El propósito de este artículo no es otro que poner de manifiesto las diferentes estrategias que siguen los distintos grupos neoconservadores en Estados Unidos para implantar su hegemonía. Como se habrá observado, quizás sea llamativo y concentre -desde el principio-poderosamente la atención el hecho de sostener la existencia de heterogeneidad en esa parcela creciente de la derecha estadounidense denominada neo-conservadurismo. Aun cuando podamos detectar ciertos denominadores comunes, bien es cierto que los puntos de vista para el análisis, los fundamentos teóricos para la construcción de respuestas (muchas veces holísticas) y, en consecuencia, las apreciaciones sobre unos mismos hechos difieren en los principales intelectuales neocons. Asimismo, no deja de resultar paradójico que la contrarrevolución cultural (que tiene lugar en el seno del Partido Demócrata tras la derrota en 1972 del presidenciable McGovern junto al nacimiento del Team B alentado por Nixon desde las filas republicanas hasta la tercera reaparición hoy día del Comité de los Peligros Presentes) ansía la hegemonía -revestida de excepcionalismo (aunque no-wilsoniano- no sólo en el ámbito doméstico sino también en la arena global: a saber, me estoy refiriendo al tercer dogma de la Doctrina Bush-Blair o hegemonía benevolente. La ironía radica en que el concepto crítico gramsciano de hegemonía cultural, como vía e instrumento de dominio, es puesto al servicio de quienes él consideraría sus letales enemigos políticos.
Pero, ¿desde dónde se empieza a construir la hegemonía? Cualquier arquitectura hegemónica precisa de distintos pilares para su sostén: instituciones, medios de comunicación que crean y expandan opinión, recursos financieros y, sobretodo, intelectuales preferiblemente no sólo orgánicos sino también íntimamente convencidos de sus creencias, de manera que gesten un discurso demoledor desde el punto de vista emotivo y conductual, inoculando un mensaje muy determinado. El movimiento apadrinado por Irving Kristol, quien define al neoconservadurismo como "liberalismo atracado por la realidad" y como "persuasión", dispone de todos los medios imaginables a su alcance: centros de pensamiento o think tanks, mass medias, fuerte inyecciones dinerarias y una pléyade de autores bien preparados especializados por áreas; en suma, denota una innegable planificación logística.
Bien , vayamos por partes. ¿Qué es un think tank? Resumidamente, podríamos definirlo como una organización, cuyos fines estatutarios están dirigidos a investigar problemas de interés político, comercial o militar. La forma jurídica que suelen adoptar es la de asociación sin ánimo de lucro que sobrevive gracias a las aportaciones que permite la indulgencia de la Ley de Donaciones vigente en cada país. Incluso, hoy, los institutos universitarios también sirven a las necesidades de sus bienhechores, privatizándose así la investigación universitaria y -en ocasiones, permítanme la licencia- convirtiéndose la universidad en filial de alguna empresa. Grupos de presión, gobiernos y partidos políticos se valen de los análisis y propuestas de estas organizaciones para el diseño de sus políticas y/o alternativas. Pero la expresión think tank no siempre tuvo este significado: originariamente, era la jerga utilizada para designar el espacio físico que ocupaban los estrategas militares para discutir sus planes de guerra. Bien, en la actualidad los estrategas militares o han sido sustituidos por analistas civiles, o están siendo acompañados por éstos en una tarea compartida: esto es, diseñar un ideario para prevalecer. Hilando con esto último, no se debe despreciar el hecho de que un think tank es en esencia una factoría productora de ideas, con las que compite en un mercado: el mercado de las ideas. Pero, para prevalecer, producir ideas sólo es condición necesaria; entonces, ¿cuál es la condición suficiente? Saber venderlas. Los think tanks más importantes y prestigiosos han encontrado las vías más propicias para dar el salto desde el mercado al marketing. Así pues, los mass media se convierten en una prolongación o segmento de los think tanks. En suma, los emporios mediáticos se revelan como periodismo de parte, con lo cual la información veraz no deja de ser una entelequia.
