La irrupción de VOX en la política española, con aires de triunfos fulgurantes, sólidamente apoyados en la adhesión popular, es producto de esa frustración masiva que genera el conocimiento de la realidad de una nación cuyos políticos han mentido y engañado durante décadas, prácticamente desde la muerte del dictador. Ese deseo generalizado de limpieza y regeneración es un fenómeno que tiende a crecer porque cada vez que se debate un asunto importante, como actualmente la ideología y las leyes de género, se descubren toneladas de porquerías, abusos e iniquidades y los ciudadanos exigen con mas fuerza un cambio drástico en la política que conduzca hacia la decencia y la defensa del bien común.
Cuando VOX, desde Andalucía, exigió la revisión de la injusta y deleznable ideología de género en España, muchos pusieron el grito en el cielo afirmando que tocar ese tema era un error y que podría costarle a ese partido el fin de su auge, pero se equivocaban porque muchos conocíamos que detrás de la falsa defensa de la mujer se escondían toneladas de recursos mafiosos y suciedades intolerables en democracia. El debate sobre la ideología de género es sólo el preludio de otros debates que despertarán todavía más escándalo e indignación, como el funcionamiento de las autonomías y las traiciones, miserias y negocios que se esconden detrás de la inmigración descontrolada que invade España.
La estrategia de VOX para crecer, consistente en suscitar debates abiertos y libres sobre los grandes problemas de España, es brillante y saludable porque, además de producir dolor y rabia al contemplar las bajezas del poder, también potencia la necesaria regeneración de la sociedad, en base al principio de que para solucionar un problema ante hay que conocerlo a fondo.
El actual debate sobre la violencia de género y las leyes y políticas que lo rodean es libre y sin control del gobierno, que ha sido tradicionalmente quien ha decidido de que se habla y de que se discute en el país, controlando siempre los debates a través de los medios de comunicación sometidos.
El debate actual sobre la ideología de genero está descubriendo montañas de basura debajo de las alfombras del poder político: leyes que aplastan al hombre para beneficiar a la mujer, injusticias en las decisiones judiciales, comportamiento arbitrario y cruel de la policía con el varón, acusaciones falsas de violencia, cobardía de los gobernantes ante el poder de los lobbys feministas, despilfarro a gran escala del dinero público y utilización de las cuantiosas subvenciones para captar votos y beneficiar a los amigos del poder, más que a las víctimas.
El debate sobre las leyes de violencia de género está poniendo al descubierto los abusos y arbitrariedades de un poder que emplea los miles de millones de euros que recauda con sus abultados impuestos más en clientelismo y captación de votos que en servicios y políticas beneficiosas para los ciudadanos. Basta analizar las cifras que los socialistas gastan en subvencionar una lucha contra la violencia de genero, trucada, prostituida e ineficaz, más dedicada a ganar votos y pagar a los amigos del poder que a proteger a la mujer.
Grandes cantidades de inmundicias siguen escondidas por ahora, porque los dos grandes partidos que han gobernado España desde la muerte de Franco, junto con los nacionalismos vasco y catalán, se han beneficiado de esa podredumbre y la han ocultado. Pero ahora existen condiciones para que salgan a la luz porque el pueblo está hastiado de suciedad y existe un partido nuevo (VOX) dispuesto a que el debate libre se dispare y se descubran los grandes depósitos de miseria, arbitrariedad y hasta delito que ocultan los poderosos en España: fraudes fiscales, concursos amañados, subvenciones concedidas de manera arbitraria, despilfarro, inmigración sin control, delincuencia extranjera, corrupción oculta, muchos mayor que la que se conoce, desigualdad, clientelismo, cobardía ante los golpistas y enemigos de España, violaciones de la Constitución por parte de los partidos políticos y de los gobiernos, impuestos abusivos e injustos, aplicados algunos de ellos con maldad manifiesta, destrucción de la igualdad de mercado, de derechos y de deberes en la ciudadanía española y el que quizás sea el mayor y más repugnante, las autonomías funcionando como perversas fuentes de corrupción, despilfarro y ruptura del país.
Afirman que el cáncer no tiene cura, pero el cáncer político de España, con metástasis inquietantes y una portentosa capacidad para pervertirlo y destruirlo todo, sí tiene cura y VOX lo está demostrando sin ni siquiera gobernar, hablando claro y suscitando debates sobre las grandes miserias de España. Los efectos de VOX como catalizador de la respuesta indignada de un pueblo que ya está cansado de ser esquilmado y mal gobernado ya son visibles: El PP se arrepiente de sus traiciones, retorna a la derecha y abandona sus influencias socialdemócratas; El PSOE, consciente de que se hunde, empieza a cuestionar la bajeza y miseria de Pedro Sánchez y la suciedad y traición que encierra su pacto de gobierno con golpistas, totalitarios, amantes del terrorismo y partidos llenos de odio hacia España; Ciudadanos se aísla y se desprestigia en su indefinición perpetua, su oportunismo y su falta de ideas firmes; Podemos gira, miente menos y hasta reconoce que Venezuela, su país patrocinador, es un infierno fracasado; todos rectifican, por la cuenta que les trae, su desprecio a España y a sus símbolos, conscientes de que la inmensa mayoría de los ciudadanos exige amor y respeto a la nación.
