Corre en las redes sociales estos días un vídeo de la intervención, en un programa de televisión, de Abigail Rodríguez, psicopedagoga y experta en la rama de ‘carácter humano’, realizando un perfil psicológico y de personalidad al presidente del Gobierno.
El diagnóstico profesional de esta experta no solo es que sea demoledor para Pedro Sánchez, resulta también muy preocupante para España y para los españoles que dependemos de sus decisiones.
Las imágenes de Intereconomía se han hecho virales y son sobrecogedoras. Cuando alguien visiona ese vídeo, la sensación es de terror cuando uno se da cuenta de que está gobernado por un personaje sin escrúpulos y mas peligroso que un víbora venenosa.
La psicopatocracia explica lo que parece inexplicable en nuestro mundo, el por qué el mal prevalece sobre el bien tantas veces y por qué los políticos se han convertido en el mayor drama del planeta, en los peores enemigos del bienestar humano. El liderazgo se ha degradado hasta extremos incomprensibles y los dirigentes y representantes se han divorciado del pueblo, que es el que paga sus sueldos y al que están obligados a servir. La gente contempla a los políticos con estupor y no sabe explicarse por qué son tan injustos, por qué se han olvidado del bien común, por qué se atiborran de privilegios, por qué abusan del poder y se revuelcan en la corrupción. Muchas veces nos preguntamos por qué roban, aplastan y hasta asesinan, sin encontrar jamás la respuesta.
Únicamente el poder en manos de psicópatas puede explicar qué movió a muchos gobiernos, incluso a algunos de los que se consideraban democráticos, a asesinar a más de 100 millones de ciudadanos durante el siglo XX. Han sido cientos los dirigentes políticos que han enviado a sus fuerzas de orden o militares a asesinar a manifestantes en las plazas para frenar una revolución o simplemente reprimir una protesta. En la Venezuela neocomunista ha ocurrido con frecuencia en los últimos años. No fueron asesinatos en los frentes de batalla, ni en las trincheras, sino en la retaguardia, donde la policía, el ejército o los servicios secretos actuaron como sicarios a sueldo del poder político.
El hambre, la pobreza, la opresión, la indefensión ante la muerte, la injusticia y todas las grandes lacras de la Historia humana siguen vigentes en nuestro mundo, como lo estaban en tiempos de los faraones o de los emperadores persas. Los políticos fracasan porque no demuestran entusiasmo alguno en su lucha contra los males del mundo y la única explicación racional de ese fracaso es que hay entre ellos psicópata de extrema peligrosidad.
La avaricia no explica todo el drama, ni la maldad tampoco, ni la caída de los valores, ni el egoísmo. El fenómeno del mal gobierno es tan terrible que resulta inexplicable, salvo que se explique desde la psicopatocracia.
Decimos que Mao, Stalin y Hítler eran psicópatas y eso explica sus horrendos crímenes. Sin embargo, la misma explicación sirve para explicar el comportamiento de muchos de nuestros actuales líderes fracasados, menos asesinos, menos crueles, pero injustos, opresores, corruptos, egoístas, mentirosos, arrogantes y arbitrarios.
La psicopatocracia es la única explicación de lo que está ocurriendo en nuestro mundo, de por qué el poder político se empeña en mentirnos, engañarnos, dividirnos, enfrentarnos, crisparnos, humillarnos, explotarnos y de extraer lo peor de nuestro interior.
Pedro Sánchez es un personaje polémico y peligroso al que muchos expertos consideran un enfermo mental, cuyas obras de gobierno más importantes han sido introducir el comunismo en el Estado, crispar la sociedad española y dividirla en dos bandos opuestos, el azul y el rojo.
Otra psicóloga, Pilar Enjamio, afirma que Pedro Sánchez, sin duda, padece "la enfermedad del poder" en unos niveles graves y no pocos analistas y observadores han apuntado rasgos psicopáticos en su personalidad y comportamiento. Su gusto por la ostentación, su exhibicionismo narcisista, sus reformas en la Moncloa, sus viajes por todo el mundo, su mirada, a veces torva, y su alto grado de satisfacción ejerciendo el poder son claros síntomas de la enfermedad que el psiquiatra ingles David Owen, que fue ministro en el gabinete de Tony Blair, define como "el síndrome de la arrogancia" en su estudio científico "In Sickness and in Power", editado en 2008.
