El PSOE y sus aliados de izquierda quieren convertir a VOX en un mal socio, en una mala compañía para impedir que se formen esas alianzas de la derecha que, si cuajan, desplazarán a los socialistas y a los partidos de izquierda del poder en toda España, incluyendo casi la totalidad de las autonomías y grandes ciudades.
Las izquierdas del PSOE y Podemos saben lo que significa tener aliados con pésima imagen porque ellos los padecen al haberse aliado con los golpistas catalanes, el nacionalismo vasco y la proetarra BILDU, una fórmula intensamente repudiada por la mayoría de los españoles, que convierte en minoritaria y perdedora la actual coalición que ha logrado instalar a Pedro Sánchez en la Moncloa. El mismo Podemos ha visto como su imagen se ha ido deteriorando progresivamente, marcada por el totalitarismo comunista, lo que le hace perder votos constantemente.
En consecuencia, las izquierdas han decidido convertir la demonización de VOX en la gran estrategia para seguir controlando el poder. Por eso no cesan de tildarlo de ser "extrema derecha" y de llamarle anticonstitucional y violento, acusaciones que por el momento no calan ni causan efecto negativo alguno sobre VOX, que sigue creciendo de manera imparable en intención de voto porque la sociedad española quiere cambios drásticos y porque ese partido se muestra moderado, plenamente constitucional, blindado por un fuerte amor a España y a la verdad y demostrando que sólo es una derecha auténtica, desconocida en España.
Antonio Burgos, con su fino sentido del humor y del sarcasmo, ha retratado la estrategia de demonización y acoso con la precisión de un cirujano:
"La próxima vez que vea al juez Serrano (cabeza de la lista que obtuvo 12 diputados de VOX en Andalucía) me fijaré bien, porque como es el demonio de la democracia, seguramente tiene cuernos y rabo y su despacho cerca de las calderas de Pedro Botero. Porque hasta Torra, el golpista puesto por Puigdemont al frente del rentable chiringuito separatista catalán, ha dicho que hay que aislar a Vox, cerrar el paso a la "ultraderecha". Mire usted quién va a hablar: el ultraseparatista que se salta a la torera la Constitución. Pero, claro, como todos los que mantienen a Sánchez como Okupa ponen la mano con pingüe balance de resultados, ahí los tienen a todos, unidos contra Vox. ¡Venga "extrema derecha" para arriba y para abajo! El Marqués de Galapagar, desde su chalè de dos millones de euros, echa a la calle a la chusma de sus hordas para "parar a la extrema derecha"."
Para las izquierdas, asustadas ante un futuro que les desplaza del poder, están obsesionadas con la demonización de VOX y están exagerando tanto sus argumentos, que no son creíbles y no surten efecto. Pintar a VOX como un monstruo peligroso para la democracia porque quiere regular la inmigración o recuperar para el Estado competencias que nunca debieron cederse a las autonomías equivale a acusar de ser monstruos a la inmensa mayoría de los españoles, que también piensan así. Condenar a VOX porque quiere dureza contra los delincuentes y corruptos o porque pretende bajar los impuestos equivale a condenar a casi la totalidad de los españoles. Estigmatizar a VOX porque pretende que la Constitución sea respetada en Cataluña es, sencillamente, una estupidez porque 9 de cada 10 españoles quieren lo mismo.
La estrategia común de las izquierdas es errónea y está causando efectos contrarios porque hace crecer más al partido de Abascal.
Si la izquierda quiere frenar el impetuoso avance de VOX, sólo tiene un camino: regenerarse, renunciando a la corrupción, aprendiendo a amar a España, renunciando a cobrar impuestos con despreciable codicia, adelagazando un Estado que ya es insostenible, respetando el concepto de igualdad, sin convertir el carné del partido en un salvoconducto para ser millonario, recuperando la ética y el respeto al ciudadano, abandonando sus alianzas repugnantes con los golpistas, proetarras y totalitarios comunistas y pidiendo perdón por sus abusos, robos y múltiples suciedades, como las perpetradas en Andalucía, que a medida que se vayan conociendo, engordarán la enorme losa de plomo que ya pesa sobre el PSOE y la izquierda española en general.
