El sanchista Juan Espadas ganó las primarias del socialismo andaluz a la agonizante Susana Díaz, un grave revés para España y para el socialismo porque ese resultado alimenta a la peligrosa bestia de la Moncloa
La victoria de Espadas, candidato de Pedro Sánchez para controlar también el socialismo andaluz, representa una inyección de oxígeno de gran valor para un sanchismo agonizante, que es cada día más rechazado por la sociedad española y que está llevando a España hacia la decadencia, la ruina, el riesgo de conflictos agudos y el desprestigio internacional.
Los socialistas andaluces pudieron haber frenado el avance de la bestia Sánchez, pero no lo hicieron y demostraron una vez más que en ese partido pesa más el reparto del poder y del botín que las ideas nobles, el servicio al pueblo y el amor a España.
Sánchez, al controlar a través de su peón Espadas el socialismo andaluz, se hace más fuerte dentro de su partido y se prepara para aterrizar en el PSOE, con todas sus frustraciones y rencores, cuando sea expulsado del poder en las urnas, algo que, según las encuestas y las tendencias, ocurrirá cuando se abran las urnas.
Era tan obvio que Espadas era un candidato frágil por representar al sanchismo que el alcalde de Sevilla ocultó siempre que estaba patrocinado y sostenido por la Moncloa y por Ferraz. También era obvio que si Susana se hubiera atrevido a hablar claro sobre lo que representa el sanchismo para España y su partido, habría ganado. Pero una vez más se impusieron la cobardía, el sometimiento y la bajeza en la política española, en la que los políticos se han convertido en el más grave de los problemas y en el mayor obstáculo para que el país sea justo, limpio, decente y próspero.
Con el socialismo andaluz controlado, Sánchez recibió ayer parte del oxigeno que le restó la exitosa manifestación en la madrileña plaza de Colón, donde el gobierno hizo el ridículo y mintió de nuevo cifrando el 25.000 una asistencia que superó con creces la cifra de 130.000. Esa manifestación, donde la sociedad civil brilló más que unos partidos de derecha también cobardes e incapaces de fotografiarse juntos por miedo a la feroz y eficaz propaganda de la izquierda, representa la furia antisanchista que ha prendido en la nación y que crece a diario como rechazo e indignación ante las traiciones, suciedades y agresiones a España de Pedro Sánchez, sus socialistas y sus aliados, entre los que figuran los peores enemigos de España.
Gracias a la traición cobarde del socialismo andaluz, ayer, que pudo ser una jornada aciaga para el sanchismo que agoniza, fue para el maltratador de España una jornada agridulce, que le restó oxígeno en Madrid y se lo dio en Andalucía.
Francisco Rubiales
Los socialistas andaluces pudieron haber frenado el avance de la bestia Sánchez, pero no lo hicieron y demostraron una vez más que en ese partido pesa más el reparto del poder y del botín que las ideas nobles, el servicio al pueblo y el amor a España.
Sánchez, al controlar a través de su peón Espadas el socialismo andaluz, se hace más fuerte dentro de su partido y se prepara para aterrizar en el PSOE, con todas sus frustraciones y rencores, cuando sea expulsado del poder en las urnas, algo que, según las encuestas y las tendencias, ocurrirá cuando se abran las urnas.
Era tan obvio que Espadas era un candidato frágil por representar al sanchismo que el alcalde de Sevilla ocultó siempre que estaba patrocinado y sostenido por la Moncloa y por Ferraz. También era obvio que si Susana se hubiera atrevido a hablar claro sobre lo que representa el sanchismo para España y su partido, habría ganado. Pero una vez más se impusieron la cobardía, el sometimiento y la bajeza en la política española, en la que los políticos se han convertido en el más grave de los problemas y en el mayor obstáculo para que el país sea justo, limpio, decente y próspero.
Con el socialismo andaluz controlado, Sánchez recibió ayer parte del oxigeno que le restó la exitosa manifestación en la madrileña plaza de Colón, donde el gobierno hizo el ridículo y mintió de nuevo cifrando el 25.000 una asistencia que superó con creces la cifra de 130.000. Esa manifestación, donde la sociedad civil brilló más que unos partidos de derecha también cobardes e incapaces de fotografiarse juntos por miedo a la feroz y eficaz propaganda de la izquierda, representa la furia antisanchista que ha prendido en la nación y que crece a diario como rechazo e indignación ante las traiciones, suciedades y agresiones a España de Pedro Sánchez, sus socialistas y sus aliados, entre los que figuran los peores enemigos de España.
Gracias a la traición cobarde del socialismo andaluz, ayer, que pudo ser una jornada aciaga para el sanchismo que agoniza, fue para el maltratador de España una jornada agridulce, que le restó oxígeno en Madrid y se lo dio en Andalucía.
Francisco Rubiales
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