Cuando un gobierno propone negociar de igual a igual a delincuentes y golpistas, ese gobierno se degrada y se cubre de ignominia. Sentarse a negociar con delincuentes y golpistas te convierte también en delincuente y golpista. La negociación no cabe, aunque sí el diálogo, pero éste debe producirse después de que los sediciosos hayan abandonado su rebeldía, sus presiones, sus agresiones y sus chantajes, que en todo caso deben ser castigados por la Justicia.
El amago de "negociación" lanzado por el ministro De Guindos en la prensa internacional ha provocado una furiosa reacción entre la gente de bien, que teme que esos guardias y policías que se juegan la vida en las calles y plazas catalanas y esos jueces que, con determinación, aplican las leyes, sean traicionados por una manada de políticos cobardes.
La lógica conclusión ciudadana, tras contemplar el vergonzoso espectáculo catalán, es que lo peor de España son sus políticos, gente que se rinde, que nada en la cobardía, que es incapaz de apostar por los valores y la decencia, a la que, por encima de todo, les interesa conservar el poder. Esos políticos han alimentado el nacionalismo y el odio durante décadas, mientras que otros políticos lo han permitido cobardemente, comprando votos catalanes a cambio de impunidad.
Si se rinden, los políticos españoles, sean del color que sean, habrán demostrado que son la parte más podrida de la nación española y, probablemente, una de las castas más alejadas de la democracia y de los valores en todo Occidente. Lo que han expresado con dolor miles de pensadores e intelectuales españoles se confirma: desde Felipe el Hermoso, los peores enemigos de España son los que la gobiernan.
Si negocian y otorgan a los golpistas poder, dinero y más competencias, sólo lograrán aplazar el drama unos meses o años y lograrán la injusticia enorme de que el nazismo chantajistas, representado por Puigdemont, Más, Pujol, Junqueras y otros, sean los vencedores y España la derrotada.
Creíamos que estábamos siendo gobernados por personas decentes y con amor a España, pero ahora comprobamos que están llenando a España de tanta porquería que ya no cabe ni un cubo más de excrementos. Nos avergonzarían a todos, sobre todo a los jueces, guardias y policías que, con su presencia, defendían la decencia nacional.
El mayor riesgo en Cataluña no es sólo que el referéndum ilegal se celebre o que los delincuentes obtengan la independencia por la fuerza, sino que al final, la indecencia, la suciedad, la cobardía y la miseria moral que anidan en la clase política española desde los tiempos de Godoy y Fernando VII, se impongan a las leyes, la dignidad y el espíritu de la nación, castrando el futuro de los españoles con una ola de pesimismo y depresión, causada por una derrota humillante frente a los que sembraron odio, chantaje, opresión y división.
Francisco Rubiales
El amago de "negociación" lanzado por el ministro De Guindos en la prensa internacional ha provocado una furiosa reacción entre la gente de bien, que teme que esos guardias y policías que se juegan la vida en las calles y plazas catalanas y esos jueces que, con determinación, aplican las leyes, sean traicionados por una manada de políticos cobardes.
La lógica conclusión ciudadana, tras contemplar el vergonzoso espectáculo catalán, es que lo peor de España son sus políticos, gente que se rinde, que nada en la cobardía, que es incapaz de apostar por los valores y la decencia, a la que, por encima de todo, les interesa conservar el poder. Esos políticos han alimentado el nacionalismo y el odio durante décadas, mientras que otros políticos lo han permitido cobardemente, comprando votos catalanes a cambio de impunidad.
Si se rinden, los políticos españoles, sean del color que sean, habrán demostrado que son la parte más podrida de la nación española y, probablemente, una de las castas más alejadas de la democracia y de los valores en todo Occidente. Lo que han expresado con dolor miles de pensadores e intelectuales españoles se confirma: desde Felipe el Hermoso, los peores enemigos de España son los que la gobiernan.
Si negocian y otorgan a los golpistas poder, dinero y más competencias, sólo lograrán aplazar el drama unos meses o años y lograrán la injusticia enorme de que el nazismo chantajistas, representado por Puigdemont, Más, Pujol, Junqueras y otros, sean los vencedores y España la derrotada.
Creíamos que estábamos siendo gobernados por personas decentes y con amor a España, pero ahora comprobamos que están llenando a España de tanta porquería que ya no cabe ni un cubo más de excrementos. Nos avergonzarían a todos, sobre todo a los jueces, guardias y policías que, con su presencia, defendían la decencia nacional.
El mayor riesgo en Cataluña no es sólo que el referéndum ilegal se celebre o que los delincuentes obtengan la independencia por la fuerza, sino que al final, la indecencia, la suciedad, la cobardía y la miseria moral que anidan en la clase política española desde los tiempos de Godoy y Fernando VII, se impongan a las leyes, la dignidad y el espíritu de la nación, castrando el futuro de los españoles con una ola de pesimismo y depresión, causada por una derrota humillante frente a los que sembraron odio, chantaje, opresión y división.
Francisco Rubiales
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