Hasta ahora perecía inmunizado contra el desgaste y gobernaba protegido por una ciudadanía agradecida por su estilo de gobierno (talante) dialogante, sonriente y cordial, pero el encanto ha desaparecido y Zapatero se desgasta ya peligrosamente, tras haber cometido, con su apoyo personal al Estatuto de Cataluña, un error que los ciudadanos no le perdonan.
Hastiados del estilo lejano, autoritario y crispante de José María Aznar y cansados de su afición por demonizar al adversario, sin dialogar nunca, los ciudadanos españoles habían blindado al presidente del Gobierno Español, José Luis Rodríguez Zapatero, frente al desgaste, a pesar de sus errores, pero esa protección, según reflejan las encuestas, ya ha desaparecido y Zapatero, como cualquier otro gobernante, teiene que responder ya de sus errores y desatinos.
Los principales periódicos españoles (El País, El Mundo, El Periódico, La Razón) publican hoy encuestas sobre el Estatuto catalán y, aunque cada medio interpreta los resultados según su tendencia editorial y los intereses de sus empresas editoras, el denominador común es que la opinión pública española ha hecho responsable personalmente a Zapatero de lo sucedido con un Estatuto que es rechazado por la mayoría como insolidario y contrario a la Constitución.
Más de la mitad de los ciudadanos consultados cree que Zapatero se ha equivocado con el Estatuto, mientras que casi la mitad considera irresponsable su comportamiento y opina que el documento aprobado por el Parlamento Catalán debe ser reformado en el Parlamento Español para eliminar sus rasgos insolidarios y elitistas y para adecuarlo a la Constitución.
Es el primer gran revés político, como jefe del gobierno, de Zapatero, que está dilapidando con demasiada rapidez el enorme capital político que le otorgaron los españoles tras su inesperada victoria sobre el Partido Popular. Su ventaja en la apreciación ciudadana y tendencia de voto llegó a superar los diez puntos, pero ahora ya se ha reducido a dos, y sigue bajando.
Cataluña es, junto con Zapatero, la gran perdedora del Estatuto. La imagen que ha adquirido de región insolidaria y egoísta tardará, según los expertos, más de diez años en reconstruirse, y su capacidad comercial, también dañada por la batalla política, todavía más tiempo.
Los españoles no le perdonan ya a Zapatero sus errores de principiante, como el que cometió recientemente cuando fue interrogado en rueda de prensa sobre la “españolidad” de Ceuta y Melilla y, en lugar de reafirmarla, bebió agua y calló.
La opinión pública tampoco le perdona ya su incapacidad para consensuar las políticas fundamentales con la oposición, ni el poco atractivo de los “amigos” que el propio Zapatero ha elegido: Maragall, Carod Rovira, Ibarretxe, Rubalcaba...
Encuestas internas de su propio partido, no publicadas, reflejan el desencanto de los militantes ante la política de su líder relacionada con Cataluña y el rechazo a la línea de Maragall, para quien se pide un escarmiento que le haga entender que los votos que gestiona no son insolidarios, ni suyos, sino solidarios y socialistas.
Hastiados del estilo lejano, autoritario y crispante de José María Aznar y cansados de su afición por demonizar al adversario, sin dialogar nunca, los ciudadanos españoles habían blindado al presidente del Gobierno Español, José Luis Rodríguez Zapatero, frente al desgaste, a pesar de sus errores, pero esa protección, según reflejan las encuestas, ya ha desaparecido y Zapatero, como cualquier otro gobernante, teiene que responder ya de sus errores y desatinos.
Los principales periódicos españoles (El País, El Mundo, El Periódico, La Razón) publican hoy encuestas sobre el Estatuto catalán y, aunque cada medio interpreta los resultados según su tendencia editorial y los intereses de sus empresas editoras, el denominador común es que la opinión pública española ha hecho responsable personalmente a Zapatero de lo sucedido con un Estatuto que es rechazado por la mayoría como insolidario y contrario a la Constitución.
Más de la mitad de los ciudadanos consultados cree que Zapatero se ha equivocado con el Estatuto, mientras que casi la mitad considera irresponsable su comportamiento y opina que el documento aprobado por el Parlamento Catalán debe ser reformado en el Parlamento Español para eliminar sus rasgos insolidarios y elitistas y para adecuarlo a la Constitución.
Es el primer gran revés político, como jefe del gobierno, de Zapatero, que está dilapidando con demasiada rapidez el enorme capital político que le otorgaron los españoles tras su inesperada victoria sobre el Partido Popular. Su ventaja en la apreciación ciudadana y tendencia de voto llegó a superar los diez puntos, pero ahora ya se ha reducido a dos, y sigue bajando.
Cataluña es, junto con Zapatero, la gran perdedora del Estatuto. La imagen que ha adquirido de región insolidaria y egoísta tardará, según los expertos, más de diez años en reconstruirse, y su capacidad comercial, también dañada por la batalla política, todavía más tiempo.
Los españoles no le perdonan ya a Zapatero sus errores de principiante, como el que cometió recientemente cuando fue interrogado en rueda de prensa sobre la “españolidad” de Ceuta y Melilla y, en lugar de reafirmarla, bebió agua y calló.
La opinión pública tampoco le perdona ya su incapacidad para consensuar las políticas fundamentales con la oposición, ni el poco atractivo de los “amigos” que el propio Zapatero ha elegido: Maragall, Carod Rovira, Ibarretxe, Rubalcaba...
Encuestas internas de su propio partido, no publicadas, reflejan el desencanto de los militantes ante la política de su líder relacionada con Cataluña y el rechazo a la línea de Maragall, para quien se pide un escarmiento que le haga entender que los votos que gestiona no son insolidarios, ni suyos, sino solidarios y socialistas.
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