Errar es de humanos; no rectificar es de mal humano; errar para beneficiarse es criminal y amoral. Un hombre de Estado con vocación de servir a su país desde la política jamás hubiera soltado la nefasta frase de “aceptaré el estatuto que apruebe el parlamento catalán”. Así sin más. Sin pensar en las consecuencias el día que pudiera llegar a gobernar.
Probablemente hizo esta propuesta para ayudar a su partido en las elecciones a la Generalidad de Cataluña y contando con su apoyo en la constitucionalidad e idoneidad social y democrática del proyecto de estatuto. Pero no contó con que el PSC tuvo que apoyarse en los nacionalistas y llegado el momento en que ganó las generales, él también.
No quiso, o consideró que no tenía porqué, o no fue capaz de renunciar a la poltrona por el bien de España, pero el caso es que no rectificó. Prefirió sacrificar a España antes que ceder la gloria. Tampoco consideró confesar públicamente que España está por encima de él y del estatuto, el cual, al ser anticonstitucional y antidemocrático, no es viable y tendría que ser devuelto.
Da la clara impresión de que el estatuto se elabora a partir, y en base, a la famosa “proclama” del hoy presidente. Todos se apresuraron a imponer sus reivindicaciones y nadie cedió. Naturalmente los burgueses (CiU) no perdieron la ocasión de hacer sus aportes de carácter económico en semejante chollo.
El estatuto es claramente la elaboración cuidadosa de un contrato en el que una parte recibe todo lo que pide y el cedente debe proteger y garantizar su propia desventaja fuera de Cataluña y ellos se encargan de asegurar el chollo dentro de su cubil, inmovilizando o controlando cualquier articulación o movimiento ciudadano.
No solo se pide la independencia, sino que, además, se planea que sea España la garante de la misma y de sus intereses en el territorio nacional y en las relaciones con la UE. Además de garantizar la ventaja de ser parte del mercado único, ventaja que en principio, perdería con la independencia. España en la nación catalana no tiene absolutamente acceso, ni autoridad, ni representatividad ninguna. Para asegurar su estrategia limitan, hasta casi la anulación, la libre circulación de ciudadanos, especialmente a nivel oficial o comercial relevante, al imponer el idioma catalán, poco atractivo profesionalmente para nadie, dada su limitación a nivel local, cubriendo sus necesidades de mano de obra con la inmigración.
Mas o menos a grandes rasgos, el cotrato contempla que Cataluña sea nación, casi estado, con su bandera, su hacienda, su caja de S.S., su justicia, su himno, todas las competencias menos algunas compartidas, por su interés y bajo su control. Libre comercio en España, sin aranceles ni impuestos. La única relación de Cataluña con el Estado español son unas comisiones adjuntas a la administración y exteriores, que negociarán, de igual a igual, los asuntos que sean o consideren que puedan ser de interés para Cataluña, dentro de España o compartiendo la diplomacia española en la UE o en cualquier país del mundo, exigiendo acuerdos de su exclusivo interés y decidiendo unilateralmente la aplicación y el momento.
ZP asegura que el texto se reformará, dejando patente la fuerte identidad catalana. El Sr. presidente, al igual que le ocurriera a Sabino Arana, también debe pensar que los españoles no tenemos identidad, ni enjundia, como los vizcainos o los catalanes, por lo que constantemente tenemos que ceder al chantaje y extorsión. Ya son al menos tres los que piensan así: ZP, Arana y Arzallus.
A esta petición de soberanía sobre España lo llaman estatuto, lo califican de razonable y arremeten, calificando de boicotistas, a los que se defienden de esta agresión insultante y humillante, dejando claras evidencias de la bajeza de catadura y calaña de la gente que participa en esta farsa. Hasta el punto de que el radical José Luis Pérez Díez (Carod Rovira, en catalán) pretende convencer a Maragall de que recurra a la justicia para frenar el “odio étnico” contra Cataluña. ¿De qué raza o etnia son los que viven en Cataluña para ser odiados por ello? Cabría preguntar por qué los aragoneses, como él, se inmiscuyen en asuntos étnicos exclusivos de catalanes. No hay duda de que se tienen un puesto asegurado en el cielo de los cínicos. Agreden abiertamente y se hacen las víctimas con las protestas de los agredidos por ellos, en perfectas escenificaciones fariseicas.
Ya se han quitado la máscara. Ya sabemos lo que son y sus sentimientos sobre España y los españoles. Ya sabemos que solo somos unos “tercermundistas” con obligación de servirlos y enriquecerlos.
Es nuestro deber, sin odio ni rencor, defender nuestros intereses, invirtiendo o gastando nuestro dinero en empresas localizadas en áreas de garantías fiscales y de cohesión territorial. No es un boicot. Es una defensa para recuperar lo que nos pertenece. Es ejercer el legítimo derecho al libre comercio, según intereses y con unos mínimos de ética y de moral, evitando la burla y el acatamiento a la codicia y altanería del nacionalismo radical. Puenteemos la política de los mercaderes. De los gobernantes que viven de todos y benefician a unos pocos.
Los políticos descentralizaron el poder y reconcentraron la economía. Hagamos nosotros su trabajo por nuestro bien. Acabemos con las exigencias y chulería totalitaria de los que viven mejor con nuestros medios y por nuestra pasividad permisiva. Hagamos una redistribución económica mas justa y equitativa por todo el territorio nacional, reduciendo las ventajas que los gobiernos conceden sistemáticamente a los que viven del victimismo y de la extorsión.
