El Pedro Sánchez del presente es ya un despojo derrotado, un tipo que se niega a asumir la evidencia de que los españoles no lo quieren en el poder y de que va a perder las elecciones, no sólo porque las encuestas lo reflejen, sino porque existe en España una poderosa tendencia contra su persona, cuyo único fin lógico es su derrota en las urnas.
Sánchez, nervioso y medio perturbado, en entrevistas recientes a la prensa, habla de “poderes ocultos” que quieren terminar con su gobierno, olvidando que son los ciudadanos y no los “señores con puros” quienes están votando en su contra y, hartos de decadencia, pobreza y mentiras, quieren echarlo.
Hace pocos días, un ciudadano indignado escribía en un de las redes sociales: "El muñeco Psicópata se ha cargado la democracia y ahora controlará hasta el sistema de votos". Es un texto significativo del rechazo poderoso que Sánchez ha conseguido despertar en España.
Cuando a un Gobierno le van mal las cosas tiene dos opciones principales: la primera es rectificar su política para resurgir y la segunda, la más miserable, consiste en atrincherarse armado con una teoría de la conspiración.
Para desgracia de los españoles y del mismo Sánchez, éste ha optado por sumergirse en la conspiración, sin reconocer sus errores, que son casi infinitos.
La tesis de los "poderes ocultos" esgrimida por Pedro Sánchez suena a ridícula y no es creíble porque él, precisamente, es un "elegido" por esos poderes mundiales escondidos, los que promueven el globalismo y la Agenda 2030. Recordad que de las primeras personas que le visitó en la Moncloa cuando alcanzó la presidencia fue el poderoso y oscuro George Soros, uno de los puntales visibles de esos poderes ocultos que mueven los hilos desde la oscuridad.
La tesis de Sánchez es esperpéntica: uno de los favoritos de los poderes ocultos acusa a los "poderes ocultos" de promover su caída y de su inevitable próxima derrota electoral.
Si quiere evitar el batacazo que le espera, por supuesto merecido, debe rectificar en lugar de navegar entre fantasmas y conspiraciones.
Debe, por ejemplo, dejar de mentir, dejar de derrochar, abandonar sus amistades sucias con los partidos enemigos de España, sacar del gobierno a sus socios totalitarios, pedir perdón por sus muchas injusticias y errores, reducir su gobierno, que, con 22 ministerios, es el mas costoso de Europa, reconciliarse con las clases medias y el tejido productivo de España, a los que está aniquilando con su política, bajar de una vez los impuestos, como han hecho nuestros aliados y vecinos, repartir los recursos públicos sin amiguismo e injusticia, aprende a negociar y no a imponer, asumir que la mentira y el engaño que él practica con maestría, es una de las peores formas de corrupción, dejar de intervenir en empresas, como ha hecho en INDRA y en el INE, respetar la Constitución y un larguísimo etcétera de vicios y errores que le han convertido en uno de los peores gobernantes de la Historia de España, desde los visigodos.
Francisco Rubiales
Sánchez, nervioso y medio perturbado, en entrevistas recientes a la prensa, habla de “poderes ocultos” que quieren terminar con su gobierno, olvidando que son los ciudadanos y no los “señores con puros” quienes están votando en su contra y, hartos de decadencia, pobreza y mentiras, quieren echarlo.
Hace pocos días, un ciudadano indignado escribía en un de las redes sociales: "El muñeco Psicópata se ha cargado la democracia y ahora controlará hasta el sistema de votos". Es un texto significativo del rechazo poderoso que Sánchez ha conseguido despertar en España.
Cuando a un Gobierno le van mal las cosas tiene dos opciones principales: la primera es rectificar su política para resurgir y la segunda, la más miserable, consiste en atrincherarse armado con una teoría de la conspiración.
Para desgracia de los españoles y del mismo Sánchez, éste ha optado por sumergirse en la conspiración, sin reconocer sus errores, que son casi infinitos.
La tesis de los "poderes ocultos" esgrimida por Pedro Sánchez suena a ridícula y no es creíble porque él, precisamente, es un "elegido" por esos poderes mundiales escondidos, los que promueven el globalismo y la Agenda 2030. Recordad que de las primeras personas que le visitó en la Moncloa cuando alcanzó la presidencia fue el poderoso y oscuro George Soros, uno de los puntales visibles de esos poderes ocultos que mueven los hilos desde la oscuridad.
La tesis de Sánchez es esperpéntica: uno de los favoritos de los poderes ocultos acusa a los "poderes ocultos" de promover su caída y de su inevitable próxima derrota electoral.
Si quiere evitar el batacazo que le espera, por supuesto merecido, debe rectificar en lugar de navegar entre fantasmas y conspiraciones.
Debe, por ejemplo, dejar de mentir, dejar de derrochar, abandonar sus amistades sucias con los partidos enemigos de España, sacar del gobierno a sus socios totalitarios, pedir perdón por sus muchas injusticias y errores, reducir su gobierno, que, con 22 ministerios, es el mas costoso de Europa, reconciliarse con las clases medias y el tejido productivo de España, a los que está aniquilando con su política, bajar de una vez los impuestos, como han hecho nuestros aliados y vecinos, repartir los recursos públicos sin amiguismo e injusticia, aprende a negociar y no a imponer, asumir que la mentira y el engaño que él practica con maestría, es una de las peores formas de corrupción, dejar de intervenir en empresas, como ha hecho en INDRA y en el INE, respetar la Constitución y un larguísimo etcétera de vicios y errores que le han convertido en uno de los peores gobernantes de la Historia de España, desde los visigodos.
Francisco Rubiales
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