Francisco Rubiales
Las izquierdas del PSOE y Podemos saben lo que significa tener aliados con pésima imagen porque ellos los padecen al haberse aliado con los golpistas catalanes, el nacionalismo vasco y la proetarra BILDU, una fórmula intensamente repudiada por la mayoría de los españoles, que convierte en minoritaria y perdedora la actual coalición que ha logrado instalar a Pedro Sánchez en la Moncloa. El mismo Podemos ha visto como su imagen se ha ido deteriorando progresivamente, marcada por el totalitarismo comunista, lo que le hace perder votos constantemente.
En consecuencia, las izquierdas han decidido convertir la demonización de VOX en la gran estrategia para seguir controlando el poder. Por eso no cesan de tildarlo de ser "extrema derecha" y de llamarle anticonstitucional y violento, acusaciones que por el momento no calan ni causan efecto negativo alguno sobre VOX, que sigue creciendo de manera imparable en intención de voto porque la sociedad española quiere cambios drásticos y porque ese partido se muestra moderado, plenamente constitucional, blindado por un fuerte amor a España y a la verdad y demostrando que sólo es una derecha auténtica, desconocida en España.
Antonio Burgos, con su fino sentido del humor y del sarcasmo, ha retratado la estrategia de demonización y acoso con la precisión de un cirujano:
"La próxima vez que vea al juez Serrano (cabeza de la lista que obtuvo 12 diputados de VOX en Andalucía) me fijaré bien, porque como es el demonio de la democracia, seguramente tiene cuernos y rabo y su despacho cerca de las calderas de Pedro Botero. Porque hasta Torra, el golpista puesto por Puigdemont al frente del rentable chiringuito separatista catalán, ha dicho que hay que aislar a Vox, cerrar el paso a la "ultraderecha". Mire usted quién va a hablar: el ultraseparatista que se salta a la torera la Constitución. Pero, claro, como todos los que mantienen a Sánchez como Okupa ponen la mano con pingüe balance de resultados, ahí los tienen a todos, unidos contra Vox. ¡Venga "extrema derecha" para arriba y para abajo! El Marqués de Galapagar, desde su chalè de dos millones de euros, echa a la calle a la chusma de sus hordas para "parar a la extrema derecha"."
Para las izquierdas, asustadas ante un futuro que les desplaza del poder, están obsesionadas con la demonización de VOX y están exagerando tanto sus argumentos, que no son creíbles y no surten efecto. Pintar a VOX como un monstruo peligroso para la democracia porque quiere regular la inmigración o recuperar para el Estado competencias que nunca debieron cederse a las autonomías equivale a acusar de ser monstruos a la inmensa mayoría de los españoles, que también piensan así. Condenar a VOX porque quiere dureza contra los delincuentes y corruptos o porque pretende bajar los impuestos equivale a condenar a casi la totalidad de los españoles. Estigmatizar a VOX porque pretende que la Constitución sea respetada en Cataluña es, sencillamente, una estupidez porque 9 de cada 10 españoles quieren lo mismo.
La estrategia común de las izquierdas es errónea y está causando efectos contrarios porque hace crecer más al partido de Abascal.
Si la izquierda quiere frenar el impetuoso avance de VOX, sólo tiene un camino: regenerarse, renunciando a la corrupción, aprendiendo a amar a España, renunciando a cobrar impuestos con despreciable codicia, adelagazando un Estado que ya es insostenible, respetando el concepto de igualdad, sin convertir el carné del partido en un salvoconducto para ser millonario, recuperando la ética y el respeto al ciudadano, abandonando sus alianzas repugnantes con los golpistas, proetarras y totalitarios comunistas y pidiendo perdón por sus abusos, robos y múltiples suciedades, como las perpetradas en Andalucía, que a medida que se vayan conociendo, engordarán la enorme losa de plomo que ya pesa sobre el PSOE y la izquierda española en general.
Francisco Rubiales
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