La verdadera derecha es liberal, quiere un Estado mínimo, defiende las libertades individuales por encima de la "igualdad" y prefiere que el dinero esté en el bolsillo de los ciudadanos que en el del Estado. Pero esa derecha prácticamente no existe porque, cautivadas por el éxito del comunismo, las derechas se han hecho intervencionistas, cobran tantos impuestos como las izquierdas, engordan el Estado, desprecian las libertades y sucumben a la tentación de la igualdad.
La izquierda cree en lo colectivo más que en lo individual y concibe el Estado como una organización con derecho a reprimir y a corregir los desequilibrios y desigualdades, incluso por la fuerza. Por lo general, no le importa que la sociedad sea acribillada a impuestos y que el Estado engorde tanto que sea imposible de financiar.
Aunque las derechas y las izquierdas son conceptos obsoletos, si usted quiere saber si tiene el alma de izquierda o de derecha basta responder a la siguiente pregunta: ¿Que prefiere, la libertad o la igualdad? Si prefiere la libertad, es usted básicamente de derechas, pero si prefiere la igualdad, es usted de izquierdas.
Yo prefiero la libertad y, al desconfiar del Estado, del colectivismo y del intervencionismo de los partidos y gobiernos, me siento más de derechas que de izquierdas. Pero cuando veo el comportamiento de las derechas actuales siento asco y asumo que carece de sentido una derecha sin sensibilidades sociales y que no apoye a los desfavorecidos y débiles para que tengan oportunidades de emerger y prosperar.
¿Y usted, tiene el alma de derechas o de izquierdas?
Defender la libertad del individuo como gran motor social y de la Historia implica rechazar los intentos políticos de reprimir o eliminar la aspiración natural del hombre a ser distinto y superior a los demás de su especie. Invocar la igualdad como meta de la acción política es reaccionario y empobrece las sociedades porque penaliza a los que, por su esfuerzo, inteligencia y suerte superiores, sobresalen respecto a los que se esfuerzan menos, son menos inteligentes, han descuidado su preparación o renunciado a recibir y conseguir la adecuada, por lo que han sido menos mimados por la fortuna.
Ahora bien, una derecha que carezca de sensibilidades sociales y que no abogue por ayudar a los más débiles y desfavorecidos, es una derecha salvaje.
Trasladada a España, la comparación entre derecha e izquierda se vuelve un caos, una locura y un esperpento. Por encima de las diferencias ideológicas están las similitudes en los grandes vicios, sobre todo en corrupción y abuso de poder. En ambos bandos existen canallas, sinvergüenzas y también gente decente.
Comparemos los comportamientos de las derechas y las izquierdas en la vida real, pero esta comparación refleja tendencias, más que realidades y hay que entenderla en cierta clave de humor liviano:
Cuando a un español de derechas y no le gustan las armas, no las compra y listo, pero si es de izquierdas las prohíbe, hasta en las fuerzas armadas, aunque nunca en la policía.
Cuando a un tipo de derechas no le gustan los toros, no asiste a la plaza y punto. Si es de izquierda, los prohíbe y estigmatiza a los taurinos.
Cuando a un tipo de derechas no le gusta el tabaco, no fuma. Si es de izquierdas, lo prohíbe en todos los rincones y espacios, pero sigue vendiéndolo para cobrar impuestos.
Si uno de derecha es vegetariano, no come carne, pero si es de izquierda, monta una campaña contra los carnívoros.
Si uno de derechas es homosexual, vive su vida como tal, sin molestar a nadie. Si es de izquierda, se asocia con otros, crea colectivos de lucha, organiza el día del orgullo gay y hace escandalosa ostentación de su condición.
Cuando alguien de derecha tiene problemas en su trabajo, suele buscar otro o sbrevivir en su drama, pero si es de izquierdas se queja por acoso laboral y, si puede, organiza una huelga con el apoyo de su sindicato. Si es mujer, quizás acuse a su jefe de acoso sexual.
Cuando a un tipo de derechas no le agrada un programa de televisión, simplemente la apaga o cambia de canal o se va a la cama. Pero si es de izquierdas lo acusa de "facha" y hasta puede que lo denuncie.
Cuando uno de derechas es ateo, no va a la iglesia, ni a la sinagoga, ni a la mezquita, pero si es de izquierdas, no quiere ninguna alusión a Dios en ninguna parte, en ninguna esfera pública, y protesta contra las religiones y sus símbolos (salvo contra el islam, porque es cobarde y le tiene miedo.
Cuando un tipo de derechas tiene problemas económicos, trabaja todo lo que puede, intenta pagar todas sus deudas, y a veces incluso ahorra. El de izquierdas le echa la culpa al gobierno, si éste no es de izquierdas, y acusa de su drama a los empresarios, a la burguesía, a los bancos y al capitalismo, a la globalización, a los americanos...
Cuando un tipo de derechas lee este texto u otros críticos con humor, suele reirse y los reenvía a sus amigos, pero si es de la izquierda española, pone “a parir” al que se lo mandó y lo borra.
Si un matrimonio de derechas tiene un hijo que suspende en el "cole", cambia de colegio o le pide a los profesores que le obliguen a esforzarse más, pero si el matrimonio es de izquierdas suele condenar a los profesores y obliga al centro a que le apruebe.
