Tengo archivados decenas de declaraciones y twits personales del presidente de la Junta, Juanma Moreno, en los que promete revisar los casos sangrantes y remediar el sufrimiento injusto de muchas víctimas del impuesto de Sucesiones destrozadas y en bancarrota por la crueldad de la anterior administración socialista, pero no han hecho nada y todo sigue igual.
Han bonificado el 99 por ciento de las herencias cuando los herederos son hijos o nietos, pero siguen expoliando a los hermanos, los sobrinos y al resto de los parientes y amigos cuando heredan. Los casos injustos y brutales que han sido aireados por la prensa siguen igual y en las oficinas de Hacienda nadie ha dado órdenes de detener o ralentizar la máquina del dolor, la que aplica intereses abusivos, multas y embargos a las víctimas, hasta hundirlas en el dolor y la miseria. Han olvidado sus promesas y han interpuesto la arrogancia a las quejas y reclamaciones. Todo eso huele a lo mismo que olía aquella cruel María Jesús Montero, una depredadora que parecía disfrutar robando legalmente las herencias de los andaluces y argumentando que sólo le cobraba a los ricos, cuando las estadísticas demuestran que los ricos son, precisamente, los que eluden siempre el impuesto de Sucesiones con ingeniería fiscal, con asesorías caras y cambiando su residencia a autonomías como Madrid o Canarias, donde no expolian las herencias y no se paga por el patrimonio.
Cuando ganaron las elecciones, el PP y Ciudadanos admitieron que la lucha ciudadana contra el abuso del Impuesto de Sucesiones les dio cientos de miles de votos y que contribuyó seriamente a la derrota de Susana Díaz y sus huestes depredadoras de herencias y donaciones. Entonces recibieron a las plataformas que lucharon por eliminar ese impuesto brutal e injusto y las colmaron de promesas, hoy casi todas olvidadas e incumplidas, demostrando dolorosamente que aquella sentencia que dice que "el poder corrompe" es certera e infalible.
De nada ha servido que los medios hayan aireado brutalidades y abusos que ponen la carne de gallina, familias enteras embargadas y endeudadas para toda la vida, bienes embargados que han sido subastados por cinco veces menos del valor establecido por la Junta, gente que está bajo tratamiento psiquiátrico porque no puede comprender que los que le gobiernan en democracia sean tan injustos, crueles y despiadados.
No puedo imaginar que Juanma Moreno y sus consejeros sean conscientes del inmenso dolor que padecen las víctimas del impuesto de Sucesiones, a las que la codicia de la Junta ha aplastado sin piedad, situándolas al borde de la desesperación y hasta del suicidio, empeñados de por vida, con deudas que la administración les incrementa cada mes con intereses, con sus sueldos embargados y con sus familias desechas y acumulando dolor y rencor. Y todo por haber aceptado una herencia.
Hace pocos días un miembro de la plataforma Stop Impuesto de Sucesiones, la que representa a los ciento de miles de andaluces indignados por la inconstitucionalidad y brutalidad del Impuesto de Sucesiones y el continuado robo de herencias, me aseguró que pronto desenterrarían de nuevo el hacha de guerra porque los expedientes sancionadores siguen su curso y la Junta sigue aplicando, con crueldad inusitada, su rodillo expoliador y sancionador, incumpliendo así las reiteradas promesas de que toda la maquinaria brutal iba a ser detenida, los procesos injustos corregidos y los daños reparados. Me dijo, finalmente, que todos los partidos en Andalucía, excepto VOX, se han vuelto insensibles y mudos ante las reclamaciones y gritos de ayuda, han olvidado sus promesas y ya ni siquiera responden a las llamadas y reclamaciones que les recuerdan lo prometido.
Sentí tristeza y decepción ante ese testimonio y me convencí, todavía más, de que los políticos, en España, no tienen remedio y que la corrupción y la injusticia han invadido ya no sólo la sangre, sino también la médula y los demás fluidos y células de la mayoría de los partidos.
Francisco Rubiales
Han bonificado el 99 por ciento de las herencias cuando los herederos son hijos o nietos, pero siguen expoliando a los hermanos, los sobrinos y al resto de los parientes y amigos cuando heredan. Los casos injustos y brutales que han sido aireados por la prensa siguen igual y en las oficinas de Hacienda nadie ha dado órdenes de detener o ralentizar la máquina del dolor, la que aplica intereses abusivos, multas y embargos a las víctimas, hasta hundirlas en el dolor y la miseria. Han olvidado sus promesas y han interpuesto la arrogancia a las quejas y reclamaciones. Todo eso huele a lo mismo que olía aquella cruel María Jesús Montero, una depredadora que parecía disfrutar robando legalmente las herencias de los andaluces y argumentando que sólo le cobraba a los ricos, cuando las estadísticas demuestran que los ricos son, precisamente, los que eluden siempre el impuesto de Sucesiones con ingeniería fiscal, con asesorías caras y cambiando su residencia a autonomías como Madrid o Canarias, donde no expolian las herencias y no se paga por el patrimonio.
Cuando ganaron las elecciones, el PP y Ciudadanos admitieron que la lucha ciudadana contra el abuso del Impuesto de Sucesiones les dio cientos de miles de votos y que contribuyó seriamente a la derrota de Susana Díaz y sus huestes depredadoras de herencias y donaciones. Entonces recibieron a las plataformas que lucharon por eliminar ese impuesto brutal e injusto y las colmaron de promesas, hoy casi todas olvidadas e incumplidas, demostrando dolorosamente que aquella sentencia que dice que "el poder corrompe" es certera e infalible.
De nada ha servido que los medios hayan aireado brutalidades y abusos que ponen la carne de gallina, familias enteras embargadas y endeudadas para toda la vida, bienes embargados que han sido subastados por cinco veces menos del valor establecido por la Junta, gente que está bajo tratamiento psiquiátrico porque no puede comprender que los que le gobiernan en democracia sean tan injustos, crueles y despiadados.
No puedo imaginar que Juanma Moreno y sus consejeros sean conscientes del inmenso dolor que padecen las víctimas del impuesto de Sucesiones, a las que la codicia de la Junta ha aplastado sin piedad, situándolas al borde de la desesperación y hasta del suicidio, empeñados de por vida, con deudas que la administración les incrementa cada mes con intereses, con sus sueldos embargados y con sus familias desechas y acumulando dolor y rencor. Y todo por haber aceptado una herencia.
Hace pocos días un miembro de la plataforma Stop Impuesto de Sucesiones, la que representa a los ciento de miles de andaluces indignados por la inconstitucionalidad y brutalidad del Impuesto de Sucesiones y el continuado robo de herencias, me aseguró que pronto desenterrarían de nuevo el hacha de guerra porque los expedientes sancionadores siguen su curso y la Junta sigue aplicando, con crueldad inusitada, su rodillo expoliador y sancionador, incumpliendo así las reiteradas promesas de que toda la maquinaria brutal iba a ser detenida, los procesos injustos corregidos y los daños reparados. Me dijo, finalmente, que todos los partidos en Andalucía, excepto VOX, se han vuelto insensibles y mudos ante las reclamaciones y gritos de ayuda, han olvidado sus promesas y ya ni siquiera responden a las llamadas y reclamaciones que les recuerdan lo prometido.
Sentí tristeza y decepción ante ese testimonio y me convencí, todavía más, de que los políticos, en España, no tienen remedio y que la corrupción y la injusticia han invadido ya no sólo la sangre, sino también la médula y los demás fluidos y células de la mayoría de los partidos.
Francisco Rubiales
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