Los principales think tanks conservadores, plegados al neoconservadurismo, son la Heritage Foundation, el American Enterprise Institute, el Project for the New American Century, el Mahattan Insitute, la New Atlantic Initiative y la Foundation for Defense of Democracies. Todos coinciden en su carácter ampliamente contrailustrado y en la lucha contra el liberalismo clásico estadounidense, favoreciendo la siguiente trilogía de valores, Dios, Patria y Familia, como pilares de la grandeza nacional sobre la que reside el carácter excepcional del pueblo norteamericano. Es el retorno a lo principios fundadores de la Nación, lo que Francis Fukuyama denomina la Gran Reconstrucción.
Si todo conservador anhela la instauración de un mercado libre de ataduras, o sea, que el tráfico mercantil sea reflejo de una sociedad civil fuerte, los intelectuales neoconservadores -siguiendo a Carl Schmitt o Maquiavelo- ponen en lugar de la sociedad civil al Estado, que -aunque éste se muestre Mínimo- debe ser hercúleo (de ahí las leyes liberticidas tras el 11/S, restrictivas de derechos fundamentales, que vulneran algunas de la Enmiendas constitucionales más básicas).
¿Por qué para los neoconservadores resulta una cuestión clave el control del mayor número de los medios de comunicación? Tras la senda de Leo Strauss y de su discípulo Allam Bloom, conciben al hombre de la calle como un elemento a manipular, ya que carece de formación para hallar el sentido esotérico de los acontecimientos y de los venerados textos y mitos fundacionales estadounidenses. Creen firmemente en el elitismo, que no sólo heredan de Strauss y Bloom sino también de la influyente obra de James Burnham The Machiavellians: Defenders of Freedom. De hecho, Paul Dandy Wolfowitz en 1992, a lo largo de velado informe "Guidance Planning Defense" (tributario de las enseñanzas de la Doctrina Truman) y en 2000 "Estadismo para un nuevo siglo" en Peligros Presentes (la biblia reconocida de la persuasión neoconservadora) defiende el viraje del maquiavelismo político hacia prácticas que alimenten lo que Kennedy denominó el triunfo de la libertad. Es más, en el AEI, Michael Leeden, ha publicado un estudio acerca de cómo los principios de la teoría maquiavélica pueden ser aplicados para la mejora de la democracia. ¿Cuál es, pongamos por caso, el precedente del "cambio de régimen" en la Doctrina Bush?
La razón de Estado reconducida a liberar a pueblos de la opresión de regímenes tiránicos. ¿Y la virtud del príncipe? Saber discernir entre peligros y oportunidades, de modo que sea posible explotar las oportunidades en beneficio del interés nacional, así como evitar (mediante la doctrina de la anticipación) daños a los intereses de Estados Unidos. Así, fundiendo en un mismo crisol la arquitectura teórica de Maquiavelo y los valores de la Constitución republicana de 1776, se obtiene un cóctel explosivo: el liderazgo mundial mediante la hegemonía benevolente.
La saga Kristol, Kagan y Kaplan, reunidos en torno a varios mass media y Think tanks (por ejemplo, Encounterbooks con íntimas relaciones con el PNAC, donde el cargo de Director del Project es fácilmente intercambiable por su homólogo en la Editorial, como es el caso de William Bennett), asumen la evidencia de que si los medios de comunicación han propiciado la decadencia moral de la sociedad norteamericana, los culpables de dicha situación son los liberales. Por tanto, no sólo hay que procurar expulsar a esos corruptores de sus puestos de responsabilidad, sino también se debe contra-atacar con publicaciones pedagógicas, emisiones radiofónicas y televisivas que capten la atención del lector, del oyente y del espectador medio, a través de contenidos incisivos, donde los predicadores de la verdad neoconservadora guíen de nuevo al rebaño perdido.
Entre las publicaciones periódicas, hemos de distinguir dos tipos por razón de su naturaleza y de su target: por un lado, las divulgativas; por otro, las doctrinales (sin olvidarnos de las colaboraciones asiduas en rotativos de máxima reputación). La intención, en consecuencia, se basa abiertamente en alcanzar la máxima amplitud posible de público para irradiar la buena nueva. A su vez, entre las publicaciones divulgativas, podemos establecer una dicotomía: periódicos y revistas. Muestra de los primeros, en papel impreso, el New York Post, mientras que en formato electrónico The Nation y The New Republic; de las segundas, la dirigida por William Kristol (el hijo de Irving Kristol), The Weekly Standard, junto a la comandada por Hilton Kramer The New Criterion.
Pero, so pena de resultar reiterativo, no hemos de desatender la circunstancia de que hay que granjearse la simpatía de cada vez nuevos y más acólitos, los creyentes de la noble causa de la regeneración cultural de Estados Unidos y, posteriormente, del mundo, "los amantes de la libertad" en palabras de Natan Sharansky. Para ello, los creadores de opinión neoconservadores también disfrutan de su nicho en rotativos serios de reconocida influencia y alcance como The Wall Street Journal, Washington Post o Financial Times. Ahora bien, desde un punto objetivo, es una empresa muy simple demostrar -antes de la controvertida elección presidencial de 2000- la presencia abultada de articulistas neocons ligados a think tanks de primer orden como el archiconocido Robert Kagan, el autor del bestseller "Of Power and Paradaise", o la afilada pluma de Ellen Bork. No obstante, la nómina de columnistas es extensa, pero me atrevería a destacar los siguientes nombres por su redomada labor de proselitismo: Steve Dunleavy, Michelle Caulkin y Maggie Gallagher. En el mundo de las ondas destacan Bob Grant, de la cadena WOR, Mike Savage, de la TALK, y Laura Schelessinger (o la Dra. Laura como gusta llamarse), de la SATELITE RADIO. ¿Y la televisión? El inestimable espaldarazo de Rupert Murdock, Director Ejecutivo de NEWS CORPORATION, resulta de vital importancia: SKY TELEVISION y FOX NEWS CHANNEL con Ann Coulter, Rush Limbaugh, Bill O'Reailly y Pat Robertson. Creo que no debe causar ya sorpresa la afirmación de que The Weekly Standard y, entre otros, el rotativo New York Post también forman parte del grupo mediático de Murdock.
Pasemos revista a las principales publicaciones doctrinales y a los think tanks respectivos que las edita:
Policy Review, publicada por la Heritage Foundation. Esta organización, localizada en Washintong D. C. ejerció una notabilísima influencia en la Administración Reagan, creando para el ya desaparecido Presidente la expresión "Imperio del Mal", sugiriéndole el abandono de las políticas de contención y la construcción de un escudo antibalístico. Sus intelectuales también colaboraron en el desarrollo de la "Expanding Soviet Empire Theory", que hacía a la antigua URSS culpable directa de forjar un imperio mundial de terror y de desestabilización. Miembros destacados: Richard Allen, Paul Bremer, Edwin Meese o John Lehman. Commentary Magazine, editada por el American Jewish Committee, su línea editorial está caracterizada por una apasionada apología de Israel, oposición al Estado palestino y defensa del unilateralismo. Norman Podhoretz, la segunda leyenda viva del neoconservadurismo, ha sido su editor durante muchos años con Irving Kristol. A modo de anécdota: los hijos de ambos cofundan The Weekly Standard. Uno de sus activistas más prominentes es Harold Turner. The National Interest, fundado por Irving Kristol en 1985 y publicado por el Nixon Center (por tanto, no resulta extraño que su Director de Honor sea Henry Kissinger), revista en la que ha dominado tradicionalmente la línea (neo)realista en relaciones internacionales. La publicación antagónica de The National Interest es Foreign Affairs, publicada por el Council on Foreign Relations.
Todavía quedan algunos think tanks por abordar:
1) American Enterprise Institute for Public Policy Research, 1943, firme abogado de la libertad negativa -limitación del gobierno, empresa privada, política exterior agresiva y defensores de las instituciones culturales y sociales más vitales-. Junto con el Project, que revisaremos a continuación, es uno de los adalides de la Doctrina Bush. Miembros destacdo: un panel realmente inmenso, entre oros: David Frum, Richard Perle, Lynne Cheney, Reuel Marc Gerecht, actual Director del Project, Jeane Kirkpatrick (2º PDC), Joshua Muravik, Michael Novakm Charles Krauthamer o Michael Leeden. Dispone de un imponente servicio de publicaciones. Todos sus miembros colaboran asiduamente en la prensa nacional e internacional.
2) Project for the New American Century, 1998, Washington D.C., creado por iniciativa de la Sarah Scaife Foundation, la John M. Olin Foundation, la Bradley Foundation. Entre sus integrantes se incluyen relevantes miembros de la Administración Bush y del Partido Republicano: Richard Armitage, William J. Bennett, Jeb Bush, Ellen Bork (esposa de Robert Bork), Dick Cheney, Zalmay Khalilzad, Lewis Libby, Richard Perle, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz.
3) Manhattan Institute for Policy Research, 1978, New York, dedicado a la promoción de nuevas ideas que favorezcan el crecimiento económico y fomenten la resposabilidad individual. Miembros Fareed Zakaria; Peggey Noonan, William Kristol. Generador de la Doctrina Guliani o toleracia cero, popularizada por Charles Murry.
4) Foundation for Defense of Democracies, 2001, Washington D.C., orientada hacia la deteccción y análisis de las causas que originan las amenazas terroristas a nivel mundial. Miembros conservadores: James Woolsey, Newt Gingrich, Steve Forbes, Jack Kemp; liberales: Donna Brazile, Charles Schumer y Frank Lautenberg.
5) National Endowment for Demecracy, 1983, cuyo objetivo es la preparación de líderes democráticos y evitar la corrupción en las políticas gubernamentales. Miembros destacados: Robert Kagan o Francis Fukuyama. Publica Journal of Democracy.
Fuentes de Financiación:
a) John Olin Foundation (industria química y militar)
b) Sarah Scaife Foundation (finanzas e petroleo)
c) Bradley Foundation (defensora ultraza del libre mercado)
d) Otras: AOL Time Warner y Microsoft.
Universidades: Yale, John Hopkins (sobresalientemente).
Para no aburrir en exceso, voy a dejar de la lado la factoría Hollywood (el ojo por los que los norteamericanos ven el mundo y el cristal por el que el mundo percibe a Estados Unidos).
Para terminar, como aseguró Charlotte Beers, Secretaria de Diplomacia en La primera Administración de George W. Bush (exdirectora de las mayores Empresas de publicidad de Estados Unidos, Ogilvy & Mather y J. Walter Thompson, "Toda la idea de crear una marca consiste en establecer una relación entre el producto y sus usuarios... Tendremos que divulgar las cualidades intangibles de Estados Unidos, tales como nuestro sistema de creencias y nuestros valores". He aquí la marca "Estados Unidos".
Juan Jesús Mora
FIN
Pero, ¿desde dónde se empieza a construir la hegemonía? Cualquier arquitectura hegemónica precisa de distintos pilares para su sostén: instituciones, medios de comunicación que crean y expandan opinión, recursos financieros y, sobretodo, intelectuales preferiblemente no sólo orgánicos sino también íntimamente convencidos de sus creencias, de manera que gesten un discurso demoledor desde el punto de vista emotivo y conductual, inoculando un mensaje muy determinado. El movimiento apadrinado por Irving Kristol, quien define al neoconservadurismo como "liberalismo atracado por la realidad" y como "persuasión", dispone de todos los medios imaginables a su alcance: centros de pensamiento o think tanks, mass medias, fuerte inyecciones dinerarias y una pléyade de autores bien preparados especializados por áreas; en suma, denota una innegable planificación logística.
Bien , vayamos por partes. ¿Qué es un think tank? Resumidamente, podríamos definirlo como una organización, cuyos fines estatutarios están dirigidos a investigar problemas de interés político, comercial o militar. La forma jurídica que suelen adoptar es la de asociación sin ánimo de lucro que sobrevive gracias a las aportaciones que permite la indulgencia de la Ley de Donaciones vigente en cada país. Incluso, hoy, los institutos universitarios también sirven a las necesidades de sus bienhechores, privatizándose así la investigación universitaria y -en ocasiones, permítanme la licencia- convirtiéndose la universidad en filial de alguna empresa. Grupos de presión, gobiernos y partidos políticos se valen de los análisis y propuestas de estas organizaciones para el diseño de sus políticas y/o alternativas. Pero la expresión think tank no siempre tuvo este significado: originariamente, era la jerga utilizada para designar el espacio físico que ocupaban los estrategas militares para discutir sus planes de guerra. Bien, en la actualidad los estrategas militares o han sido sustituidos por analistas civiles, o están siendo acompañados por éstos en una tarea compartida: esto es, diseñar un ideario para prevalecer. Hilando con esto último, no se debe despreciar el hecho de que un think tank es en esencia una factoría productora de ideas, con las que compite en un mercado: el mercado de las ideas. Pero, para prevalecer, producir ideas sólo es condición necesaria; entonces, ¿cuál es la condición suficiente? Saber venderlas. Los think tanks más importantes y prestigiosos han encontrado las vías más propicias para dar el salto desde el mercado al marketing. Así pues, los mass media se convierten en una prolongación o segmento de los think tanks. En suma, los emporios mediáticos se revelan como periodismo de parte, con lo cual la información veraz no deja de ser una entelequia.
Los principales think tanks conservadores, plegados al neoconservadurismo, son la Heritage Foundation, el American Enterprise Institute, el Project for the New American Century, el Mahattan Insitute, la New Atlantic Initiative y la Foundation for Defense of Democracies. Todos coinciden en su carácter ampliamente contrailustrado y en la lucha contra el liberalismo clásico estadounidense, favoreciendo la siguiente trilogía de valores, Dios, Patria y Familia, como pilares de la grandeza nacional sobre la que reside el carácter excepcional del pueblo norteamericano. Es el retorno a lo principios fundadores de la Nación, lo que Francis Fukuyama denomina la Gran Reconstrucción.
Si todo conservador anhela la instauración de un mercado libre de ataduras, o sea, que el tráfico mercantil sea reflejo de una sociedad civil fuerte, los intelectuales neoconservadores -siguiendo a Carl Schmitt o Maquiavelo- ponen en lugar de la sociedad civil al Estado, que -aunque éste se muestre Mínimo- debe ser hercúleo (de ahí las leyes liberticidas tras el 11/S, restrictivas de derechos fundamentales, que vulneran algunas de la Enmiendas constitucionales más básicas).
¿Por qué para los neoconservadores resulta una cuestión clave el control del mayor número de los medios de comunicación? Tras la senda de Leo Strauss y de su discípulo Allam Bloom, conciben al hombre de la calle como un elemento a manipular, ya que carece de formación para hallar el sentido esotérico de los acontecimientos y de los venerados textos y mitos fundacionales estadounidenses. Creen firmemente en el elitismo, que no sólo heredan de Strauss y Bloom sino también de la influyente obra de James Burnham The Machiavellians: Defenders of Freedom. De hecho, Paul Dandy Wolfowitz en 1992, a lo largo de velado informe "Guidance Planning Defense" (tributario de las enseñanzas de la Doctrina Truman) y en 2000 "Estadismo para un nuevo siglo" en Peligros Presentes (la biblia reconocida de la persuasión neoconservadora) defiende el viraje del maquiavelismo político hacia prácticas que alimenten lo que Kennedy denominó el triunfo de la libertad. Es más, en el AEI, Michael Leeden, ha publicado un estudio acerca de cómo los principios de la teoría maquiavélica pueden ser aplicados para la mejora de la democracia. ¿Cuál es, pongamos por caso, el precedente del "cambio de régimen" en la Doctrina Bush?
La razón de Estado reconducida a liberar a pueblos de la opresión de regímenes tiránicos. ¿Y la virtud del príncipe? Saber discernir entre peligros y oportunidades, de modo que sea posible explotar las oportunidades en beneficio del interés nacional, así como evitar (mediante la doctrina de la anticipación) daños a los intereses de Estados Unidos. Así, fundiendo en un mismo crisol la arquitectura teórica de Maquiavelo y los valores de la Constitución republicana de 1776, se obtiene un cóctel explosivo: el liderazgo mundial mediante la hegemonía benevolente.
La saga Kristol, Kagan y Kaplan, reunidos en torno a varios mass media y Think tanks (por ejemplo, Encounterbooks con íntimas relaciones con el PNAC, donde el cargo de Director del Project es fácilmente intercambiable por su homólogo en la Editorial, como es el caso de William Bennett), asumen la evidencia de que si los medios de comunicación han propiciado la decadencia moral de la sociedad norteamericana, los culpables de dicha situación son los liberales. Por tanto, no sólo hay que procurar expulsar a esos corruptores de sus puestos de responsabilidad, sino también se debe contra-atacar con publicaciones pedagógicas, emisiones radiofónicas y televisivas que capten la atención del lector, del oyente y del espectador medio, a través de contenidos incisivos, donde los predicadores de la verdad neoconservadora guíen de nuevo al rebaño perdido.
Entre las publicaciones periódicas, hemos de distinguir dos tipos por razón de su naturaleza y de su target: por un lado, las divulgativas; por otro, las doctrinales (sin olvidarnos de las colaboraciones asiduas en rotativos de máxima reputación). La intención, en consecuencia, se basa abiertamente en alcanzar la máxima amplitud posible de público para irradiar la buena nueva. A su vez, entre las publicaciones divulgativas, podemos establecer una dicotomía: periódicos y revistas. Muestra de los primeros, en papel impreso, el New York Post, mientras que en formato electrónico The Nation y The New Republic; de las segundas, la dirigida por William Kristol (el hijo de Irving Kristol), The Weekly Standard, junto a la comandada por Hilton Kramer The New Criterion.
Pero, so pena de resultar reiterativo, no hemos de desatender la circunstancia de que hay que granjearse la simpatía de cada vez nuevos y más acólitos, los creyentes de la noble causa de la regeneración cultural de Estados Unidos y, posteriormente, del mundo, "los amantes de la libertad" en palabras de Natan Sharansky. Para ello, los creadores de opinión neoconservadores también disfrutan de su nicho en rotativos serios de reconocida influencia y alcance como The Wall Street Journal, Washington Post o Financial Times. Ahora bien, desde un punto objetivo, es una empresa muy simple demostrar -antes de la controvertida elección presidencial de 2000- la presencia abultada de articulistas neocons ligados a think tanks de primer orden como el archiconocido Robert Kagan, el autor del bestseller "Of Power and Paradaise", o la afilada pluma de Ellen Bork. No obstante, la nómina de columnistas es extensa, pero me atrevería a destacar los siguientes nombres por su redomada labor de proselitismo: Steve Dunleavy, Michelle Caulkin y Maggie Gallagher. En el mundo de las ondas destacan Bob Grant, de la cadena WOR, Mike Savage, de la TALK, y Laura Schelessinger (o la Dra. Laura como gusta llamarse), de la SATELITE RADIO. ¿Y la televisión? El inestimable espaldarazo de Rupert Murdock, Director Ejecutivo de NEWS CORPORATION, resulta de vital importancia: SKY TELEVISION y FOX NEWS CHANNEL con Ann Coulter, Rush Limbaugh, Bill O'Reailly y Pat Robertson. Creo que no debe causar ya sorpresa la afirmación de que The Weekly Standard y, entre otros, el rotativo New York Post también forman parte del grupo mediático de Murdock.
Pasemos revista a las principales publicaciones doctrinales y a los think tanks respectivos que las edita:
Policy Review, publicada por la Heritage Foundation. Esta organización, localizada en Washintong D. C. ejerció una notabilísima influencia en la Administración Reagan, creando para el ya desaparecido Presidente la expresión "Imperio del Mal", sugiriéndole el abandono de las políticas de contención y la construcción de un escudo antibalístico. Sus intelectuales también colaboraron en el desarrollo de la "Expanding Soviet Empire Theory", que hacía a la antigua URSS culpable directa de forjar un imperio mundial de terror y de desestabilización. Miembros destacados: Richard Allen, Paul Bremer, Edwin Meese o John Lehman. Commentary Magazine, editada por el American Jewish Committee, su línea editorial está caracterizada por una apasionada apología de Israel, oposición al Estado palestino y defensa del unilateralismo. Norman Podhoretz, la segunda leyenda viva del neoconservadurismo, ha sido su editor durante muchos años con Irving Kristol. A modo de anécdota: los hijos de ambos cofundan The Weekly Standard. Uno de sus activistas más prominentes es Harold Turner. The National Interest, fundado por Irving Kristol en 1985 y publicado por el Nixon Center (por tanto, no resulta extraño que su Director de Honor sea Henry Kissinger), revista en la que ha dominado tradicionalmente la línea (neo)realista en relaciones internacionales. La publicación antagónica de The National Interest es Foreign Affairs, publicada por el Council on Foreign Relations.
Todavía quedan algunos think tanks por abordar:
1) American Enterprise Institute for Public Policy Research, 1943, firme abogado de la libertad negativa -limitación del gobierno, empresa privada, política exterior agresiva y defensores de las instituciones culturales y sociales más vitales-. Junto con el Project, que revisaremos a continuación, es uno de los adalides de la Doctrina Bush. Miembros destacdo: un panel realmente inmenso, entre oros: David Frum, Richard Perle, Lynne Cheney, Reuel Marc Gerecht, actual Director del Project, Jeane Kirkpatrick (2º PDC), Joshua Muravik, Michael Novakm Charles Krauthamer o Michael Leeden. Dispone de un imponente servicio de publicaciones. Todos sus miembros colaboran asiduamente en la prensa nacional e internacional.
2) Project for the New American Century, 1998, Washington D.C., creado por iniciativa de la Sarah Scaife Foundation, la John M. Olin Foundation, la Bradley Foundation. Entre sus integrantes se incluyen relevantes miembros de la Administración Bush y del Partido Republicano: Richard Armitage, William J. Bennett, Jeb Bush, Ellen Bork (esposa de Robert Bork), Dick Cheney, Zalmay Khalilzad, Lewis Libby, Richard Perle, Donald Rumsfeld y Paul Wolfowitz.
3) Manhattan Institute for Policy Research, 1978, New York, dedicado a la promoción de nuevas ideas que favorezcan el crecimiento económico y fomenten la resposabilidad individual. Miembros Fareed Zakaria; Peggey Noonan, William Kristol. Generador de la Doctrina Guliani o toleracia cero, popularizada por Charles Murry.
4) Foundation for Defense of Democracies, 2001, Washington D.C., orientada hacia la deteccción y análisis de las causas que originan las amenazas terroristas a nivel mundial. Miembros conservadores: James Woolsey, Newt Gingrich, Steve Forbes, Jack Kemp; liberales: Donna Brazile, Charles Schumer y Frank Lautenberg.
5) National Endowment for Demecracy, 1983, cuyo objetivo es la preparación de líderes democráticos y evitar la corrupción en las políticas gubernamentales. Miembros destacados: Robert Kagan o Francis Fukuyama. Publica Journal of Democracy.
Fuentes de Financiación:
a) John Olin Foundation (industria química y militar)
b) Sarah Scaife Foundation (finanzas e petroleo)
c) Bradley Foundation (defensora ultraza del libre mercado)
d) Otras: AOL Time Warner y Microsoft.
Universidades: Yale, John Hopkins (sobresalientemente).
Para no aburrir en exceso, voy a dejar de la lado la factoría Hollywood (el ojo por los que los norteamericanos ven el mundo y el cristal por el que el mundo percibe a Estados Unidos).
Para terminar, como aseguró Charlotte Beers, Secretaria de Diplomacia en La primera Administración de George W. Bush (exdirectora de las mayores Empresas de publicidad de Estados Unidos, Ogilvy & Mather y J. Walter Thompson, "Toda la idea de crear una marca consiste en establecer una relación entre el producto y sus usuarios... Tendremos que divulgar las cualidades intangibles de Estados Unidos, tales como nuestro sistema de creencias y nuestros valores". He aquí la marca "Estados Unidos".
Juan Jesús Mora
FIN
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