Muchos se sorprenden de lo que está ocurriendo, pero es un fenómeno sencillo, conocido y estudiado: "Sin un debate público libre, la democracia es imposible", o dicho de otro modo: "El debate libre genera democracia y libertad".
Francisco Rubiales
Cuando VOX, desde Andalucía, exigió la revisión de la injusta y deleznable ideología de género en España, muchos pusieron el grito en el cielo afirmando que tocar ese tema era un error y que podría costarle a ese partido el fin de su auge, pero se equivocaban porque muchos conocíamos que detrás de la falsa defensa de la mujer se escondían toneladas de recursos mafiosos y suciedades intolerables en democracia. El debate sobre la ideología de género es sólo el preludio de otros debates que despertarán todavía más escándalo e indignación, como el funcionamiento de las autonomías y las traiciones, miserias y negocios que se esconden detrás de la inmigración descontrolada que invade España.
La estrategia de VOX para crecer, consistente en suscitar debates abiertos y libres sobre los grandes problemas de España, es brillante y saludable porque, además de producir dolor y rabia al contemplar las bajezas del poder, también potencia la necesaria regeneración de la sociedad, en base al principio de que para solucionar un problema ante hay que conocerlo a fondo.
El actual debate sobre la violencia de género y las leyes y políticas que lo rodean es libre y sin control del gobierno, que ha sido tradicionalmente quien ha decidido de que se habla y de que se discute en el país, controlando siempre los debates a través de los medios de comunicación sometidos.
El debate actual sobre la ideología de genero está descubriendo montañas de basura debajo de las alfombras del poder político: leyes que aplastan al hombre para beneficiar a la mujer, injusticias en las decisiones judiciales, comportamiento arbitrario y cruel de la policía con el varón, acusaciones falsas de violencia, cobardía de los gobernantes ante el poder de los lobbys feministas, despilfarro a gran escala del dinero público y utilización de las cuantiosas subvenciones para captar votos y beneficiar a los amigos del poder, más que a las víctimas.
El debate sobre las leyes de violencia de género está poniendo al descubierto los abusos y arbitrariedades de un poder que emplea los miles de millones de euros que recauda con sus abultados impuestos más en clientelismo y captación de votos que en servicios y políticas beneficiosas para los ciudadanos. Basta analizar las cifras que los socialistas gastan en subvencionar una lucha contra la violencia de genero, trucada, prostituida e ineficaz, más dedicada a ganar votos y pagar a los amigos del poder que a proteger a la mujer.
Grandes cantidades de inmundicias siguen escondidas por ahora, porque los dos grandes partidos que han gobernado España desde la muerte de Franco, junto con los nacionalismos vasco y catalán, se han beneficiado de esa podredumbre y la han ocultado. Pero ahora existen condiciones para que salgan a la luz porque el pueblo está hastiado de suciedad y existe un partido nuevo (VOX) dispuesto a que el debate libre se dispare y se descubran los grandes depósitos de miseria, arbitrariedad y hasta delito que ocultan los poderosos en España: fraudes fiscales, concursos amañados, subvenciones concedidas de manera arbitraria, despilfarro, inmigración sin control, delincuencia extranjera, corrupción oculta, muchos mayor que la que se conoce, desigualdad, clientelismo, cobardía ante los golpistas y enemigos de España, violaciones de la Constitución por parte de los partidos políticos y de los gobiernos, impuestos abusivos e injustos, aplicados algunos de ellos con maldad manifiesta, destrucción de la igualdad de mercado, de derechos y de deberes en la ciudadanía española y el que quizás sea el mayor y más repugnante, las autonomías funcionando como perversas fuentes de corrupción, despilfarro y ruptura del país.
Afirman que el cáncer no tiene cura, pero el cáncer político de España, con metástasis inquietantes y una portentosa capacidad para pervertirlo y destruirlo todo, sí tiene cura y VOX lo está demostrando sin ni siquiera gobernar, hablando claro y suscitando debates sobre las grandes miserias de España. Los efectos de VOX como catalizador de la respuesta indignada de un pueblo que ya está cansado de ser esquilmado y mal gobernado ya son visibles: El PP se arrepiente de sus traiciones, retorna a la derecha y abandona sus influencias socialdemócratas; El PSOE, consciente de que se hunde, empieza a cuestionar la bajeza y miseria de Pedro Sánchez y la suciedad y traición que encierra su pacto de gobierno con golpistas, totalitarios, amantes del terrorismo y partidos llenos de odio hacia España; Ciudadanos se aísla y se desprestigia en su indefinición perpetua, su oportunismo y su falta de ideas firmes; Podemos gira, miente menos y hasta reconoce que Venezuela, su país patrocinador, es un infierno fracasado; todos rectifican, por la cuenta que les trae, su desprecio a España y a sus símbolos, conscientes de que la inmensa mayoría de los ciudadanos exige amor y respeto a la nación.
Muchos se sorprenden de lo que está ocurriendo, pero es un fenómeno sencillo, conocido y estudiado: "Sin un debate público libre, la democracia es imposible", o dicho de otro modo: "El debate libre genera democracia y libertad".
Francisco Rubiales
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