Si uno de derecha está cabreado con la falta de democracia y la injusticia reinante, deja de votar y abandona a su partido, pero si es de izquierda, se apunta a Podemos y rumia su desgracia con ganas de revancha.
Francisco Rubiales
La izquierda cree en lo colectivo más que en lo individual y concibe el Estado como una organización con derecho a reprimir y a corregir los desequilibrios y desigualdades, incluso por la fuerza. Por lo general, no le importa que la sociedad sea acribillada a impuestos y que el Estado engorde tanto que sea imposible de financiar.
Aunque las derechas y las izquierdas son conceptos obsoletos, si usted quiere saber si tiene el alma de izquierda o de derecha basta responder a la siguiente pregunta: ¿Que prefiere, la libertad o la igualdad? Si prefiere la libertad, es usted básicamente de derechas, pero si prefiere la igualdad, es usted de izquierdas.
Yo prefiero la libertad y, al desconfiar del Estado, del colectivismo y del intervencionismo de los partidos y gobiernos, me siento más de derechas que de izquierdas. Pero cuando veo el comportamiento de las derechas actuales siento asco y asumo que carece de sentido una derecha sin sensibilidades sociales y que no apoye a los desfavorecidos y débiles para que tengan oportunidades de emerger y prosperar.
¿Y usted, tiene el alma de derechas o de izquierdas?
Defender la libertad del individuo como gran motor social y de la Historia implica rechazar los intentos políticos de reprimir o eliminar la aspiración natural del hombre a ser distinto y superior a los demás de su especie. Invocar la igualdad como meta de la acción política es reaccionario y empobrece las sociedades porque penaliza a los que, por su esfuerzo, inteligencia y suerte superiores, sobresalen respecto a los que se esfuerzan menos, son menos inteligentes, han descuidado su preparación o renunciado a recibir y conseguir la adecuada, por lo que han sido menos mimados por la fortuna.
Ahora bien, una derecha que carezca de sensibilidades sociales y que no abogue por ayudar a los más débiles y desfavorecidos, es una derecha salvaje.
Trasladada a España, la comparación entre derecha e izquierda se vuelve un caos, una locura y un esperpento. Por encima de las diferencias ideológicas están las similitudes en los grandes vicios, sobre todo en corrupción y abuso de poder. En ambos bandos existen canallas, sinvergüenzas y también gente decente.
Comparemos los comportamientos de las derechas y las izquierdas en la vida real, pero esta comparación refleja tendencias, más que realidades y hay que entenderla en cierta clave de humor liviano:
Cuando a un español de derechas y no le gustan las armas, no las compra y listo, pero si es de izquierdas las prohíbe, hasta en las fuerzas armadas, aunque nunca en la policía.
Cuando a un tipo de derechas no le gustan los toros, no asiste a la plaza y punto. Si es de izquierda, los prohíbe y estigmatiza a los taurinos.
Cuando a un tipo de derechas no le gusta el tabaco, no fuma. Si es de izquierdas, lo prohíbe en todos los rincones y espacios, pero sigue vendiéndolo para cobrar impuestos.
Si uno de derecha es vegetariano, no come carne, pero si es de izquierda, monta una campaña contra los carnívoros.
Si uno de derechas es homosexual, vive su vida como tal, sin molestar a nadie. Si es de izquierda, se asocia con otros, crea colectivos de lucha, organiza el día del orgullo gay y hace escandalosa ostentación de su condición.
Cuando alguien de derecha tiene problemas en su trabajo, suele buscar otro o sbrevivir en su drama, pero si es de izquierdas se queja por acoso laboral y, si puede, organiza una huelga con el apoyo de su sindicato. Si es mujer, quizás acuse a su jefe de acoso sexual.
Cuando a un tipo de derechas no le agrada un programa de televisión, simplemente la apaga o cambia de canal o se va a la cama. Pero si es de izquierdas lo acusa de "facha" y hasta puede que lo denuncie.
Cuando uno de derechas es ateo, no va a la iglesia, ni a la sinagoga, ni a la mezquita, pero si es de izquierdas, no quiere ninguna alusión a Dios en ninguna parte, en ninguna esfera pública, y protesta contra las religiones y sus símbolos (salvo contra el islam, porque es cobarde y le tiene miedo.
Cuando un tipo de derechas tiene problemas económicos, trabaja todo lo que puede, intenta pagar todas sus deudas, y a veces incluso ahorra. El de izquierdas le echa la culpa al gobierno, si éste no es de izquierdas, y acusa de su drama a los empresarios, a la burguesía, a los bancos y al capitalismo, a la globalización, a los americanos...
Cuando un tipo de derechas lee este texto u otros críticos con humor, suele reirse y los reenvía a sus amigos, pero si es de la izquierda española, pone “a parir” al que se lo mandó y lo borra.
Si un matrimonio de derechas tiene un hijo que suspende en el "cole", cambia de colegio o le pide a los profesores que le obliguen a esforzarse más, pero si el matrimonio es de izquierdas suele condenar a los profesores y obliga al centro a que le apruebe.
Si uno de derecha está cabreado con la falta de democracia y la injusticia reinante, deja de votar y abandona a su partido, pero si es de izquierda, se apunta a Podemos y rumia su desgracia con ganas de revancha.
Francisco Rubiales
Comentarios: