El famoso periodista Alfonso Ussia califica a Sánchez de "psicópata zumbado"
Pedro Sánchez, que acaba de ser condenado por la Junta Electoral por el delito de utilizar su posición de presidente en su propio beneficio, durante la campaña electoral, se está convirtiendo en la vergüenza nacional, en un tipo truculento y falso, opaco y sucio, escaso de honor y decencia, que ocupa nada menos que la presidencia del gobierno de España. El envío a Bolivia de encapuchados armados para secuestrar a diplomáticos, la intervención de las cuentas en Andalucía para castigar a los andaluces por haber votado la expulsión del socialismo del poder, el incumplimiento de sus promesas electorales y la estafa a los que le votaron, haciendo desde la presidencia lo contrario de lo que prometió, son motivos suficientes para afirmar que tenemos en España a un peligroso indeseable, que produce vergüenza, al frente de la nación.
Pero hay muchas fechorías más, todas oscuras y reñidas con la decencia y la democracia, impropias de quien tiene el deber de ser ejemplar como dirigente político: pactos y concesiones a los proetarras de BILDU y a los independentistas catalanes, trato de favor a las autonomías más desleales y conflictivas, lo que empobrece más a las autonomías decentes y fieles a la Constitución, y maniobras intervencionistas para someter y manejar la Justicia, como el nombramiento de su ministra de Justicia como Fiscal General del Estado,
Las bajezas y comportamientos vergonzantes de Sánchez comienzan en su currículum falsificado, donde aparecían títulos académicos falsos y cargos inflados, y en sus tesis doctoral, escrita por otros, hechos que son suficientes para que un ministro dimita en Alemania, Francia, Gran Bretaña y cualquier otro país democrático y decente del mundo.
Su obsesión por desenterrar al general Franco y expulsarlo de su tumba en el Valle de los Caídos fue un espectáculo despreciable que cumplía con su enfermizo interés por volver a enfrentar a los españoles que combatieron en la Guerra Civil de 1936, otra de sus fechorías malolientes que le señalan como "mala persona".
Hasta los suyos empiezan a rebelarse sin poder soportar el hedor que despide el gobierno. Emiliano García-Page, presidente socialista de Castilla-La Mancha, tras afirmar que "Con el Código penal no se mercadea", ha enviado un mensaje implícito a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, exigiendo que se tipifique como delito en el Código Penal "hacer lo contrario de lo que se promete".
De todas las fechorías vergonzantes de Pedro Sánchez, la estafa a los votantes españoles sigue siendo la mayor y la más indecente. Durante la campaña electoral prometió que no formaría gobierno con los comunistas de Podemos y lo ha hecho, que no pactaría con los independentistas catalanes y lo ha hecho, y que jamás permitiría la entrada de un tipo como Pablo Iglesias en el gobierno "porque España no podría dormir" y hoy es su vicepresidente.
Engaños al electorado de esa dimensión son ilegales en muchas democracias y hasta conllevan la pena de cárcel, aunque en España, donde las leyes siempre benefician al poder, sean legales.
La última suciedad maloliente es la entrevista secreta mantenida por uno de sus hombres de confianza, el ministro de Transportes Ábalos, en el aeropuerto de Madrid, con la vicepresidenta de Venezuela, una narcotiranía condenada por el mundo con la que la España de Sánchez mantiene relaciones armoniosas y cooperativas, como lo demuestra el desplante a Juan Guaidó, reconocido como presidente democrático encargado de Venezuela por gran parte del mundo, entre ellos por España, con el que Sánchez no quiere reunirse en Madrid, siguiendo así las ordenes de sus socios comunistas en el gobierno.
España, por culpa de las maniobras oscuras y traicioneras de Sánchez, figura ya en Google y otras fuentes de datos como "país comunista" y ese comunismo medio oculto, rechazado de plano por más de dos tercios de los españoles, ya ha provocado a España duras sanciones de Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, no disimula su desprecio al torvo y poco fiable Pedro Sánchez.
El horizonte se acerca cargado de amenazas, todas ellas atraídas por Pedro Sánchez, al que muchos califican de psicópata. El despilfarro, la brutal subida de impuestos que ya ha empezado a imponer, su intento de restablecer el odiado impuesto a las herencias, repudiado masivamente por los españoles, y otras medidas que van a arruinar la economía disparando el déficit, acrecentando el gasto público, ahuyentando a las empresas y destruyendo empleo, convierten a España, que estaba protagonizando un impresionante despegue económico tras la crisis, en un país amenazado por el mal gobierno, la ruina y el fracaso.
Francisco Rubiales
Pero hay muchas fechorías más, todas oscuras y reñidas con la decencia y la democracia, impropias de quien tiene el deber de ser ejemplar como dirigente político: pactos y concesiones a los proetarras de BILDU y a los independentistas catalanes, trato de favor a las autonomías más desleales y conflictivas, lo que empobrece más a las autonomías decentes y fieles a la Constitución, y maniobras intervencionistas para someter y manejar la Justicia, como el nombramiento de su ministra de Justicia como Fiscal General del Estado,
Las bajezas y comportamientos vergonzantes de Sánchez comienzan en su currículum falsificado, donde aparecían títulos académicos falsos y cargos inflados, y en sus tesis doctoral, escrita por otros, hechos que son suficientes para que un ministro dimita en Alemania, Francia, Gran Bretaña y cualquier otro país democrático y decente del mundo.
Su obsesión por desenterrar al general Franco y expulsarlo de su tumba en el Valle de los Caídos fue un espectáculo despreciable que cumplía con su enfermizo interés por volver a enfrentar a los españoles que combatieron en la Guerra Civil de 1936, otra de sus fechorías malolientes que le señalan como "mala persona".
Hasta los suyos empiezan a rebelarse sin poder soportar el hedor que despide el gobierno. Emiliano García-Page, presidente socialista de Castilla-La Mancha, tras afirmar que "Con el Código penal no se mercadea", ha enviado un mensaje implícito a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, exigiendo que se tipifique como delito en el Código Penal "hacer lo contrario de lo que se promete".
De todas las fechorías vergonzantes de Pedro Sánchez, la estafa a los votantes españoles sigue siendo la mayor y la más indecente. Durante la campaña electoral prometió que no formaría gobierno con los comunistas de Podemos y lo ha hecho, que no pactaría con los independentistas catalanes y lo ha hecho, y que jamás permitiría la entrada de un tipo como Pablo Iglesias en el gobierno "porque España no podría dormir" y hoy es su vicepresidente.
Engaños al electorado de esa dimensión son ilegales en muchas democracias y hasta conllevan la pena de cárcel, aunque en España, donde las leyes siempre benefician al poder, sean legales.
La última suciedad maloliente es la entrevista secreta mantenida por uno de sus hombres de confianza, el ministro de Transportes Ábalos, en el aeropuerto de Madrid, con la vicepresidenta de Venezuela, una narcotiranía condenada por el mundo con la que la España de Sánchez mantiene relaciones armoniosas y cooperativas, como lo demuestra el desplante a Juan Guaidó, reconocido como presidente democrático encargado de Venezuela por gran parte del mundo, entre ellos por España, con el que Sánchez no quiere reunirse en Madrid, siguiendo así las ordenes de sus socios comunistas en el gobierno.
España, por culpa de las maniobras oscuras y traicioneras de Sánchez, figura ya en Google y otras fuentes de datos como "país comunista" y ese comunismo medio oculto, rechazado de plano por más de dos tercios de los españoles, ya ha provocado a España duras sanciones de Estados Unidos, cuyo presidente, Donald Trump, no disimula su desprecio al torvo y poco fiable Pedro Sánchez.
El horizonte se acerca cargado de amenazas, todas ellas atraídas por Pedro Sánchez, al que muchos califican de psicópata. El despilfarro, la brutal subida de impuestos que ya ha empezado a imponer, su intento de restablecer el odiado impuesto a las herencias, repudiado masivamente por los españoles, y otras medidas que van a arruinar la economía disparando el déficit, acrecentando el gasto público, ahuyentando a las empresas y destruyendo empleo, convierten a España, que estaba protagonizando un impresionante despegue económico tras la crisis, en un país amenazado por el mal gobierno, la ruina y el fracaso.
Francisco Rubiales
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