El PSOE, en sus orígenes, era lo que está siendo ahora con Pedro Sánchez, un partido radical de izquierda, que recela de las libertades individuales, cercano a las tesis comunistas, sin fe en la democracia, alejado de la Constitución y con una ideología próxima a la revolución, el control férreo del poder y el reparto del botín del Estado entre los suyos. De hecho, en tiempos de su fundador Pablo Iglesias, el PSOE estaba mas cerca de Lenin que el mismo Partido Comunista Español y mil veces más interesado por la revolución que por la democracia.
El PSOE de Felipe González fue un accidente dentro de la historia radical de ese partido, un socialismo que se acercó a la democracia empujado por sus patrocinadores internacionales, que fueron la CIA norteamericana y la socialdemocracia alemana de Billy Brandt. Con ese bagaje casi democrático, el PSOE pudo apoyar el perdón y la concordia que los españoles sellaron con su Constitución, en la Transición del Franquismo a una democracia "sui géneris", adulterada y más parecida a una dictadura de partidos que al poder del voto y a la soberanía de los ciudadanos.
Primero fue Zapatero y después ha sido Pedro Sánchez los que han retornado al PSOE hasta sus orígenes, acercándolos al totalitarismo y al intervencionismo, sin lastres democráticos y con un pragmatismo feroz que le permite hasta negociar con nacionalismos dictatoriales y llenos de odio, verdaderos enemigos de España y de su Constitución, una aberración que en tiempos del socialdemócrata Felipe González habría sido imposible. Nada de progreso y mucho regreso al pasado.
Tras identificar a los autores del retorno a los inicios, ahora hay que preguntarse por qué y cómo ha sido posible esa degeneración sorprendente, contraria a las corrientes de la Historia y hostil con la democracia.
La única respuesta posible es que el PSOE se ha alineado con los promotores ocultos del Nuevo Orden Mundial, aquellos que quieren imponer en el mundo la tiranía y la disciplina más feroz, bajo una autoridad única e indiscutible, más cercana al régimen chino que al que defiende Estados Unidos y las viejas democracias occidentales.
El Nuevo Orden patrocina la desestabilización, la inseguridad, la desobediencia a las constituciones democráticas y el caos en las sociedades, la permisividad ante las inmigración ilegal y la delincuencia y el acoso a la ciudadana para provocar su cansancio, angustia y desesperación, sentimientos que según los estrategas oscuros del poder en la sombra, preparan al mundo para que sobrevenga un nuevo orden, furiosamente enemigo de l democracia y las libertades y sometido a la férrea disciplina de un poder inamovible que, a cambio de dictadura y tiranía, ofrecerá seguridad, estabilidad y paz.
El PSOE es hoy el partido más alineado con ese nuevo orden entre los existentes en España, más que cualquier otro, incluso más que el PP, otro partido infiltrado hasta la médula por partidarios de ese autoritarismo feroz que antepone el Estado al individuo y el orden a la libertad.
Pero el principal problema para España no es tanto que el PSOE haya retornado a sus orígenes como que está dirigido, con brazo fuerte, por un ser como Pedro Sánchez, inmoral, incumplidor de sus promesas, mentiroso, cambiante, egoísta, con aires de grandeza y, para muchos, un auténtico psicópata. Pedro Sánchez con su personalidad peligrosa, ambición desmedida y audacia enferma, ha deteriorado más al PSOE que el retorno a la vieja ideología y su adhesión actual al mundo sombrío del Nuevo Orden Mundial. Los vicios personales de Sánchez están envileciendo al PSOE y a muchos de sus miembros, que, al igual que su líder, están habituándose a contemplar con indiferencia y normalidad la ignominia, la indecencia, la corrupción y la destrucción de España en la que, sorprendentemente, su partido participa.
La consecuencias principales del "sanchismo" son tres: la primera es que nadie se fía de Sánchez en el mundo, ni Trump, ni la OTAN, ni la Unión Europea, ni el FMI y muchos países en teoría aliados; la segunda es que los peores enemigos de España se sienten eufóricos y se congratulan de la existencia de un tal Pedro Sánchez cuyo comportamiento les empuja a profundizar en los desmanes y heridas que causan a la nación española; y la tercera es que España vive en la zozobra y el miedo por culpa de un Pedro Sánchez que concita, como ningún otro político desde los tiempos de Godoy y Fernando VII, el repudio y el odio de más de media España.
