento y la debilidad de la Corona, que ha plasmado la firma del Rey en un texto fuera de lugar que no merece figurar en el órgano oficial de un Estado serio y decente.
El PP ha protestado con dureza y exige la retirada de ese texto, pero debería reconocer cierta culpa en este espinoso asunto por no haber revisado bien ni haber dado una batalla clara contra el polémico texto durante su tramitación parlamentaria, dado que el BOE reproduce el texto original registrado por el Grupo Socialista el pasado mes de septiembre. A lo largo de todo el trámite parlamentario en ambas Cámaras no sufrió modificación alguna pese a que hubo dos grupos -PP y Vox- que presentaron enmiendas a la totalidad con texto alternativo y varias formaciones más presentaron enmiendas parciales.
Lo más grave del caso quizás sea la firma del monarca, que refleja fragilidades y grietas en el ejercicio del poder de la Corona por haber depositado la firma del rey en un texto que no tiene solvencia democrática suficiente ni decencia política. Al plasmar su firma, algunos juristas interpretarán que el Monarca comparte el criterio socialista de que el PP ataca las libertades en España.
Se trata de un paso más en el deterioro de la política española que crispa todavía más la lucha entre partidos y escandaliza a una ciudadanía que, marginada y vejada por sus políticos, ya soporta demasiados abusos, arbitrariedades y bajezas de los partidos y políticos que dicen representar al pueblo español.
Francisco Rubiales
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