El "camino" valenciano hacia el independentismo se basa, como el catalán, en la utilización de la cultura como instrumento de separación, no como riqueza patrimonial de todos. Es puro fascismo, aunque camuflado y disfrazado por los políticos del PP y dl PSOE que lo han permitido y hasta promovido, siempre en busca de votos. El valenciano es ya utilizado como arma arrojadiza y motivo de enfrentamiento con los castellanoparlantes.
El veneno se está sembrando entre los jóvenes y los docentes son ya, como ocurrió en Cataluña, la punta de lanza del independentismo y de la ruptura con lo español.
En el origen del fascismo valenciano no sólo están la permisividad y cobardía de los gobiernos del PP y del PSOE, sino también el dinero catalán, que ha sido "robado" de manera abundante por la Generalitat de Cataluña y enviado a Valencia para alimentar el odio y el separatismo, ante la indiferencia cómplice y cobarde de los gobiernos de Aznar, Zapatero y Rajoy.
La importancia del valencianismo separatista se ha hecho evidente durante la crisis reciente de Cataluña. La sociedad valenciana se ha dividido en dos partes, una que apoya el independentismo catalán y otra que defiende la idea de España y que ha salido a las calles para defender la "españolidad".
Podemos y Compromis se han convertido en los grandes animadores del separatismo fascista valenciano. Esos dos partidos aprovecharon los ataques de ultras a la manifestación separatista del 9 de octubre último para alimentar el odio antiespañol y pedir la dimisión del delegado del gobierno, Juan Carlos Moragues.
El CNI ha detectado activistas catalanes operando en Valencia, dedicados a promover el odio y la independencia, mientras que existe el rumor, aparentemente bien fundado, de que Puigdemont pedía a los altos directivos de las empresas que se marchaban de Cataluña que "se establecieran en la Comunidad Valenciana", tierra que los independentistas catalanes consideran como parte de los Países Catalanes.
España está a tiempo de neutralizar la deriva independentista de Valencia con tres medidas concretas: actuando en los centros más corrompidos, que son las escuelas, institutos y universidades, cortando la exportación del odio y del independentismo que se hace desde la Generalitat de Cataluña y los partidos independentistas catalanes, como Ezquerra Republicana y la CUP, y, sobre todo, impulsando una política de desarrollo y cooperación con el resto de España. En este sentido, sería eficaz aprovechar el actual sentimiento de frustración y derrota del independentismo catalán para debilitar el impulso independentista valenciano.
Francisco Rubiales
El veneno se está sembrando entre los jóvenes y los docentes son ya, como ocurrió en Cataluña, la punta de lanza del independentismo y de la ruptura con lo español.
En el origen del fascismo valenciano no sólo están la permisividad y cobardía de los gobiernos del PP y del PSOE, sino también el dinero catalán, que ha sido "robado" de manera abundante por la Generalitat de Cataluña y enviado a Valencia para alimentar el odio y el separatismo, ante la indiferencia cómplice y cobarde de los gobiernos de Aznar, Zapatero y Rajoy.
La importancia del valencianismo separatista se ha hecho evidente durante la crisis reciente de Cataluña. La sociedad valenciana se ha dividido en dos partes, una que apoya el independentismo catalán y otra que defiende la idea de España y que ha salido a las calles para defender la "españolidad".
Podemos y Compromis se han convertido en los grandes animadores del separatismo fascista valenciano. Esos dos partidos aprovecharon los ataques de ultras a la manifestación separatista del 9 de octubre último para alimentar el odio antiespañol y pedir la dimisión del delegado del gobierno, Juan Carlos Moragues.
El CNI ha detectado activistas catalanes operando en Valencia, dedicados a promover el odio y la independencia, mientras que existe el rumor, aparentemente bien fundado, de que Puigdemont pedía a los altos directivos de las empresas que se marchaban de Cataluña que "se establecieran en la Comunidad Valenciana", tierra que los independentistas catalanes consideran como parte de los Países Catalanes.
España está a tiempo de neutralizar la deriva independentista de Valencia con tres medidas concretas: actuando en los centros más corrompidos, que son las escuelas, institutos y universidades, cortando la exportación del odio y del independentismo que se hace desde la Generalitat de Cataluña y los partidos independentistas catalanes, como Ezquerra Republicana y la CUP, y, sobre todo, impulsando una política de desarrollo y cooperación con el resto de España. En este sentido, sería eficaz aprovechar el actual sentimiento de frustración y derrota del independentismo catalán para debilitar el impulso independentista valenciano.
Francisco Rubiales
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