Sin novedad en Andalucía, con la misma corrupción estancada en las vísceras del sistema, la misma ausencia de cambios en el poder andaluz, sin que se perciba otro movimiento en el horizonte visible que la continuidad de la decadencia, el incremento constante de los impuestos, el deterioro de los servicios básicos, sobre todo la salud y la educación, y la persistente ocupación andaluza de un puesto de "honor" en la cola de España y de Europa.
Hoy, 28 de febrero, es el Día de Andalucía, pero los andaluces, cansados de vivir en el atraso, con los impuestos más elevados de España, con los mismos desempleados en masa, la mediocridad y el poder agobiante del gobierno, no tienen nada que celebrar.
En teoría, los andaluces deberían celebrar hoy el referéndum del año 1980 (referéndum perdido en la provincia de Almería), que dio la autonomía plena a la comunidad andaluza, una autonomía cuyo balance es desalentador, convertida hoy en un poder propiedad de un solo partido, el PSOE, alejado de los ciudadanos y poco apreciado, que muchos quieren suprimir acusándolo de ineficaz e insostenible por sus abusos y gastos, del que viven cientos de miles de privilegiados que han aprendido a ordeñar el Estado en beneficio propio y miles de políticos instalados en el poder autonómico, convertidos en los nuevos amos ricos de Andalucía, que no ha sido capaces en cuatro décadas de liberar Andalucía del atraso, del desempleo crónico y de unos servicios públicos que se recortan y deterioran constantemente, ante el desaliento de la población, atribulada por los impuestos más altos de España, que destruyen las clases medias, alejan a las empresas y que acercan la región más a África que a Europa.
La mediocridad lo domina todo en una región que muchos expertos consideran como la que reúne mejores condiciones en toda Europa para protagonizar un gran asalto al desarrollo económico y la prosperidad, pero que no es capaz de avanzar porque está atenazada por el gobierno más intervencionista y denso de toda la Unión Europea, por una angustiosa mediocridad reinante en las instituciones, preñadas de políticos y enchufados, y por un pueblo al que el resto de los españoles acusa de falta de empuje y de haberse sometido sis resistencia al dominio de un gobierno "eterno" que sólo sabe hacer bien una cosa: mantenerse en el poder.
Susana, la primera mujer presidiendo la Junta, ya no despierta ilusión porque la gente ha asumido que es "más de lo mismo" y que en Andalucía sólo cambian los rostros que salen en los telediarios y periódicos. La política sigue siendo la misma, tediosa y mediocre, aburrida y sin sorpresas ni cambios, tanto en el partido que gobierna como en los de oposición, sobre todo en un Partido Popular que no ha sido capaz de derrotar al agotado PSOE andaluz porque quizás la oposición desgaste más que el gobierno, como repetía el italiano Giulio Andreotti.
Nada que celebrar hoy en el Día de Andalucía, un dia gris y lluvioso en el que ni siquiera podremos irnos al campo o a la playa.
Francisco Rubiales
Hoy, 28 de febrero, es el Día de Andalucía, pero los andaluces, cansados de vivir en el atraso, con los impuestos más elevados de España, con los mismos desempleados en masa, la mediocridad y el poder agobiante del gobierno, no tienen nada que celebrar.
En teoría, los andaluces deberían celebrar hoy el referéndum del año 1980 (referéndum perdido en la provincia de Almería), que dio la autonomía plena a la comunidad andaluza, una autonomía cuyo balance es desalentador, convertida hoy en un poder propiedad de un solo partido, el PSOE, alejado de los ciudadanos y poco apreciado, que muchos quieren suprimir acusándolo de ineficaz e insostenible por sus abusos y gastos, del que viven cientos de miles de privilegiados que han aprendido a ordeñar el Estado en beneficio propio y miles de políticos instalados en el poder autonómico, convertidos en los nuevos amos ricos de Andalucía, que no ha sido capaces en cuatro décadas de liberar Andalucía del atraso, del desempleo crónico y de unos servicios públicos que se recortan y deterioran constantemente, ante el desaliento de la población, atribulada por los impuestos más altos de España, que destruyen las clases medias, alejan a las empresas y que acercan la región más a África que a Europa.
La mediocridad lo domina todo en una región que muchos expertos consideran como la que reúne mejores condiciones en toda Europa para protagonizar un gran asalto al desarrollo económico y la prosperidad, pero que no es capaz de avanzar porque está atenazada por el gobierno más intervencionista y denso de toda la Unión Europea, por una angustiosa mediocridad reinante en las instituciones, preñadas de políticos y enchufados, y por un pueblo al que el resto de los españoles acusa de falta de empuje y de haberse sometido sis resistencia al dominio de un gobierno "eterno" que sólo sabe hacer bien una cosa: mantenerse en el poder.
Susana, la primera mujer presidiendo la Junta, ya no despierta ilusión porque la gente ha asumido que es "más de lo mismo" y que en Andalucía sólo cambian los rostros que salen en los telediarios y periódicos. La política sigue siendo la misma, tediosa y mediocre, aburrida y sin sorpresas ni cambios, tanto en el partido que gobierna como en los de oposición, sobre todo en un Partido Popular que no ha sido capaz de derrotar al agotado PSOE andaluz porque quizás la oposición desgaste más que el gobierno, como repetía el italiano Giulio Andreotti.
Nada que celebrar hoy en el Día de Andalucía, un dia gris y lluvioso en el que ni siquiera podremos irnos al campo o a la playa.
Francisco Rubiales
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