Francisco Rubiales
El diagnóstico profesional de esta experta no solo es que sea demoledor para Pedro Sánchez, resulta también muy preocupante para España y para los españoles que dependemos de sus decisiones.
Las imágenes de Intereconomía se han hecho virales y son sobrecogedoras. Cuando alguien visiona ese vídeo, la sensación es de terror cuando uno se da cuenta de que está gobernado por un personaje sin escrúpulos y mas peligroso que un víbora venenosa.
La psicopatocracia explica lo que parece inexplicable en nuestro mundo, el por qué el mal prevalece sobre el bien tantas veces y por qué los políticos se han convertido en el mayor drama del planeta, en los peores enemigos del bienestar humano. El liderazgo se ha degradado hasta extremos incomprensibles y los dirigentes y representantes se han divorciado del pueblo, que es el que paga sus sueldos y al que están obligados a servir. La gente contempla a los políticos con estupor y no sabe explicarse por qué son tan injustos, por qué se han olvidado del bien común, por qué se atiborran de privilegios, por qué abusan del poder y se revuelcan en la corrupción. Muchas veces nos preguntamos por qué roban, aplastan y hasta asesinan, sin encontrar jamás la respuesta.
Únicamente el poder en manos de psicópatas puede explicar qué movió a muchos gobiernos, incluso a algunos de los que se consideraban democráticos, a asesinar a más de 100 millones de ciudadanos durante el siglo XX. Han sido cientos los dirigentes políticos que han enviado a sus fuerzas de orden o militares a asesinar a manifestantes en las plazas para frenar una revolución o simplemente reprimir una protesta. En la Venezuela neocomunista ha ocurrido con frecuencia en los últimos años. No fueron asesinatos en los frentes de batalla, ni en las trincheras, sino en la retaguardia, donde la policía, el ejército o los servicios secretos actuaron como sicarios a sueldo del poder político.
El hambre, la pobreza, la opresión, la indefensión ante la muerte, la injusticia y todas las grandes lacras de la Historia humana siguen vigentes en nuestro mundo, como lo estaban en tiempos de los faraones o de los emperadores persas. Los políticos fracasan porque no demuestran entusiasmo alguno en su lucha contra los males del mundo y la única explicación racional de ese fracaso es que hay entre ellos psicópata de extrema peligrosidad.
La avaricia no explica todo el drama, ni la maldad tampoco, ni la caída de los valores, ni el egoísmo. El fenómeno del mal gobierno es tan terrible que resulta inexplicable, salvo que se explique desde la psicopatocracia.
Decimos que Mao, Stalin y Hítler eran psicópatas y eso explica sus horrendos crímenes. Sin embargo, la misma explicación sirve para explicar el comportamiento de muchos de nuestros actuales líderes fracasados, menos asesinos, menos crueles, pero injustos, opresores, corruptos, egoístas, mentirosos, arrogantes y arbitrarios.
La psicopatocracia es la única explicación de lo que está ocurriendo en nuestro mundo, de por qué el poder político se empeña en mentirnos, engañarnos, dividirnos, enfrentarnos, crisparnos, humillarnos, explotarnos y de extraer lo peor de nuestro interior.
Pedro Sánchez es un personaje polémico y peligroso al que muchos expertos consideran un enfermo mental, cuyas obras de gobierno más importantes han sido introducir el comunismo en el Estado, crispar la sociedad española y dividirla en dos bandos opuestos, el azul y el rojo.
Otra psicóloga, Pilar Enjamio, afirma que Pedro Sánchez, sin duda, padece "la enfermedad del poder" en unos niveles graves y no pocos analistas y observadores han apuntado rasgos psicopáticos en su personalidad y comportamiento. Su gusto por la ostentación, su exhibicionismo narcisista, sus reformas en la Moncloa, sus viajes por todo el mundo, su mirada, a veces torva, y su alto grado de satisfacción ejerciendo el poder son claros síntomas de la enfermedad que el psiquiatra ingles David Owen, que fue ministro en el gabinete de Tony Blair, define como "el síndrome de la arrogancia" en su estudio científico "In Sickness and in Power", editado en 2008.
Francisco Rubiales
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