Solo algunos medios de prensa decentes y unos pocos españoles patriotas y dignos han alzado la voz ante la vergüenza nacional de ese masivo "lameculos" a los británicos y a su principal institución, la monarquía. Las horas de televisión, los espacios en la prensa y la radio y gestos tan estúpidos e inadecuados como el de la comunidad de Madrid, que ha declarado luto oficial por la muerte de la reina Isabel, símbolo y patrocinadora del odio inglés a España, ponen al descubierto una España indigna, cobarde y rastrera, que ha olvidado su Historia y que humilla a los cientos de miles de españoles que murieron luchando contra los británicos, entre los que destaca el inolvidable Blas de Lezo, que derrotó a la mayor escuadra reunida por los ingleses en su historia,, ante las murallas de Cartagena de Indias.
"El Confidencial" exclama indignado "Dejad de humillaros, españoles: ¿Qué ha hecho por nosotros Isabel II? y comenta "Parece que España se ha vuelto monárquica de golpe, o quizás siempre lo fue sólo que estaba de resaca y no podía salir de la cama. Me levanto inundado de imágenes, textos, videos y corazones rotos por la terrible pérdida de nuestra Reina, Isabel II; ah no, disculpen el tropiezo, era la Reina de Inglaterra; la misma que en setenta años de reinado, vino una sola vez a España para recordarnos que todavía nos enfrentaba Gibraltar".
Es tan grave lo que está ocurriendo que quizás haya un antes y un después de la muerte de Isabel II en la España del presente. Ojalá la humillación vergonzosa ante quienes nos han perseguido, odiado, asesinado y creado la más injusta, mentirosa y canalla "Leyenda Negra", un relato cargado de mentiras, injusticias, acusaciones, falsas, olvidos interesados y apropiaciones de méritos españoles para británicos, sirva para que este país despierte, luche por ser respetable, grande y próspero y sepa discernir quien es aliado y quien es enemigo.
Las cámaras de la televisión se desplazan a Gibraltar para admirar como los colonos británicos del peñón veneran a su reina muerta y los ridículos llanitos doblan el espinazo ante la Corona antiespañola. La plana mayor de las grandes cadenas se han desplazado a Londres para, desde allí, inundarnos de programas indignos donde nuestros enemigos, los que han destruido nuestro imperio y nos han empujado, sin cesar, hacia la decadencia, lloran la muerte de Isabel, símbolo de la piratería que robaba nuestros galeones, de las flotas que bombardeaban nuestras ciudades costeras y de los reiterados esfuerzos, a lo largo y ancho de la Historia, por matar españoles en cualquier rincón del mundo.
Menos mal que el gobierno ha evitado la humillación de declarar luto oficial, algo que ha hecho, de manera sorprendente y estúpida, la capital de España y su comunidad autónoma, a pesar de que Isabel Díaz Ayuso no tenía competencias para hacerlo y de que la inmensa mayoría de los madrileños no aprueban esa medida humillante.
La cúspide de nuestra humillación ante la Pérfida Albión está en la Casa Real española, estrechamente vinculada a la de nuestros enemigos británicos. El actual rey Felipe VII fue condecorado en 2019 con Orden de la Jarretera, la mayor distinción del Imperio Británico, otorgada sólo a los que prestaron ayuda de valor al poder de Gran Bretaña. Muchos españoles nos sentimos decepcionados y humillados al contemplar a nuestro monarca como amigo del enemigo. A muchos españoles nos gustaría saber que servicios prestó nuestro rey a los británicos para merecer la Jarretera.
El gran Blas de Lezo, el héroe que derrotó a los ingleses con tanta dureza que su rey prohibió a sus súbditos mencionar la humillante batalla de Cartagena de Indias, sí sabía lo que ser ingles representa para los españoles. En su legado a sus compatriotas, el gran Blas nos dijo que meáramos siempre mirando a Inglaterra para no olvidar jamás lo que ese imperio demoniaco nos ha hecho.