Vivamos al margen de los políticos que no saben defender los intereses vitales. Hagamos nuestros propios códigos ciudadanos, donde se concentre el poder con lo mejor de las personas, dejando al margen las bandas de lobos. No permitamos que nos sigan destruyendo, utilizando y explotando.
Probablemente hizo esta propuesta para ayudar a su partido en las elecciones a la Generalidad de Cataluña y contando con su apoyo en la constitucionalidad e idoneidad social y democrática del proyecto de estatuto. Pero no contó con que el PSC tuvo que apoyarse en los nacionalistas y llegado el momento en que ganó las generales, él también.
No quiso, o consideró que no tenía porqué, o no fue capaz de renunciar a la poltrona por el bien de España, pero el caso es que no rectificó. Prefirió sacrificar a España antes que ceder la gloria. Tampoco consideró confesar públicamente que España está por encima de él y del estatuto, el cual, al ser anticonstitucional y antidemocrático, no es viable y tendría que ser devuelto.
Da la clara impresión de que el estatuto se elabora a partir, y en base, a la famosa “proclama” del hoy presidente. Todos se apresuraron a imponer sus reivindicaciones y nadie cedió. Naturalmente los burgueses (CiU) no perdieron la ocasión de hacer sus aportes de carácter económico en semejante chollo.
El estatuto es claramente la elaboración cuidadosa de un contrato en el que una parte recibe todo lo que pide y el cedente debe proteger y garantizar su propia desventaja fuera de Cataluña y ellos se encargan de asegurar el chollo dentro de su cubil, inmovilizando o controlando cualquier articulación o movimiento ciudadano.
No solo se pide la independencia, sino que, además, se planea que sea España la garante de la misma y de sus intereses en el territorio nacional y en las relaciones con la UE. Además de garantizar la ventaja de ser parte del mercado único, ventaja que en principio, perdería con la independencia. España en la nación catalana no tiene absolutamente acceso, ni autoridad, ni representatividad ninguna. Para asegurar su estrategia limitan, hasta casi la anulación, la libre circulación de ciudadanos, especialmente a nivel oficial o comercial relevante, al imponer el idioma catalán, poco atractivo profesionalmente para nadie, dada su limitación a nivel local, cubriendo sus necesidades de mano de obra con la inmigración.
Mas o menos a grandes rasgos, el cotrato contempla que Cataluña sea nación, casi estado, con su bandera, su hacienda, su caja de S.S., su justicia, su himno, todas las competencias menos algunas compartidas, por su interés y bajo su control. Libre comercio en España, sin aranceles ni impuestos. La única relación de Cataluña con el Estado español son unas comisiones adjuntas a la administración y exteriores, que negociarán, de igual a igual, los asuntos que sean o consideren que puedan ser de interés para Cataluña, dentro de España o compartiendo la diplomacia española en la UE o en cualquier país del mundo, exigiendo acuerdos de su exclusivo interés y decidiendo unilateralmente la aplicación y el momento.
ZP asegura que el texto se reformará, dejando patente la fuerte identidad catalana. El Sr. presidente, al igual que le ocurriera a Sabino Arana, también debe pensar que los españoles no tenemos identidad, ni enjundia, como los vizcainos o los catalanes, por lo que constantemente tenemos que ceder al chantaje y extorsión. Ya son al menos tres los que piensan así: ZP, Arana y Arzallus.
A esta petición de soberanía sobre España lo llaman estatuto, lo califican de razonable y arremeten, calificando de boicotistas, a los que se defienden de esta agresión insultante y humillante, dejando claras evidencias de la bajeza de catadura y calaña de la gente que participa en esta farsa. Hasta el punto de que el radical José Luis Pérez Díez (Carod Rovira, en catalán) pretende convencer a Maragall de que recurra a la justicia para frenar el “odio étnico” contra Cataluña. ¿De qué raza o etnia son los que viven en Cataluña para ser odiados por ello? Cabría preguntar por qué los aragoneses, como él, se inmiscuyen en asuntos étnicos exclusivos de catalanes. No hay duda de que se tienen un puesto asegurado en el cielo de los cínicos. Agreden abiertamente y se hacen las víctimas con las protestas de los agredidos por ellos, en perfectas escenificaciones fariseicas.
Ya se han quitado la máscara. Ya sabemos lo que son y sus sentimientos sobre España y los españoles. Ya sabemos que solo somos unos “tercermundistas” con obligación de servirlos y enriquecerlos.
Es nuestro deber, sin odio ni rencor, defender nuestros intereses, invirtiendo o gastando nuestro dinero en empresas localizadas en áreas de garantías fiscales y de cohesión territorial. No es un boicot. Es una defensa para recuperar lo que nos pertenece. Es ejercer el legítimo derecho al libre comercio, según intereses y con unos mínimos de ética y de moral, evitando la burla y el acatamiento a la codicia y altanería del nacionalismo radical. Puenteemos la política de los mercaderes. De los gobernantes que viven de todos y benefician a unos pocos.
Los políticos descentralizaron el poder y reconcentraron la economía. Hagamos nosotros su trabajo por nuestro bien. Acabemos con las exigencias y chulería totalitaria de los que viven mejor con nuestros medios y por nuestra pasividad permisiva. Hagamos una redistribución económica mas justa y equitativa por todo el territorio nacional, reduciendo las ventajas que los gobiernos conceden sistemáticamente a los que viven del victimismo y de la extorsión.
Vivamos al margen de los políticos que no saben defender los intereses vitales. Hagamos nuestros propios códigos ciudadanos, donde se concentre el poder con lo mejor de las personas, dejando al margen las bandas de lobos. No permitamos que nos sigan destruyendo, utilizando y explotando.
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