Juanma Moreno y Pedro Sánchez, ganador y perdedor en las elecciones andaluzas
Pedro Sánchez es el gran derrotado, más incluso que el extinto Ciudadanos y que VOX. Los andaluces han abandonado el cortijo socialista y han dejado atrás su nefasto gobierno de casi cuatro décadas, que mantuvieron a Andalucía postrada y en la cola del progreso. Los andaluces han dicho a Sánchez que debe irse y que sus abusos de poder, arrogancia y actitudes tiránicas no tienen sitio en la decencia democrática. Juan Espadas no ha sido nada en esta batalla de Andalucía, salvo el peón mediocre designado por el cobarde Sánchez, que se ha quitado de en medio, como es su costumbre, cuando ha olido una derrota que sólo es suya. El resto de la izquierda ha quedado en nada y apenas representa una pincelada en el nuevo cuadro andaluz.
El voto del cabreo y de la venganza contra el mal gobierno y el abuso no se ha ido esta vez con VOX, sino con el PP. La mayoría absoluta obtenida por Juanma Moreno es un premio a su acertada campaña, pero, sobre todo, es un castigo a la tiranía y a una forma de gobernar bastarda y malvada, desigual e injusta, donde un tirano gobernaba con injusticia, arrogancia y abuso, aliado con lo peor de la nación, con el odio, la envidia, el totalitarismo y el golpismo separatista.
Los resultados de Andalucía son dignos de ser celebrados en todo el país, en primer lugar porque los malos han sido ejemplarmente castigados y porque la esperanza ha retornado a la política española, situada, bajo el sanchismo, en un lago de excrementos, tristeza y decadencia.
La victoria del PP trae consigo impuestos más bajos, más respeto a las empresas, más dinero en el bolsillo de los ciudadanos, más libertad en las escuelas, menos adoctrinamiento, menos corrupción y más esperanza para una Andalucía que no se merecía el triste destino que tuvo bajo la bota de los señoritos del PSOE, injustos e ineficaces capataces del cortijo andaluz durante casi cuatro décadas.
La derrota de VOX no representa el fin de la protesta indignada, pero sí un freno a la euforia de los desesperados y una advertencia a los que planearon una campaña imbécil, ajena a la realidad andaluza, dirigida por pésimos profesionales que no entendieron nada, sobre todo que VOX siempre ha sido una esperanza, más que un denuncia permanente. Al principio de la campaña, las expectativas reales de VOX era duplicar al menos los 12 escaños conseguidos hace tres años, pero la torpeza de la campaña les ha llevado a un crecimiento ridículo, de dos escaños, que huele a derrota y destila frustración.
Ahora el reto de VOX será retornar a sus raíces y renacer amparados en la defensa de la grandeza, limpieza y justicia de una España postrada y maltratada por los partidos tradicionales, a las que VOX viene a redimir. La torpeza de VOX ha logrado que la mayoría absoluta de Juanma Moreno sea posible porque casi 300.000 votos que podrían haber sido para VOX se han ido finalmente al PP, olvidándose de las traiciones. suciedades y profundos errores de ese partido en tiempos de Rajoy y de su enorme responsabilidad en la construcción de la España sucia del presente.
Ciudadanos ha muerto en Andalucía y su derrota ha sido tan cruel que le causará la muerte en el resto de España. Nadie espera que resucite aquel hermoso proyecto que han liquidado las traiciones y torpezas de Rivera y Arrimadas, dos capítulos desgraciados de la moderna historia política de España.
Podemos y toda la jarca de la izquierda marxista ha sido puesta en sus sitio por los andaluces. Apenas tienen escaños y van a deambular como posesos por una legislatura en la que ellos no significarán nada.
Andalucía tiene motivos para descorchar hoy el champagne y para brindar por un tirano muerto (Sánchez) y por un esperanza de resurrección, que el PP está obligado a pilotar sin crear decepciones y frustraciones, como ocurrió con el desgraciado gobierno de Rajoy, que dilapidó como un imbécil su valiosa mayoría absoluta, dejando intacta la injusticia y la estupidez del socialismo de Zapatero, al que condecoró y premió en lugar de expulsarlo de España, como merecía.
Francisco Rubiales
El voto del cabreo y de la venganza contra el mal gobierno y el abuso no se ha ido esta vez con VOX, sino con el PP. La mayoría absoluta obtenida por Juanma Moreno es un premio a su acertada campaña, pero, sobre todo, es un castigo a la tiranía y a una forma de gobernar bastarda y malvada, desigual e injusta, donde un tirano gobernaba con injusticia, arrogancia y abuso, aliado con lo peor de la nación, con el odio, la envidia, el totalitarismo y el golpismo separatista.
Los resultados de Andalucía son dignos de ser celebrados en todo el país, en primer lugar porque los malos han sido ejemplarmente castigados y porque la esperanza ha retornado a la política española, situada, bajo el sanchismo, en un lago de excrementos, tristeza y decadencia.
La victoria del PP trae consigo impuestos más bajos, más respeto a las empresas, más dinero en el bolsillo de los ciudadanos, más libertad en las escuelas, menos adoctrinamiento, menos corrupción y más esperanza para una Andalucía que no se merecía el triste destino que tuvo bajo la bota de los señoritos del PSOE, injustos e ineficaces capataces del cortijo andaluz durante casi cuatro décadas.
La derrota de VOX no representa el fin de la protesta indignada, pero sí un freno a la euforia de los desesperados y una advertencia a los que planearon una campaña imbécil, ajena a la realidad andaluza, dirigida por pésimos profesionales que no entendieron nada, sobre todo que VOX siempre ha sido una esperanza, más que un denuncia permanente. Al principio de la campaña, las expectativas reales de VOX era duplicar al menos los 12 escaños conseguidos hace tres años, pero la torpeza de la campaña les ha llevado a un crecimiento ridículo, de dos escaños, que huele a derrota y destila frustración.
Ahora el reto de VOX será retornar a sus raíces y renacer amparados en la defensa de la grandeza, limpieza y justicia de una España postrada y maltratada por los partidos tradicionales, a las que VOX viene a redimir. La torpeza de VOX ha logrado que la mayoría absoluta de Juanma Moreno sea posible porque casi 300.000 votos que podrían haber sido para VOX se han ido finalmente al PP, olvidándose de las traiciones. suciedades y profundos errores de ese partido en tiempos de Rajoy y de su enorme responsabilidad en la construcción de la España sucia del presente.
Ciudadanos ha muerto en Andalucía y su derrota ha sido tan cruel que le causará la muerte en el resto de España. Nadie espera que resucite aquel hermoso proyecto que han liquidado las traiciones y torpezas de Rivera y Arrimadas, dos capítulos desgraciados de la moderna historia política de España.
Podemos y toda la jarca de la izquierda marxista ha sido puesta en sus sitio por los andaluces. Apenas tienen escaños y van a deambular como posesos por una legislatura en la que ellos no significarán nada.
Andalucía tiene motivos para descorchar hoy el champagne y para brindar por un tirano muerto (Sánchez) y por un esperanza de resurrección, que el PP está obligado a pilotar sin crear decepciones y frustraciones, como ocurrió con el desgraciado gobierno de Rajoy, que dilapidó como un imbécil su valiosa mayoría absoluta, dejando intacta la injusticia y la estupidez del socialismo de Zapatero, al que condecoró y premió en lugar de expulsarlo de España, como merecía.
Francisco Rubiales
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