Pero los españoles de hoy, con su triste y baja clase política al frente, no sólo han olvidado el consejo de Blas de Lezo sino que han aprendido a bajarse los pantalones cada día y a orientar el trasero desnudo hacia Londres.
Desde los políticos hasta los ciudadanos hemos olvidado el deber sagrado de recuperar Gibraltar, un trozo de territorio español arrebatado por la fuerza de las armas y el engaño por el enemigo inglés.
Francisco Rubiales
"El Confidencial" exclama indignado "Dejad de humillaros, españoles: ¿Qué ha hecho por nosotros Isabel II? y comenta "Parece que España se ha vuelto monárquica de golpe, o quizás siempre lo fue sólo que estaba de resaca y no podía salir de la cama. Me levanto inundado de imágenes, textos, videos y corazones rotos por la terrible pérdida de nuestra Reina, Isabel II; ah no, disculpen el tropiezo, era la Reina de Inglaterra; la misma que en setenta años de reinado, vino una sola vez a España para recordarnos que todavía nos enfrentaba Gibraltar".
Es tan grave lo que está ocurriendo que quizás haya un antes y un después de la muerte de Isabel II en la España del presente. Ojalá la humillación vergonzosa ante quienes nos han perseguido, odiado, asesinado y creado la más injusta, mentirosa y canalla "Leyenda Negra", un relato cargado de mentiras, injusticias, acusaciones, falsas, olvidos interesados y apropiaciones de méritos españoles para británicos, sirva para que este país despierte, luche por ser respetable, grande y próspero y sepa discernir quien es aliado y quien es enemigo.
Las cámaras de la televisión se desplazan a Gibraltar para admirar como los colonos británicos del peñón veneran a su reina muerta y los ridículos llanitos doblan el espinazo ante la Corona antiespañola. La plana mayor de las grandes cadenas se han desplazado a Londres para, desde allí, inundarnos de programas indignos donde nuestros enemigos, los que han destruido nuestro imperio y nos han empujado, sin cesar, hacia la decadencia, lloran la muerte de Isabel, símbolo de la piratería que robaba nuestros galeones, de las flotas que bombardeaban nuestras ciudades costeras y de los reiterados esfuerzos, a lo largo y ancho de la Historia, por matar españoles en cualquier rincón del mundo.
Menos mal que el gobierno ha evitado la humillación de declarar luto oficial, algo que ha hecho, de manera sorprendente y estúpida, la capital de España y su comunidad autónoma, a pesar de que Isabel Díaz Ayuso no tenía competencias para hacerlo y de que la inmensa mayoría de los madrileños no aprueban esa medida humillante.
La cúspide de nuestra humillación ante la Pérfida Albión está en la Casa Real española, estrechamente vinculada a la de nuestros enemigos británicos. El actual rey Felipe VII fue condecorado en 2019 con Orden de la Jarretera, la mayor distinción del Imperio Británico, otorgada sólo a los que prestaron ayuda de valor al poder de Gran Bretaña. Muchos españoles nos sentimos decepcionados y humillados al contemplar a nuestro monarca como amigo del enemigo. A muchos españoles nos gustaría saber que servicios prestó nuestro rey a los británicos para merecer la Jarretera.
El gran Blas de Lezo, el héroe que derrotó a los ingleses con tanta dureza que su rey prohibió a sus súbditos mencionar la humillante batalla de Cartagena de Indias, sí sabía lo que ser ingles representa para los españoles. En su legado a sus compatriotas, el gran Blas nos dijo que meáramos siempre mirando a Inglaterra para no olvidar jamás lo que ese imperio demoniaco nos ha hecho.
Pero los españoles de hoy, con su triste y baja clase política al frente, no sólo han olvidado el consejo de Blas de Lezo sino que han aprendido a bajarse los pantalones cada día y a orientar el trasero desnudo hacia Londres.
Desde los políticos hasta los ciudadanos hemos olvidado el deber sagrado de recuperar Gibraltar, un trozo de territorio español arrebatado por la fuerza de las armas y el engaño por el enemigo inglés.
Francisco Rubiales
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