Los partidos políticos, nacidos para llevar la voz de los ciudadanos, con autoridad, hasta el poder gubernamental, se han convertido en las maquinarias más perfectamente preparadas y capacitadas para conquistar y retener el poder en el mundo. No sólo han dominado la sociedad y arrinconado a la sociedad civil, penetrando con sus tentáculos en espacios que, en democracia, deben ser autónomos y que les están vedados, como universidades, medios de comunicación, empresas, sindicatos, banca y hasta religiones e instituciones de todo tipo, sino que han dominado también a los ciudadanos, gente libre y orgullosa en otros tiempos y hoy reducidos a ser pobres espectros asustados.
Cualquiera diría que esos partidos, cuyo mayor "éxito" es haber dominado también al Estado, son organizaciones casi perfectas y ejemplares. Sin embargo, Jorge Marsá, en su blog "La Pizarra", nos demuestra lo contrario en una magnífica serie de ocho artículos.
Tras leerlos, uno descubre que esos partidos son organizaciones escasamente democráticas en su vida interna, aisladas de la sociedad, incompetentes y dominadas por el autoritarismo, el cesarismo y el clientelismo, torpes a la hora de adoptar medidas correctas y de analizar la realidad. Con pluma certera y no pocos conocimientos de psicología, Marsá abre en canal a esas poderosas organizaciones y descubre que su éxito y su dominio se deben, sobre todo, a que, al estar unidas y cohesionadas, se enfrentan y dominan fácilmente a ciudadanos desorganizados que previamente han sido aislados, dispersados, confundidos y asustados.
El analisis descubre, entre otras carencias de los partidos, la pobreza de sus análisis y deliberaciones, que se cocinan en reuniones donde todos los participantes defienden puntos de vista semejantes y donde discrepar es un riesgo que pocos asumen.
Merece la pena leer la serie completa.
Cualquiera diría que esos partidos, cuyo mayor "éxito" es haber dominado también al Estado, son organizaciones casi perfectas y ejemplares. Sin embargo, Jorge Marsá, en su blog "La Pizarra", nos demuestra lo contrario en una magnífica serie de ocho artículos.
Tras leerlos, uno descubre que esos partidos son organizaciones escasamente democráticas en su vida interna, aisladas de la sociedad, incompetentes y dominadas por el autoritarismo, el cesarismo y el clientelismo, torpes a la hora de adoptar medidas correctas y de analizar la realidad. Con pluma certera y no pocos conocimientos de psicología, Marsá abre en canal a esas poderosas organizaciones y descubre que su éxito y su dominio se deben, sobre todo, a que, al estar unidas y cohesionadas, se enfrentan y dominan fácilmente a ciudadanos desorganizados que previamente han sido aislados, dispersados, confundidos y asustados.
El analisis descubre, entre otras carencias de los partidos, la pobreza de sus análisis y deliberaciones, que se cocinan en reuniones donde todos los participantes defienden puntos de vista semejantes y donde discrepar es un riesgo que pocos asumen.
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