Francisco Rubiales
El PSOE de Felipe González fue un accidente dentro de la historia radical de ese partido, un socialismo que se acercó a la democracia empujado por sus patrocinadores internacionales, que fueron la CIA norteamericana y la socialdemocracia alemana de Billy Brandt. Con ese bagaje casi democrático, el PSOE pudo apoyar el perdón y la concordia que los españoles sellaron con su Constitución, en la Transición del Franquismo a una democracia "sui géneris", adulterada y más parecida a una dictadura de partidos que al poder del voto y a la soberanía de los ciudadanos.
Primero fue Zapatero y después ha sido Pedro Sánchez los que han retornado al PSOE hasta sus orígenes, acercándolos al totalitarismo y al intervencionismo, sin lastres democráticos y con un pragmatismo feroz que le permite hasta negociar con nacionalismos dictatoriales y llenos de odio, verdaderos enemigos de España y de su Constitución, una aberración que en tiempos del socialdemócrata Felipe González habría sido imposible. Nada de progreso y mucho regreso al pasado.
Tras identificar a los autores del retorno a los inicios, ahora hay que preguntarse por qué y cómo ha sido posible esa degeneración sorprendente, contraria a las corrientes de la Historia y hostil con la democracia.
La única respuesta posible es que el PSOE se ha alineado con los promotores ocultos del Nuevo Orden Mundial, aquellos que quieren imponer en el mundo la tiranía y la disciplina más feroz, bajo una autoridad única e indiscutible, más cercana al régimen chino que al que defiende Estados Unidos y las viejas democracias occidentales.
El Nuevo Orden patrocina la desestabilización, la inseguridad, la desobediencia a las constituciones democráticas y el caos en las sociedades, la permisividad ante las inmigración ilegal y la delincuencia y el acoso a la ciudadana para provocar su cansancio, angustia y desesperación, sentimientos que según los estrategas oscuros del poder en la sombra, preparan al mundo para que sobrevenga un nuevo orden, furiosamente enemigo de l democracia y las libertades y sometido a la férrea disciplina de un poder inamovible que, a cambio de dictadura y tiranía, ofrecerá seguridad, estabilidad y paz.
El PSOE es hoy el partido más alineado con ese nuevo orden entre los existentes en España, más que cualquier otro, incluso más que el PP, otro partido infiltrado hasta la médula por partidarios de ese autoritarismo feroz que antepone el Estado al individuo y el orden a la libertad.
Pero el principal problema para España no es tanto que el PSOE haya retornado a sus orígenes como que está dirigido, con brazo fuerte, por un ser como Pedro Sánchez, inmoral, incumplidor de sus promesas, mentiroso, cambiante, egoísta, con aires de grandeza y, para muchos, un auténtico psicópata. Pedro Sánchez con su personalidad peligrosa, ambición desmedida y audacia enferma, ha deteriorado más al PSOE que el retorno a la vieja ideología y su adhesión actual al mundo sombrío del Nuevo Orden Mundial. Los vicios personales de Sánchez están envileciendo al PSOE y a muchos de sus miembros, que, al igual que su líder, están habituándose a contemplar con indiferencia y normalidad la ignominia, la indecencia, la corrupción y la destrucción de España en la que, sorprendentemente, su partido participa.
La consecuencias principales del "sanchismo" son tres: la primera es que nadie se fía de Sánchez en el mundo, ni Trump, ni la OTAN, ni la Unión Europea, ni el FMI y muchos países en teoría aliados; la segunda es que los peores enemigos de España se sienten eufóricos y se congratulan de la existencia de un tal Pedro Sánchez cuyo comportamiento les empuja a profundizar en los desmanes y heridas que causan a la nación española; y la tercera es que España vive en la zozobra y el miedo por culpa de un Pedro Sánchez que concita, como ningún otro político desde los tiempos de Godoy y Fernando VII, el repudio y el odio de más de media España.
Francisco Rubiales
Comentarios: