La izquierda mundial está tan podrida que apesta a muerte y carroña. Ya no cabe regenerarla porque la metástasis es imparable. Hay que arrancarla y plantarla de nuevo, pero limpia, Justa, decente y dispuesta a distribuir por el mundo libertad, justicia y amor, en lugar de abuso, odio y corrupción.
La izquierda se ha atiborrado de poder, dinero y privilegios y los ciudadanos se han dado cuenta de que se han vuelto elitistas, arrogantes y tiranos conservadores. Les gusta prohibirlo todo, cobran impuestos injustos y reparten trabajos y subvenciones para los suyos, además de colocar, a sueldo del Estado, a sus familiares. Se han viento corruptos y han superado a las viejas clases nobles y burguesas en apego al poder y a la opresión. La izquierda se ha convertido en una clase privilegiada, codiciosa, egoísta y tremendamente sucia, que tiene el rostro marcado por la bajeza.
Cualquier persona decente, rebelde y con deseos de mejorar el mundo no tiene otra opción ahora que oponerse a esa casta de vividores.
Pedro Sánchez reúne todos los vicios, carencias y miserias de la nueva izquierda podrida, se cree dueño del Estado y dice que quien le ataque a el o a su mujer está atacando a España. Él es la mejor prueba viviente de que el poder cuando lo ejerce alguien sin valores, corrompe y envilece.
La gente decente, los idealistas y los que se rebelan contra el abuso y la maldad se están alejando de la izquierda y se enrolan en el otro extremo, en una derecha auténtica, a la que llaman "extrema derecha", que ha recuperado los viejos valores acuchillados por la izquierda: el honor, el patriotismo, la valentía, el respeto, la libertad y la democracia.
Se ha podrido tanto la izquierda que se ha vuelto basura y ha propiciado con su bajeza tanto que las izquierdas sean erradicadas, como ha ocurrido ya en muchos países, como que las nuevas derechas tomen el relevo y alcen las banderas del cambio y la revolución.
En España, donde el sanchismo demuestra cada día que es decadente, corrupto, vicioso y tiránico, VOX está destinado a crecer como la espuma, a medida que el pueblo despierte y descubra que está siendo gobernado por señoritos rojos, corrompidos hasta el tuétano.
Pero la ruina de la izquierda es un fenómeno mundial y, curiosamente, no se debe a los crímenes del comunismo, asesino de más de cien millones de personas, sino a los abusos, vicios, robos y bajezas de las falsas izquierdas modernas, que se disfrazan de democracias solo para gobernar y atiborrarse de privilegios, lujos y dinero.
La lucha, cuerpo a cuerpo, entre Sánchez y Milei, entre una España putrefacta por la infección socialista y una Argentina que despunta y quiere avanzar hacia la prosperidad, cabalgando sobre la libertad, ya está decidida y la ganará el argentino, representante del futuro, del empuje y de la rebeldía, frente aun impotente y embotado tirano sin amor a su pueblo, ególatra y destructor de valores y principios nobles.
La putrefacción de las izquierdas en el mundo es la principal causa de que haya nacido con un vigor sorprendente, lo que llaman "extrema derecha", una opción que potencia la libertad, el patriotismo y los valores y que encandila y entusiasma a muchos sectores descontentos de la población, sobre todo a los demócratas, a los más jóvenes y a los rebeldes que quieren cambiar el mundo.
Francisco Rubiales
La izquierda se ha atiborrado de poder, dinero y privilegios y los ciudadanos se han dado cuenta de que se han vuelto elitistas, arrogantes y tiranos conservadores. Les gusta prohibirlo todo, cobran impuestos injustos y reparten trabajos y subvenciones para los suyos, además de colocar, a sueldo del Estado, a sus familiares. Se han viento corruptos y han superado a las viejas clases nobles y burguesas en apego al poder y a la opresión. La izquierda se ha convertido en una clase privilegiada, codiciosa, egoísta y tremendamente sucia, que tiene el rostro marcado por la bajeza.
Cualquier persona decente, rebelde y con deseos de mejorar el mundo no tiene otra opción ahora que oponerse a esa casta de vividores.
Pedro Sánchez reúne todos los vicios, carencias y miserias de la nueva izquierda podrida, se cree dueño del Estado y dice que quien le ataque a el o a su mujer está atacando a España. Él es la mejor prueba viviente de que el poder cuando lo ejerce alguien sin valores, corrompe y envilece.
La gente decente, los idealistas y los que se rebelan contra el abuso y la maldad se están alejando de la izquierda y se enrolan en el otro extremo, en una derecha auténtica, a la que llaman "extrema derecha", que ha recuperado los viejos valores acuchillados por la izquierda: el honor, el patriotismo, la valentía, el respeto, la libertad y la democracia.
Se ha podrido tanto la izquierda que se ha vuelto basura y ha propiciado con su bajeza tanto que las izquierdas sean erradicadas, como ha ocurrido ya en muchos países, como que las nuevas derechas tomen el relevo y alcen las banderas del cambio y la revolución.
En España, donde el sanchismo demuestra cada día que es decadente, corrupto, vicioso y tiránico, VOX está destinado a crecer como la espuma, a medida que el pueblo despierte y descubra que está siendo gobernado por señoritos rojos, corrompidos hasta el tuétano.
Pero la ruina de la izquierda es un fenómeno mundial y, curiosamente, no se debe a los crímenes del comunismo, asesino de más de cien millones de personas, sino a los abusos, vicios, robos y bajezas de las falsas izquierdas modernas, que se disfrazan de democracias solo para gobernar y atiborrarse de privilegios, lujos y dinero.
La lucha, cuerpo a cuerpo, entre Sánchez y Milei, entre una España putrefacta por la infección socialista y una Argentina que despunta y quiere avanzar hacia la prosperidad, cabalgando sobre la libertad, ya está decidida y la ganará el argentino, representante del futuro, del empuje y de la rebeldía, frente aun impotente y embotado tirano sin amor a su pueblo, ególatra y destructor de valores y principios nobles.
La putrefacción de las izquierdas en el mundo es la principal causa de que haya nacido con un vigor sorprendente, lo que llaman "extrema derecha", una opción que potencia la libertad, el patriotismo y los valores y que encandila y entusiasma a muchos sectores descontentos de la población, sobre todo a los demócratas, a los más jóvenes y a los rebeldes que quieren cambiar el mundo.
Francisco Rubiales
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